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Adviento – Ciclo A

El Adviento, este tiempo litúrgico fuerte que estamos comenzando, nos invita a detenernos, en silencio, para captar una presencia. Es una invitación a comprender que los acontecimientos de cada día son gestos que Dios nos dirige, signos de su atención por cada uno de nosotros. ¡Cuán a menudo nos hace percibir Dios un poco de su amor! Escribir —por decirlo así— un «diario interior» de este amor sería una tarea hermosa y saludable para nuestra vida. El Adviento nos invita y nos estimula a contemplar al Señor presente. La certeza de su presencia, ¿no debería ayudarnos a ver el mundo de otra manera? ¿No debería ayudarnos a considerar toda nuestra existencia como «visita», como un modo en que él puede venir a nosotros y estar cerca de nosotros, en cualquier situación?

Otro elemento fundamental del Adviento es la espera, una espera que es al mismo tiempo esperanza. El Adviento nos impulsa a entender el sentido del tiempo y de la historia como «kairós», como ocasión propicia para nuestra salvación. Jesús explicó esta realidad misteriosa en muchas parábolas: en la narración de los siervos invitados a esperar el regreso de su dueño; en la parábola de las vírgenes que esperan al esposo; o en las de la siembra y la siega. En la vida, el hombre está constantemente a la espera: cuando es niño quiere crecer; cuando es adulto busca la realización y el éxito; cuando es de edad avanzada aspira al merecido descanso. Pero llega el momento en que descubre que ha esperado demasiado poco si, fuera de la profesión o de la posición social, no le queda nada más que esperar. La esperanza marca el camino de la humanidad, pero para los cristianos está animada por una certeza: el Señor está presente a lo largo de nuestra vida, nos acompaña y un día enjugará también nuestras lágrimas. Un día, no lejano, todo encontrará su cumplimiento en el reino de Dios, reino de justicia y de paz.

Homilía de S.S. Benedicto XVI
Adviento

I Domingo

1.- DESPIERTA

«Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: Él nos instruirá en sus caminos… » (Is 2, 1-5).
«… La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz… » (Rom 13, 11-14).

SÍMBOLOS
  • Corona de Adviento
  • Una luz
  • Tus útiles de trabajo

2.- PALABRA (Mt 24, 36-44)

Este texto pertenece al quinto discurso del evangelio de San Mateo centrado en la «parusía», no obstante nuestro texto está orientado hacia la «vigilancia» activa, fiel y responsable.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 24, 36-44)
Estad atentos

Mc 13 32-37; Lc 17 26-20.34-36 Gn 6 9-12; Gn 6 13-7 24; Lc 12 39-40

En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. 37 Cuando venga el Hijo del hombre sucederá lo mismo que en tiempos de Noé. 38 En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que entró Noé en el arca; 39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos. Pues así será también la venida del Hijo del hombre. 40 Entonces de dos que haya en el campo, uno será tomado y otro dejado. 41 De dos que estén moliendo juntas, una desaparecerá y otra quedará. 42 Así que velad, porque no sabéis qué día llegará vuestro Señor. 43 Tened presente que si el amo de casa supiera a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no le dejaría asaltar su casa. 44 Lo mismo vosotros, estad preparados; porque a la hora en que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre.

COMENTARIO

La segunda parte del discurso comienza respondiendo a la pregunta de los discípulos sobre el momento de la venida del Hijo del hombre (Mt 24 3). La respuesta es bien clara: nadie sabe nada… sólo el Padre. Pero esta ignorancia sobre el día y la hora ha de conjugarse con la certeza de que el Hijo del hombre vendrá. Por eso, hay que estar alerta y preparados, porque el Hijo del hombre vendrá en el momento más insospechado.

Los dos ejemplos que ilustran esta exhortación insisten en el descuido de los contemporáneos de Noé y del amo de la casa; en la llegada imprevista del diluvio y del ladrón, y en la ruina que provocan ambos acontecimientos. Lo mismo le sucederá a la comunidad cristiana, si, confiada en la tardanza de su Señor, se descuida y no vive en tensión de espera. Él vendrá cuando menos lo piensen y pondrá al descubierto su pereza y su mal comportamiento.

El discurso paralelo de Marcos llega hasta aquí. Sin embargo, Mateo siente la necesidad de explicar a sus lectores el significado preciso de esta exhortación final. Lo hace a través de tres parábolas, que sintetizan las actitudes que debe tener el cristiano mientras espera el retorno del Señor.

El Mensaje del Nuevo Testamento
S. Guijarro
Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

Tenemos constancia de que viniste. Que vendrás, tú mismo lo anunciaste, pero este «estar viniendo», esta manera tan silenciosa, tan desde abajo, desde lo profundo, nos sorprende: «uno será tomado y otro dejado» (v.40), «una desaparecerá y otra quedará» (v.41).
¿Hemos de mirar hacia afuera?, ¿hemos de interpretar los signos?, ¿hemos de ver de otro modo el paso del tiempo?
Este presente continuo tuyo me inquieta, hace mirar hacia lo hondo… ¿quizás emerges de las profundidades de nuestro ser como una esperanza que hemos de construir contigo?
¿Estás viniendo, esperando, pacientemente sentado junto a mí en lo cotidiano?
Tengo que tomar conciencia de que tu tiempo se ha metido en mi tiempo, que tu llegada se está tejiendo con las llegadas de tantos y tantas personas que pasan por mi vida.
Veo que lo decisivo es el ahora, «caer en la cuenta» de que lo superficial, lo efímero, lo que pasa está impregnado de eternidad, de presencia, de posibilidades…
La dificultad está en mí, no está sólo ahí fuera, está anidando dentro, en este sueño, en esta indiferencia, frialdad, apatía… Mi fe está «amenazada» por el «sueño», por la distracción, por mi manera de vivir…

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
  • ¿Qué esperanzas cultivas?
  • ¿Qué o quiénes motivan tus esperanzas?
  • ¿Quiénes son hoy profetas de la esperanza?
  • ¿En qué y en quiénes apoyas tus esperanzas?
  • ¿Confías en tus fuerzas, en el progreso, en las comunidades?

Entrégate después de la Meditación a la Oración de Quietud.

Repite sosegadamente
¡Ven, Señor!
¡Señor, te espero!

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • ¿Qué signos encuentras en tu comunidad que te permiten esperar?
  • ¿Quiénes motivan tu esperanza?
  • ¿Qué comportamientos son signos de tiempos esperanzados?

Terminamos con el Salmo 121 del Diurnal

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

II Domingo

1.- FLORECE UNA ESPERANZA

«Brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz.» (Is 11, 1-10).
«Que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza…» (Rom 15, 4-9).

SÍMBOLOS
  • Cultiva una semilla.
  • Construye un mantra para tu jornada.

2.- PALABRA (Mt 3, 1-12)

Las esperanzas mesiánicas comienzan con la aparición de Juan, un ser austero, la voz que invita, que llama, que señalará al Salvador…

Él abre el camino señalando al Espíritu y al fuego (v.11).

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 3, 1-12)
Juan, el precursor

Mc 1 2-8; Lc 3 1-9. 15-17; Jn 1 19-28 Mt 4 17; Is 40 3;

2 Re 1 8; Mt 12 34; 23 23; Jn 8 33ss; 1 26ss; Mt 13 30 3

En aquellos días apareció Juan el bautista predicando así en el desierto de Judea: 2– Arrepentíos, porque está llegando el reino de los cielos. 3 A él se refería el profeta Isaías cuando dice: Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino al Señor, allanad los senderos para él. 4 Juan llevaba un vestido de pelo de camello y una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 5 Acudían a él de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán; 6 y, después de reconocer ellos sus pecados, Juan los bautizaba en el río Jordán. 7 Viendo que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: – ¡Raza de víboras! ¿Quién os enseñó a escapar del juicio inminente? 8 Dad frutos que prueben vuestra conversión 9 y no creáis que basta con decir: «Somos descendientes de Abrahán». Porque os digo que Dios puede sacar de estas piedras descendientes de Abrahán. 10 Ya está puesto el hacha a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto va a ser cortado y echado al fuego. 11 Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de quitarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. 12 Tiene en su mano el bieldo y va a aventar su era; recogerá su trigo en el granero, y la paja la quemará con un fuego que no se apaga.

COMENTARIO

Entre esta escena y las anteriores existe una gran distancia temporal, pero no teológica, porque en los episodios que siguen continua Mateo la presentación de Jesús. La expresión en aquellos días, que es una fórmula utilizada en el Antiguo Testamento para indicar la continuidad de la historia de la salvación (Ex 2 11; Dn 10 2), le sirve a Mateo para unir el relato de la infancia de Jesús (Mt 1-2) con el comienzo de su misión. Mateo está interesado en explicar el papel de Juan al comienzo de la misión de Jesús. Juan fue un personaje muy importante.

El historiador Flavio Josefo le dedica en sus obras más atención que al mismo Jesús. Era el guía carismático de un movimiento de corte popular, que convocó al pueblo de Israel en el desierto ante la inminencia del juicio de Dios. Su mensaje estaba centrado en la urgencia de la conversión. El bautismo, un rito de ablución y purificación frecuente entre algunos grupos judíos, era el sello de esta conversión. Según la más antigua tradición cristiana (Hch 10 37 ss), el comienzo de la vida pública de Jesús estuvo muy relacionado con el movimiento de Juan. Los primeros cristianos identificaron a Juan con el mensajero anunciado en Is 40, 3 y con Elías (2 Re 1 8), que según la tradición judía sería el precursor del Mesías (Mt 11 14; 17 11; Mal 3 23-24). De acuerdo con esta interpretación, Jesús aparece como el Mesías y Juan como el precursor. De entre los autores del Nuevo Testamento Mateo es el que presenta a Juan con rasgos más cristianos. Su predicación y la de Jesús son exactamente iguales (Mt 3 2; 4 17). Mientras que para Lucas Juan es el último profeta (Lc 16 16), para Mateo su presencia inaugura la llegada del reinado de Dios, y es un signo evidente de ella (Mt 11 1-19).

Mateo pone en boca de Juan lo que era una convicción de la comunidad cristiana: que el bautismo de Juan es provisional, y el de Jesús definitivo (Mt 3 11-12); que pertenecer al pueblo elegido no está reservado a los judíos (fariseos y saduceos); y en definitiva que con Jesús se hace presente el reinado de Dios, en el que todos los privilegios desaparecen. Dios hace surgir un pueblo nuevo en el que la exigencia de la conversión constante es para todos. Esta conversión consiste en un cambio de mentalidad y de orientación en la propia vida, como expresan las palabras de Juan, que valen también para los cristianos.

El Mensaje del Nuevo Testamento S. Guijarro

Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

Juan es un personaje atrayente, vive sobriamente, se viste con lo imprescindible y «va al grano». Dos frases suyas me llaman la atención: «arrepentíos, porque está llegando el reino de los cielos»; es la misma frase, el mismo mensaje con el que se presentará Jesús (Mt 4, 17).

La voz de Juan resuena en mí: «está llegando», «está cerca», «está entre vosotros», «está dentro de vosotros» (Lc 17, 23). Me está invitando a hacer un camino, un descubrimiento en lo más profundo de mí ser: «el Reino ya está ahí» pero no se desarrollará sin mí. Está en ti pero no llegará sin ti. El Reino y tú sois una realidad inseparable. «Está llegando». -¿Cuándo?- Cuando ríes y cuando saludas; cuando cambias y cuando eres fiel a tus principios; cuando te lavas con agua y cuando dejas que «el Espíritu y el fuego» ardan en tu interior. Juan es un espíritu bautismal que llama al agua y a una nueva vida. Pero «el que viene es más fuerte» (v.11), «Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego» (v.11).

¿Qué he de hacer yo para que este Espíritu viviente de Dios me transforme? El Espíritu recrea, crea de nuevo, funde lo viejo y hace una criatura nueva. Juan me dice que Jesús «es más fuerte» (v.11), es capaz de hacer esta «conversión – cambio» conmigo. Pero yo tengo que dejarme invadir por este Espíritu acrisolador. Esto es como nacer de nuevo…

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
  • Piensa en los signos de renovación y de vida que existen en tu entorno.
  • Date cuenta de las personas e instituciones que motivan la vida…, el Reino…
  • Señala a personas y signos de vida que más te ayudan a crecer y a creer…, que te hacen esperar.

Repite sosegadamente
¡Ven, Señor, Jesús! Preparad el camino al Señor. Está llegando el reino de los cielos.

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

Comparte los signos que para ti te estimulan a crecer, creer y vivir…
Comparte los signos de luz que emanan ciertas personas…
¿Qué actitudes te optimizan la vida? «… a pesar de las limitaciones que me han sobrevenido con la edad, conservo el gusto por la vida…
Es hermoso poderse gastar hasta el final por la causa del Reino de Dios» (J. Pablo II. Carta a los ancianos, 1999)

Terminamos con el Salmo 71 del Diurnal

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia y la paz
hasta que falte la luna; que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

MEDITACIÓN
El sí es esencialmente gracia, una gracia que actúa en el hombre y en su misión. El sí de María, la Madre, se convierte en arquetipo e incluso en fuente de todo sí cristiano posterior. El sí de María es triple. Dice sí al ángel, a Dios y a sí misma. Dice sí al ángel como respuesta sencilla a su aparición, como la promesa que una criatura puede hacer en el momento en que se la interpela. Este sí va más allá de lo que el hombre puede abarcar con su mirada. La situación del que dice sí es como un germen cuyo posterior desarrollo es imposible prever. Pero toda promesa vinculante y seria permite entrever la actitud fundamental del alma del que la pronuncia.

Al responder al ángel, María responde también sí a Dios. Sabe que el ángel viene como enviado de Dios y que al darle su consentimiento, se lo da también a Dios. María tiene sentidos, como todo ser humano, pero sus sentidos son un espacio abierto en el que Dios puede manifestarse en cada momento: están preparados para el ángel; en lo que éstos captan reconoce siempre al instante el don del Padre. Inmaculada Concepción El sí de María es finalmente un sí a sí misma, pero éste es como secundario en relación con el sí al ángel y a Dios: en todas las situaciones y decisiones de su vida, aunque Dios disponga enteramente de ella, María siempre considerará este sí a Dios como el fundamento esencial de su existencia. Este sí confiado e incondicional a Dios es lo contrario de la anulación personal, pues contiene en sí toda la plenitud de la fe, de la esperanza y del amor. Dios llena al que se ha vaciado de sí con su propia vida, con su misión divina. Adrianne von Speyr, La Esclava del Señor.

Elevamos nuestra ORACIÓN A MARÍA en este día de la Inmaculada Concepción.

III Domingo

1.- HEMOS DE MOVERNOS

«Saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará.» (Is 35, 1-6.10).
«Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. No os quejéis, hermanos, unos de otros…» (Sant 5, 7-10).

SÍMBOLOS

Simplifica al máximo tu vida diaria.
Alimentate lo más sobriamente que puedas.

2.- PALABRA (Mt 11, 2-11)

Con esta perícopa comienza la tercera parte de la narración de San Mateo.

Los capítulos 11 y 12 son introductorios al gran capítulo 13 de las parábolas del Reino. Juan se hace la «gran pregunta» «¿Eres tú el que ha de venir?» (v.3).

La respuesta son los signos mesiánicos que Jesús realiza.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 11, 2-19)

Los mensajeros de Juan. Lc 7 18-35 Is 35 5-6; 42 18; 61 1; Ex 23 20; Mal 3 1; Lc 16 16; Mt 17 10-13

Juan, que había oído hablar en la cárcel de las obras del Mesías, envió a sus discípulos 3 a preguntarle: – ¿Eres tú el que tenía que venir, o hemos de esperar a otro? 4 Jesús les respondió: – Id a contar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: 5 los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. 6 ¡Dichoso el que no encuentre en mí motivo de tropiezo! 7 Cuando se marcharon, Jesús se puso a hablar de Juan a la gente: – ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 8 ¿Qué salisteis a ver? ¿Un hombre lujosamente vestido? Los que visten con lujo están en los palacios de los reyes. 9 ¿Qué salisteis entonces a ver? ¿Un profeta? Sí, y más que un profeta. 10 Este es de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti: él te preparará el camino. 11 Os aseguro que entre los hijos de mujer no ha habido uno mayor que Juan el bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.

COMENTARIO

La figura de Juan el bautista da unidad a todo el párrafo. Mateo dedica especial atención a este personaje en su evangelio, y tiene un interés especial en presentarle como el precursor de Jesús, íntimamente unido a él (Mt 3 1-17). Es probable que tenga presentes a los grupos de discípulos de Juan que existían en su época (Hch 18 25; 19 1-7), y que trate de orientar la relación que mantienen los cristianos con estos grupos.

En el texto se distinguen claramente tres momentos: la respuesta a los enviados del bautista (Mt 11 2-6); la declaración de Jesús sobre Juan (Mt 11 7-15); y la comparación con los muchachos caprichosos (Mt 11 16-19). El comportamiento de Jesús no responde del todo al ideal mesiánico de Juan, más centrado en la dimensión penitencial de la conversión (Mt 3 1-12; 11 18). Al oír hablar de las obras del Mesías, envía desde la cárcel a sus discípulos para que pregunten directamente a Jesús, si él es el Mesías, o no. La respuesta de Jesús es claramente afirmativa. Sus signos, contemplados a la luz de los oráculos proféticos (Is 35 5-6; 42 18), revelan claramente que él es el Mesías, el que tenía que venir; y revelan también que su mensaje es una buena noticia. La declaración de Jesús sobre Juan (Mt 11 7-15) consta de tres preguntas dirigidas al público. Las dos primeras tienen una respuesta negativa: Juan no es un predicador oportunista, ni un lujoso cortesano. La respuesta a la tercera es, sin embargo, positiva: Juan es un profeta, y más que un profeta: es el precursor del Mesías; es Elías, el que tenía que venir a prepararle el camino (Mal 3 23-24).

La comparación final (Mt 11 16-19) ilustra el no rotundo de su pueblo a Jesús. No han entendido que Juan era el precursor (Mt 11 7-15), ni han sabido descifrar las obras de Jesús (Mt 11 2-6). A pesar de que el anuncio del reino les ha llegado a través de la austeridad de Juan (Mt 3 1-12) y la alegría de Jesús (Mt 4 17; 9 14-15), han rechazado la invitación a convertirse. A pesar de ellos, las obras que Jesús realiza le acreditan como el enviado del Padre.

El Mensaje del Nuevo Testamento, S. Guijarro
Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

Es extraño este «mensajero» encarcelado, atenazado por las dudas, que envía una expedición de discípulos a Jesús para que, de alguna manera, manifieste su identidad; es importante reconocerle, que se explique, que nos aclare, que justifique sus comportamientos…, no coincide su conducta con lo que se espera… Vale también esto para nosotros; hemos de buscar los signos: ¿Ha entrado «la buena noticia» en el corazón de los pobres? ¿Se está haciendo justicia a los débiles? ¿Los oprimidos se sienten liberados con nuestra cercanía? ¿Los que no tienen palabra, se saben escuchados y atendidos por nosotros? Los que viven sin esperanza, ¿encuentran en nosotros una realidad menos trágica? Los excluidos, los discriminados, ¿saben que cuentan con nosotros? Los que sufren, ¿encuentran en nosotros entrañas de misericordia? Para ver todo esto hemos de abandonar la vida acomodada (v.8), protegida… desde donde no se ve nada… Si aún tenemos dudas preguntemos a los pobres ¿qué es para ellos una «buena noticia»?

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

¿De qué soy yo «mensajero», portavoz…?
Mi vida ¿qué anuncio explícito expresa en su forma de vivir?
¿Cómo me relaciono con los pobres, con los leprosos, los excluidos, los sordos, los que están muertos…?
En mi círculo, en mi familia ¿existen estos receptores de los signos mesiánicos?
Después de la Meditación entrégate a la Oración de quietud…
Repite sosegadamente
¡ Señor, que vea !
¡ Ven, Señor !
¡ Señor, que oiga tu voz!

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

Comparte lo que has vivido, lo que has sentido, lo que el Espíritu te ha dado. No discutas teorías. Entrega pobremente algo de ti a tu hermano. ¿Tiene que venir «otra persona» para que tu hermano tenga esperanza? Di una palabra de amor, sencillamente. Se finaliza con la oración común del Padre Nuestro y el Salmo 145 del Diurnal. Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

IV Domingo

1.- LA FE DE JOSÉ

«…¿No os basta cansar a los hombres, sino que cansáis incluso a Dios. » (Is 7, 10-14).
» …Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles responsan a la fe…» (Rom 1, 1-7).

SÍMBOLOS

Se preparan los elementos para el nacimiento.
Se pone la cuna vacía en sitio preferente.
Se encienden las cuatro velas del adviento.

2.- PALABRA (Mt 1, 18-24)

El misterio de Dios captado y vivido por José y hecho presente en María tiene su lógica en la historia de la salvación. Es Dios y no las criaturas quien mueve los hilos de la historia y lo hace de forma sorprendente: desde los márgenes, desde la gratitud de la fe. Esta es la verdadera historia que asume José y María portadores de la gratitud de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 1, 18-24)
Nacimiento de Jesús
Lc 2 1-7 Lc 1 31-35; Is 7 14; 8 8; Mt 18 20; 28 20 18

El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: su madre María estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que había concebido por la acción del Espíritu Santo. 19 José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto. 20 Después de tomar esta decisión, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: – José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María como esposa tuya, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo. 21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. 22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que anunció el Señor por el profeta que dice: 23 La virgen concebirá y dará a luz un hijo. a quien pondrán el nombre de Emmanuel. (que significa: Dios con nosotros) 24 Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado: recibió a su esposa 25 y, sin tener relaciones conyugales, ella dio a luz un hijo, al que José puso el nombre de Jesús.

COMENTARIO

En este pasaje desarrolla Mateo lo que había insinuado en Mt 1 16: Jesús, nacido de forma misteriosa de María, entra a formar parte de la descendencia davídica a través de José, que lo adopta como hijo. Se dice que María estaba prometida a José. Entre los judíos esta promesa comportaba un compromiso matrimonial casi definitivo, y si la pareja tenía un hijo, éste era considerado hijo legítimo de ambos. En caso de infidelidad, la ley de Moisés preveía dos soluciones: la denuncia pública, y consiguiente lapidación (Dt 22 13-21); o la separación en privado (Dt 24 1). José, sin dejar de ser obediente a la ley, elige la segunda.

Aparentemente la figura de José domina la escena. Su actuación es muy importante en Mateo 1-2. Aparece como el modelo del justo obediente a la ley de Moisés y a las insinuaciones de Dios, y es probable que la comunidad de Mateo viera representados en él a los judíos que había acogido el evangelio. Sin embargo este protagonismo es sólo aparente, porque detrás de él aparece por todas partes la acción de Dios. Es Dios quien actúa valiéndose de sueños y mensajeros, y sobre todo del Espíritu Santo, fuerza de la nueva creación, para hacer presente a Jesús en medio de la historia de los hombres. En realidad todo el relato es una presentación de Jesús. En la genealogía se decía de él que es el Hijo de Abrahán y de David, pero ahora se nos desvela que es sobre todo el Hijo de Dios, el Dios-con-nosotros, la presencia viva de Dios en medio de su pueblo. La misión de Jesús aparece anunciada en el nombre que su padre adoptivo le impone por mandato de Dios.

Jesús significa «Dios salva», y la misión de Jesús será, precisamente, salvar a su pueblo de los pecados (Mt 1 21). En Mt 1 22-23 se encuentra una de las llamadas «citas de reflexión» que Mateo ha ido colocando a lo largo de su evangelio. Son citas del Antiguo Testamento introducidas por una fórmula fija: todo esto sucedió para que se cumpliera… cuyo propósito es subrayar que en Jesús se han cumplido las promesas que Dios había hecho a su pueblo. Es probable que reflejen el trabajo de una escuela de escribas cristianos especialmente preocupados por mostrar a los judíos de dentro y de fuera de la comunidad que Jesús es verdaderamente el Mesías esperado por Israel. Al citar Is 7 14 Mateo subraya el nombre del niño que nacerá: Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros, reafirmando la certeza que tienen sus destinatarios, de que en Jesús Dios se nos hace cercano, y de que esta presencia suya no se reduce sólo a su vida terrena, sino que alcanza a toda la vida de la iglesia (véase Mt 18 20; 28 20).

El Mensaje del Nuevo Testamento, S. Guijarro
Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

Del titubeante Acaz (1ª Lectura) pasamos a estos dos creyentes y obedientes personajes: María y José. Confiados totalmente en la obra de Dios … José no razona, no alega derechos tradicionales, «es bueno…» (v.19), renuncia a resolver la situación por medios humanos (v.19). Acepta el desafío salvador, misterioso de Dios que es un «niño», «Dios con nosotros» (v.23). Él renuncia a su futuro para hacer el proyecto de Dios…, yo renuncio a mi futuro para hacer un proyecto nuevo… de Dios, de los otros…, de la Iglesia…, de la sociedad…, de los necesitados de este mundo…, yo… ¿qué renuncias se me presentan hoy para hacer que nazca la esperanza en mi entorno? No es fácil hacer nacer en mí nada nuevo…, más difícil lo encuentro en mi entorno. Necesitamos soñar, desear…, abrirnos a nuevas realidades para que tu Espíritu nos rehaga por dentro y por fuera; en nuestro interior y en nuestras relaciones; en nuestros pensamientos y en nuestras maneras de actuar; en nuestras miradas hacia la sociedad y en nuestras maneras de estar con ella. Acoger en mi vida la vida que otro me ofrece no es fácil, pero acogerla con fe y ponerse al servicio de ella, de su crecimiento, hasta llegar a la plenitud es una tarea silenciosa que me puede hacer creyente de verdad.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

Elige «una señal» que para ti sea significativa…, que te permita cambiar de rumbo.
¿Qué «señal», «signo» sería para ti salvador?
¿Qué signo puedes tu ofrecer a los otros? Un signo de vida, de esperanza, de renovación.
Prepara un pequeño detalle para cada persona de tu entorno.
Repite sosegadamente
¡ Ven pronto, Señor !
Señor, que crea.

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

¿Cuáles son las «nuevas señales» de Dios, hoy, para nosotros?
¿Cómo acogemos esas «señales» y «signos»?
¿Qué «movimientos», «ideas» o «acciones» nos hacen reaccionar y salir de nuestro adormecimiento?
¿En quién o quiénes se hace presente hoy la vida nueva de Dios?
¿Sabrías narrar una historia verdadera que te haya hecho vivir y renovarte?

Terminamos con el 23 del Diurnal

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
-¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
-El hombre de manos inocentes, y puro corazón,
que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
-Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
-¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas;
va a entrar el Rey de la gloria.
-¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.