El jueves 26 de septiembre tuvo lugar, en la librería ARS Carmelitana de Madrid, la presentación del libro de varios autores titulado De la oscuridad a la luz. Vidas cambiadas por un encuentro con Cristo encarnado en personas, Madrid, Digital Reasons (colección Camino de Damasco) 2019.
El libro recoge el testimonio del encuentro con Cristo y la conversión de cuatro personas cuyas vidas estaban sumidas en la oscuridad; ese encuentro les hizo nacer a la luz por pura gracia. Estos son los cuatro autores: Nikola Djukic, cuyo capítulo lleva por título «Asalto al cielo»; de origen serbio, dejó las drogas en la Comunidad del Cenáculo, institución fundada por la monja italiana Madre Elvira para la reinserción de drogadictos mediante el trabajo y la oración. Ricardo Franco, cuyo capítulo se titula «En la periferia de los psiquiátricos, trastornos y depresión», padeció durante muchos años una enfermedad mental grave; fue curado por la intercesión de Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación. Juan García Zinsel, madrileño, conocedor del mundo de la noche y de las drogas, que reinició su vida también en la Comunidad del Cenáculo; su capítulo se titula sencillamente «Me llamo Juan» y termina con el epígrafe «Después del calvario viene la resurrección». El cuarto autor mantiene el anonimato y se presenta como Voluntario de las Misioneras de Santa Teresa de Calcuta; su capítulo se titula «Volver a la vida tras décadas de alcoholismo»; cuando ingresó en la casa de estas religiosas le daban tan solo 15 días de vida; esto fue en 1999 y desde entonces acude todos los días a cuidar a los enfermos que acogen las Misioneras de la Caridad.
Para hablarnos de este pequeño gran libro contamos con la presencia de dos de los autores: Ricardo Franco y Juan García, acompañados por Enrique Chuvieco, de Digital Reasons. Desde sus primeras palabras, se palpaba en el ambiente de la librería la densidad del silencio y el respeto ante algo sagrado. La hondura de ambas experiencias hacía tocar lo más esencial del ser humano, conservando al mismo tiempo su misterio y remitiéndonos a la trascendencia.
Ricardo Franco nos puso ante la experiencia sobrecogedora de una enfermedad mental, un trastorno límite de la personalidad, capaz de llevar a autolesiones (externamente consideradas intentos de suicidio, en realidad expresión de la necesidad de dejar de sufrir). Se refirió al insondable vacío interior, al frío intenso de un vacío como el que Dante describió en el Infierno de la Divina Comedia, al efecto de medicaciones fortísimas que impiden el contacto con la realidad. Y contó, con pocas palabras, su curación, que en el libro titula «La noche que Jesús metió la mano en el infierno y me sacó»; la plegaria intensa, la intercesión del sacerdote recién fallecido y la experiencia de quedar curado. Ese momento se convirtió en el acontecimiento fundamental de su vida. Hasta el punto de definirse a sí mismo como «la nostalgia de esa Presencia»; Presencia tan real y viva que despertó en él ese anhelo profundo de «ver a Dios».
Juan García relató su vida en la noche: las drogas, el alcohol, las peleas… Fue el riesgo de ser apresado lo que le llevó a huir a Italia, y refugiarse en la Comunidad del Cenáculo, donde hacía cinco años que un hermano suyo rezaba por él. En el Cenáculo encontró una vida que no conocía: la alegría, la sonrisa, la paz. Rehabilitado de las drogas, a su vez rezó durante tres años por que acudiera allí un tercer hermano, y así fue. Para Juan el pilar de esta vida nueva es la oración: el rezo del rosario y la eucaristía. Esto «le sana» día a día. Junto con el ayuno, la oración le permite recibir la paz y la fuerza que vienen de Dios. Casado y padre, la presencia de su familia puso ese toque de luz que él transmitió con su testimonio.
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