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Semana Santa – Ciclo A

Estamos viviendo los días santos que nos invitan a meditar los acontecimientos centrales de nuestra redención, el núcleo esencial de nuestra fe. Comienza el Triduo pascual, fulcro de todo el año litúrgico, en el cual estamos llamados al silencio y a la oración para contemplar el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. (…) El Jueves santo por la tarde celebraremos el momento de la institución de la Eucaristía.

El apóstol san Pablo, escribiendo a los Corintios, confirmaba a los primeros cristianos en la verdad del misterio eucarístico, comunicándoles él mismo lo que había aprendido: «El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, entregado por vosotros; haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre. Haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía» (1 Co 11, 23-25). Estas palabras manifiestan con claridad la intención de Cristo: bajo las especies del pan y del vino, él se hace presente de modo real con su cuerpo entregado y con su sangre derramada como sacrificio de la Nueva Alianza. Al mismo tiempo, constituye a los Apóstoles y a sus sucesores ministros de este sacramento, que entrega a su Iglesia como prueba suprema de su amor. Además, con un rito sugestivo, recordaremos el gesto de Jesús que lava los pies a los Apóstoles (cf. Jn 13, 1-25).

Este acto se convierte para el evangelista en la representación de toda la vida de Jesús y revela su amor hasta el extremo, un amor infinito, capaz de habilitar al hombre para la comunión con Dios y hacerlo libre. Al final de la liturgia del Jueves santo, la Iglesia reserva el Santísimo Sacramento en un lugar adecuadamente preparado, que representa la soledad de Getsemaní y la angustia mortal de Jesús. Ante la Eucaristía, los fieles contemplan a Jesús en la hora de su soledad y rezan para que cesen todas las soledades del mundo. Este camino litúrgico es, asimismo, una invitación a buscar el encuentro íntimo con el Señor en la oración, a reconocer a Jesús entre los que están solos, a velar con él y a saberlo proclamar luz de la propia vida.

El Viernes santo haremos memoria de la pasión y de la muerte del Señor. Jesús quiso ofrecer su vida como sacrificio para el perdón de los pecados de la humanidad, eligiendo para ese fin la muerte más cruel y humillante: la crucifixión. Existe una conexión inseparable entre la última Cena y la muerte de Jesús. En la primera, Jesús entrega su Cuerpo y su Sangre, o sea, su existencia terrena, se entrega a sí mismo, anticipando su muerte y transformándola en acto de amor. Así, la muerte que, por naturaleza, es el fin, la destrucción de toda relación, queda transformada por él en acto de comunicación de sí, instrumento de salvación y proclamación de la victoria del amor. De ese modo, Jesús se convierte en la clave para comprender la última Cena que es anticipación de la transformación de la muerte violenta en sacrificio voluntario, en acto de amor que redime y salva al mundo.

El Sábado santo se caracteriza por un gran silencio. Las Iglesias están desnudas y no se celebran liturgias particulares. En este tiempo de espera y de esperanza, los creyentes son invitados a la oración, a la reflexión, a la conversión, también a través del sacramento de la reconciliación, para poder participar, íntimamente renovados, en la celebración de la Pascua. En la noche del Sábado santo, durante la solemne Vigilia pascual, «madre de todas las vigilias», ese silencio se rompe con el canto del Aleluya, que anuncia la resurrección de Cristo y proclama la victoria de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte. La Iglesia gozará en el encuentro con su Señor, entrando en el día de la Pascua que el Señor inaugura al resucitar de entre los muertos.

Audiencia General Semana Santa
S.S. Benedicto XVI

Jueves Santo

MATEO NOS CONDUCE EN EL TRIDUO PASCUAL

1.- MISTERIO DE AMOR …

El Señor pasará esta noche por la tierra de Egipto. Este día será memorable para vosotros … (Ex 12, 1-8. 11-14).
…Pablo recuerda a los corintios la institución de la eucaristía, la nueva Pascua cristiana. … (I Cor 11, 23-26).
…Jesús pasa de este mundo al Padre habiendo amado a los suyos hasta el extremo… (Jn 13, 1-15)

SÍMBOLOS

  • Pan y Vino Signo de servicio.
  • Jofaina.

2.- PALABRA

(Mt 26, 1-13). Con esta perícopa abordamos el relato mateano de la pasión y la resurrección. El Jesús de Mateo anuncia sus sufrimientos, su muerte y resurrección en Mt 16, 13-23. La cena de Betania es una presentación simbólica de su Pascua: «en cualquier sitio del mundo en que se anuncie esta buena noticia, será recordada esta mujer y lo que ha hecho» (v.13).

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 26, 1-13)

El complot contra Jesús (26 1-5)

Unción en Betania (26 6-13)

Cuando terminó Jesús este discurso, dijo a sus discípulos: 2 – Ya sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del hombre será entregado para ser crucificado. 3 Entonces se reunieron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio de Caifás, el sumo sacerdote, 4 y acordaron en consejo prender a Jesús con engaño y darle muerte. 5 Pero decían: «Durante la fiesta no, para que el pueblo no se alborote». 6 Se encontraba Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 cuando se acercó a él una mujer con un frasco de alabastro lleno de perfume muy caro, y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa. 8 Al ver esto, los discípulos se indignaron y decían: – ¿A qué viene este despilfarro? 9 Se podía haber vendido por mucho dinero y dárselo a los pobres. 10 Jesús se dio cuenta y les dijo: – ¿Por qué molestáis a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo. 11 A los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. 12 Y al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, se ha anticipado a preparar mi sepultura. 13 Os aseguro que en cualquier parte del mundo en que se anuncie esta buena noticia, será recordada esta mujer y lo que ha hecho.

COMENTARIO

Mateo introduce a sus lectores en el drama de la pasión narrando tres escenas llenas de contrastes (Mt 26 1-16), en las que presenta de forma concentrada las diversas actitudes de los que rodean a Jesús: sus adversarios, sus discípulos, una mujer y Judas. Los primeros versículos relacionan el relato de la pasión con el resto del evangelio. Las palabras de Jesús a sus discípulos (Mt 26 2) se hacen eco de los repetidos anuncios de la pasión al comienzo de la tercera parte (Mt 16 21; 17 22-23; 20 18-19), y ponen de manifiesto que Jesús acepta su destino. En la reunión de los jefes del pueblo se repiten las acusaciones precedentes contra Jesús (Mt 21 23.46; 22 15). Todo se sitúa en el marco de la fiesta judía de la pascua, que conmemoraba la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto. Mateo acentúa el contraste entre la actitud de Jesús y la de sus adversarios: mientras que Jesús asume y proclama abiertamente su destino de muerte, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo traman en secreto y con cautela un plan que conduce al mismo fin.

En este pasaje la intención de Mateo es de nuevo subrayar el contraste entre dos actitudes: la de la mujer que unge a Jesús, y la de los discípulos, que interpretan este gesto como un despilfarro. Sorprendentemente esta mujer encarna la actitud que debe tener el auténtico discípulo de Jesús. Ella ha comprendido la importancia del momento y derrama sobre Jesús un perfume caro, anticipándose a su sepultura con este gesto de amor y reconocimiento. Sin embargo, la actitud de los discípulos revela claramente su incomprensión. A pesar del reciente anuncio de Jesús (Mt 26 2), no comprenden la importancia del momento. Su reacción al gesto de la mujer es un resumen de lo que será su respuesta a Jesús en el trance de la pasión: la incomprensión primero, y el abandono después. Estas dos actitudes ante Jesús en su hora decisiva invitan a los lectores del evangelio a preguntarse cuál es la suya. El Mensaje del Nuevo Testamento S. Guijarro Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

La unción de Betania es un símbolo que inspira a Jesús para realizar en el contexto de su pascua el gran símbolo del lavatorio, signo del servicio sacerdotal (Jn 13, 1-15).

Una mujer inspiradora e instauradora del gran signo que Jesús realizará como signo pascual. El amor de comensalidad incluye tres grandes dimensiones: la comunión, el servicio y la misericordia: La comunión que nos une es Cristo y a los hermanos, es una unión transformante, nos hace cristos…, formamos un sólo corazón y una sola alma (Hch 4, 32).

El servicio testimoniante en la vida cotidiana que se extiende a todas las criaturas. Un servicio de amor que se expresa en la misericordia entrañable y nos hace sensibles a las heridas y dolores de los hermanos (Lc 10, 25-37).

El amor martirial se encuentra en el centro de la pascua de Jesús. Esta mujer encarna la actitud del discípulo, ella vive el martirio del amor con Jesús hasta el extremo: «en cualquier parte del mundo… se recordará a esta mujer» (v.13). Esta mujer tuvo la fuerza de «dar vida» al momento trágico y supremo de la vida de Jesús.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «Amaos unos a otros»
  • «Nos amó hasta el extremo»
  • «Maestro y Señor»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Cómo es tu manera de ungir, lavar, servir a los hermanos?
  • ¿Cómo es tu calidad y tu estilo de servir?
  • ¿Permites que otros te laven y te ayuden?
  • El amor ¿te enriquece, cómo?; ¿te hace crecer?; ¿te libera?; ¿te da felicidad?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

Comentamos:

  • «Mientras se es amado no se envejece».
  • «Mientras se ama no se envejece».
  • ¿Permites que otros te amen?
  • ¿Pones condiciones, barreras, puertas?
  • ¿Qué le exiges al amor de los otros?

¿Qué te exiges a ti mismo cuando amas?

Terminamos con un tiempo de contemplación silenciosa ante el Sagrario.

Viernes Santo

MATEO NOS CONDUCE EN EL TRIDUO PASCUAL

1.- LA ORACIÓN EN EL DOLOR

Cristo eleva en la cruz sus manos al Padre como oración y ofrenda.
…La figura del Siervo la encontramos en toda su amplitud en Cristo-Jesús, el varón de dolores…, sus cicatrices nos curaron… (Is 52, 13 – 53, 12).
…Aprendió a obedecer y se ha convertido en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen… … (Hb 4, 14-16 – 5, 7-9).

SÍMBOLOS

  • Cruz desnuda.
  • Altar denudo.
  • Pies descalzos.

2.- PALABRA

(Mt 26, 36-46). Un combate librado en la oración, con confianza y obediencia filiales. Jesús como Hijo afronta la prueba con la libertad que le da una oración profunda en obediencia hasta la muerte. La aflicción y la angustia en el Nuevo Testamento no aparecen más que aquí y en Filipenses 2, 6.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 26, 36-46)

Oración en Getsemaní

Entonces fue Jesús con ellos a un huerto llamado Getsemaní, y les dijo: – Sentaos aquí mientras voy a orar un poco más allá. 37 Llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo; comenzó a sentir tristeza y angustia, 38 y les dijo: – Siento una tristeza mortal; quedaos aquí y velad conmigo. 39 Después, avanzando un poco más, se postró rostro en tierra y estuvo orando así: – Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa de amargura; pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú. 40 Volvió donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Entonces dijo a Pedro: – ¿Con que no habéis podido estar en vela conmigo una hora? 41 Velad y orad, para que podáis hacer frente a la prueba; que el espíritu está bien dispuesto, pero la carne es débil. 42 Por segunda vez se alejó y volvió a orar así: – Padre mío, si no es posible que pase sin que yo la beba, hágase tu voluntad. 43 Volvió y los encontró dormidos, pues tenían los ojos cargados. 44 Los dejó y volvió a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. 45 Entonces volvió donde los discípulos y les dijo: – ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? Ha llegado la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 46 Levantaos, vamos. Ya está aquí el que me va a entregar.

COMENTARIO

La oración de Jesús en el huerto de Getsemaní es una de las escenas más impresionantes del relato de la pasión. Se acerca el momento. Jesús tiene que sellar con su sangre la nueva alianza que ha anticipado en la cena, entregando su vida por todos. Es un trago amargo, que le hace experimentar intensamente el miedo y la angustia. Getsemaní es paso obligado en el camino que va del cenáculo al calvario. En el relato paralelo Marcos insiste en el fallo de los discípulos, que no son capaces de velar junto al Señor (Mc 14 32-42).

Mateo, sin embargo, se fija más en la oración de Jesús como ámbito en el que se comprende y acepta la voluntad del Padre. Subraya también la relación de Jesús con sus discípulos especialmente con aquellos que a lo largo del evangelio han mostrado más dificultad para comprender su destino de muerte: Pedro (Mt 16 22), y los hijos de Zebedeo (Mt 20 22-23).

A lo largo de todo el relato de la pasión Mateo resalta el dominio de Jesús sobre los acontecimientos. Jesús conoce de antemano lo que va a suceder (Mt 26 2.20-25.31-35) y se muestra valiente y decidido (Mt 26 47-56.57-68).

Sin embargo, esta escena deja ver la otra cara de la moneda, y nos introduce en el drama profundo. Jesús experimenta la dificultad de aceptar su muerte como camino obligado para que se manifieste el designio salvador de Dios. Siendo coherente con lo que había enseñado a sus discípulos, se dirige a Dios en actitud obediente: hágase tu voluntad (Mt 6 10; 26 39.42).

Y es en este diálogo personal con el Padre donde acepta su voluntad como designio de amor. Los discípulos abandonan a Jesús y sucumben en las pruebas, porque no son capaces de orar con él. Por eso, la oración de Jesús es también una exhortación a todos los discípulos, para que encuentren siempre en este diálogo con el Padre la fuerza para cumplir su voluntad, y superar las adversidades (Mt 24 10-13).

Al final Jesús vuelve a tomar las riendas de los acontecimientos y se dirige voluntariamente hacia el que viene a entregarle. En la oración ha encontrado fuerzas para llevar a cabo la voluntad de Dios.

El Mensaje del Nuevo Testamento
S. Guijarro
Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

No es fácil prepararse lúcidamente para la muerte; ni para la muerte personal, ni para la de los seres queridos. Son «tragos» amargos que requieren gran realismo, hemos de dialogarlos en la oración con el Padre; tomando conciencia de nuestra realidad: «siento una tristeza mortal» (v.37), la oración se nutre de nuestros estados anímicos, «comenzó a sentir tristeza y angustia» (v.37), desde ahí afrontamos la relación amorosa, tensa, temerosa o confiada con Dios Padre. Los «estados tensos» que se derivan de nuestros compromisos con los demás y con la comunidad son objeto de la oración y de la oración comunitaria: «llevó consigo a Pedro y a los hijos de Zebedeo» (v.37).

La oración de Jesús se realiza en comunión con su grupo, con su comunidad… La oración tensa y temerosa ante la «copa de amargura» está motivada por el compromiso adquirido con su grupo y ante su grupo… La oración preparatoria de su pasión y de su muerte es en el relato parte de la pedagogía de su vida. Sólo el Padre en su silencio se mantiene fiel a la coherencia del Hijo, todos le abandonan, «sucumben en las pruebas» (v.41); la comunidad se rompe ante la crisis; se pone de manifiesto la soledad ante la muerte…

El genio religioso y evangélico de San Francisco de Asís nos dejó un testimonio maravilloso y armonioso de oración ante la hermana muerte corporal: «Loado seas, mi Señor por nuestra hermana la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar ¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal! Bienaventurados aquellos a quienes encontrará en tu santísima voluntad, pues la muerte segunda no les hará mal».
(Espejo de perfección, nº. 123).

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «Padre mío»
  • «Velad y orad»
  • «Hágase tu voluntad»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Oro las situaciones dolorosas y críticas de mi vida?
  • ¿Las oro en comunidad?
  • ¿Me pongo ante Dios con realismo, con coherencia, sin fantasías?
  • ¿Incorporo a la oración los estados anímicos?
  • ¿Cómo se me muestra la voluntad de Dios?
  • ¿Tiene algo que ver con nuestras palabras y con nuestros compromisos?
  • ¿Cuáles son nuestros silencios, sueños y cobardías?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • ¿Cómo canalizamos, oramos el dolor en la comunidad?:
    • ¿Vivimos en vela en el dolor de los hermanos?
    • ¿Cómo encajamos las crisis y las muertes?
    • ¿Descubrimos la «voluntad de Dios» en la vida de la comunidad?
    • ¿Cuál es, como comunidad, nuestra posición hoy?

Terminamos con un tiempo de contemplación silenciosa ante el Crucificado.

Via Crucis

Ofrecemos un VIA CRUCIS como ayuda a la contemplación de la Pasión del Señor, con las estaciones fundadas en los Evangelios, meditación y oración. Pueden intercalarse cantos que aquí no hemos incluido.

Vía Crucis

Domingo de Resurrección

1.- RESUCITAR PARA VIVIR

» …Dios lo resucitó al tercer día… » (Hch 10, 34. 37-43).
» …Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios… » (Col 3, 1-4).

SÍMBOLOS

  • Cirio Pascual.
  • Cruz florida.
  • Incienso durante la oración.

2.- PALABRA

(Mt 28, 1-10). Esta perícopa comienza presentando a las Marías (v.1) que han de ponerse en relación con Mt 27, 56. 61. Lo primero que constatamos es la «tumba vacía» (v.7). La presencia del ángel (v.5) nos abre al significado profundo de la nueva vida: «no está aquí» (v.6).

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 28, 1-10)

Anuncio de la resurrección

Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. 2 De pronto hubo un gran temblor. El ángel del Señor bajó del cielo, se acercó, rodó la piedra del sepulcro y se sentó en ella. 3 Su aspecto era como el del relámpago y su vestido blanco como la nieve. 4 Al verle, los guardias se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. 5 Pero el ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: – Vosotras no temáis; sé que buscáis a Jesús, el crucificado. 6 No está aquí, ha resucitado como dijo: Venid a ver el sitio donde yacía. 7 Id en seguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. Esto es todo. 8 Ellas salieron a toda prisa del sepulcro y con temor y gran alegría corrieron a llevar la noticia a los discípulos. 9 Jesús salió a su encuentro y las saludó. Ellas se acercaron, se echaron a sus pies y lo adoraron. 10 Entonces Jesús dijo: – No temáis, id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán.

COMENTARIO

En los últimos pasajes del relato de la pasión el cuerpo de Jesús ha quedado en un sepulcro bien cerrado y custodiado (Mt 27 60.66). Aparentemente su muerte es el final. Pero sólo aparentemente. Los jefes del pueblo habían mandado custodiar su tumba, recordando sus palabras: a los tres días resucitaré (véanse los tres anuncios de la pasión: Mt 16 21; 17 23; 20 19).

Ahora, los hechos van a dar la razón a Jesús. La resurrección es el signo de su victoria definitiva sobre la muerte, y el horizonte de luz y alegría, desde el que sus discípulos entienden su vida y su muerte. Mateo remodela y amplía el breve pasaje de Marcos (Mc 16 1-8), ensamblando perfectamente el último capítulo con el resto del evangelio y con el relato de la pasión.

La primera escena (Mt 28 1-10) se centra en el hallazgo de la tumba vacía, cuyo sentido explican las palabras del ángel: no está aquí; ha resucitado, como dijo. Esta era, precisamente la interpretación de los cristianos, frente a la de sus adversarios, que les acusaban de haber robado el cuerpo de Jesús (Mt 27 64; 28 13).

La manifestación del ángel está rodeada de fenómenos portentosos: un gran temblor, su aspecto luminoso, la reacción de los guardias. Todos ellos recuerdan los que acompañaron a la muerte de Jesús (Mt 27 45-56), y relacionan ambos acontecimientos, subrayando su importancia. El ángel anuncia a las mujeres que Jesús ha resucitado, y les encarga la misión de ser las primeras mensajeras del evangelio. Los discípulos, que abandonaron a Jesús en la hora decisiva (Mt 26 56), tendrán que escuchar el anuncio de su victoria de labios de estas mujeres que permanecieron junto a él en el trance de su pasión (Mt 27 55.61; 28 1).

Cuando van de camino para cumplir este encargo, el mismo Jesús sale a su encuentro para confirmar su alegría y las palabras del ángel. Los discípulos deben ir a Galilea, donde Jesús se les manifestará y les confiará una nueva misión (Mt 28 16-20).

El clima de luz y alegría que domina el anuncio de la resurrección ilumina la vida de la iglesia en todos los tiempos, y proporciona a los cristianos una clave nueva para afrontar, desde la esperanza, su existencia. El Mensaje del Nuevo Testamento S. Guijarro Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

María Magdalena y la otra María son «el resto» del discipulado, las que han seguido ( Mt 27, 56.61) en la deserción de los varon es; son las últimas en abandonar la tumba (Mt 27, 61) y las primeras «al alborear el primer día» (v.1) en llegar… Buscan en un territorio equivocado, en el lugar de la muerte… Buscan en un sitio vacío…, en el sepulcro. «No está aquí» (v.6), ha cambiado el tiempo y la historia, también ha trastornado la geografía: «Va de delante de vosotros a Galilea» (v.7). Nos está abriendo el camino hacina una tierra nueva, una patria nueva, aquella que soñaron los profetas (Is 65, 17-25); el don es tan grande que supera todo límite… A Cristo habrá que descubrirlo cada día, en todo lugar, en las encrucijadas de los caminos; el centro del universo se ha movido, puede estar en todas partes, allí donde Él se manifieste, allí donde su luz nos alcance, allí está el centro… Con ese «gran temblor» (v.2) algo se ha conmovido en mi interior, ese terremoto ha conmocionado los cimientos de mi vida, tengo que reajustarme, que recomponerme…; pido al Ángel, que se ha sentado en esa gran piedra, que me deje un pequeño sitio… Sentado sobre la piedra he escuchado: «No temáis»… (v.5) … «sé qué buscais»… (v.5) … «venid a ver el sitio»… (v.6) … «id en seguida a decir»… (v.7) … «va delante de vosotros».. (v.7) … «allí le veréis»… (v.7). Siempre va delante… «Eso es todo» (v.7). Ellas salieron…, corrieron con gran alegría…, Jesús salió a su encuentro y las saludó: «No temáis» (v.10).

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «¡Oh, luz gozosa!»
  • «El Señor es mi luz»
  • «No temáis»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Cuáles son, hoy, tus temores?
  • ¿Qué buscas, dónde buscas…?
  • ¿Dónde te sitúas para nutrir tu vida?
  • ¿De qué contenidos y vivencias te alimentas?
  • ¿Te nutres de lo que dices…?, ¿de cómo vives?, ¿de la luz de quienes te acompañan?
  • ¿Qué luz te alumbra en tu caminar hacia adelante?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • ¿Dónde encontramos, hoy, a Cristo resucitado?
  • ¿Lo encontramos personalmente o en comunidad?
  • ¿Cuál de las dos formas es garantía de resurrección?
  • Que Él va por delante… (v.7). ¿Qué quiere decir?, ¿Hacia dónde nos orienta?
  • Ellas salieron… corrieron… ¿A qué nos invita, nos urge, nos llama? ¿Qué acciones concretas hemos de poner en marcha?
  • No temáis. ¿Qué temores nos paralizan?

Terminamos con un tiempo de oración personal.