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Cuaresma – Ciclo C

La Cuaresma es mirar bien a Jesús, hasta que te lo aprendas, hasta que lo veas con los ojos cerrados.
La Cuaresma es seguir los pasos de Jesús, hasta alcanzarlo, y correr y contárselo al hermano.
La Cuaresma es salir al encuentro del hermano y ponerte a su servicio.
La Cuaresma es hacer silencio en ti, para escuchar la palabra.
La Cuaresma es tiempo de conversión, no de «mortificación».
La Cuaresma es esfuerzo liberador, no prácticas acostumbradas.
La Cuaresma es gozo compartido, no pena y soledad.
La Cuaresma es ablandar el corazón y desterrar toda violencia que anida en ti.
La Cuaresma es despojo progresivo y superación del consumismo.
La Cuaresma es abrirse a la vida que viene del Espíritu.

Tres elementos parecen explicar principalmente la historia de la cuaresma cristiana: el ayuno o preparación de la Pascua, el preparar a recibir o renovar los sacramentos pascuales, y la conmemoración de los cuarenta días de Jesús en oración y lucha contra el mal.

La glorificación del Señor Jesús y el nacimiento del pueblo de la nueva alianza que surge de ella es la razón decisiva del acontecimiento pascual.

Desde el comienzo de su ministerio Cristo dice: «Todavía no ha llegado mi hora» (Jn 2, 4). Lo repetirá de otro modo diciendo: «Todavía no ha llegado mi tiempo» (Jn 7, 6). Al final de su vida mortal podrá decir, con el peso de toda su significación teológica, «ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre» (Jn 12, 23) y esto será rubricado con el testimonio de la voz celestial. El cuarto evangelio confirma la misión última que el Padre le había confiado y que tiene en el momento de la Pascua su culminación: «Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1).

El misterio de la glorificación de Jesús y de los hombres había comenzado. La Pascua de Jesucristo es la Pascua de los hombres.

La Iglesia se identifica con la celebración de la Pascua de Jesús, a fin de que ésta se realice en plenitud en la última venida de Cristo.

No se puede hablar de cuaresma sin tener claro el término pascual de la misma, puesto que la Pascua es el inicio y término de su camino. La primacía no la tiene la cuaresma, como no la tiene la preparación sino la meta o participación plena en la fiesta de las fiestas, incluso más allá del tiempo, simbolizado por los cincuenta días.

La celebración en la Iglesia, III
Ritmos y tiempos de la celebración.
Ediciones Sígueme

Miércoles de Ceniza

1.- CONVERTÍOS Y CREED

«… Rasgad los corazones y no las vestiduras » (Joel 2, 12-18)
«… Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable » (2 Cor 5, 20 – 6, 2)

SÍMBOLOS

  • Cruz vacía.
  • Camino.
  • Ceniza.

2.- PALABRA

(Mt 6 1-6. 16-18) Jesús repasa las prácticas religiosas de su tiempo y nos las presenta dándoles su auténtico valor.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 6, 1-6. 16-18)

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. 2 Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; 4 así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. 5 Cuando recéis no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.
6 Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. 16 Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
17 Tú, en cambio, cuando ayunes perfúmate la cabeza y lávate la cara, 18 para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre que ve en lo escondido, te recompensará».

CONVIERTE TU VIDA

La Cuaresma es:

Ayunar de manera compasiva,
que el hermano no ayune en su pobreza,
vivir austeramente, en alegría,
que el hermano no muera en su miseria.

Orar en la verdad y en el Espíritu,
a la escucha de Dios en su misterio,
unirte a la oración del mismo Cristo
viviendo intensamente el Padrenuestro.

La limosna, en que das misericordia,
vivirla y ser un buen samaritano,
con vino bueno y vendas generosas,
y ofrecer el aceite perfumado.

… Cruces y más cruces

Hay cruces casi «inevitables…»
Ciertas edades,
ciertos climas,
Hay cruces que te «endosan…»
En forma de calumnia,
en forma de contagio,
Hay cruces que te «atrapan…»
Te atrapa la droga,
te atrapa el placer,
Hay cruces como «de temporada…»
Cruces de Adviento,
cruces de Cuaresma,
Hay cruces de «competición…»
Trabajo más que nadie,
disimulo más que nadie,
aguanto más que nadie,
Hay, sin embargo, una cruz que admiro
y que me causa asombro, y con la que
puedo y debo cargar:

  • La del que procura que el otro no tenga cruz.
  • La del que ayuda al otro a llevar su cruz.
  • La del que se mortifica para no mortificar.
  • La del que sufre, sencillamente porque …

AMA
¡Esta es la cruz de Jesús!

El buen olor de Cristo
Cuaresma – Pascua 2010
Cáritas Española Editores

I Domingo

1.- CAMINO DE FE

«… Traigo las primicias, los frutos del suelo que tu, Señor, me has dado…» (Dt 26, 4-10 ).
«… Si tus labios profesan … y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás ….» (Rom 10, 8-13).

SÍMBOLOS

  • Leccionario.
  • Manzana… dinero… (Símbolos de seducción).

2.- PALABRA

(Lc 4, 1-13). Jesús en el desierto ora al Padre y nos enseña a vencer las tentaciones con las armas de la fe y la obediencia a la palabra de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 4, 1-13)

Tentaciones de Jesús

Mc 1 12-13; Mt 4 1-11; Dt 8 3; 6 13; Sal 91 11-12; Dt 6 16

Lleno del Espíritu Santo, Jesús regresó del Jordán. El Espíritu le condujo al desierto, 2 donde el diablo le puso a prueba durante cuarenta días. En todos esos días no comió nada, y al final sintió hambre. 3 El diablo le dijo entonces:
– Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.
4 Jesús le respondió:
– Está escrito: No sólo de pan vive el hombre.
5 Le llevó después el diablo a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos de la tierra. 6 El diablo le dijo:
– Te daré todo el poder de estos reinos y su gloria, porque a mí me lo han dado y yo puedo dárselo a quien quiera. 7 Si te postras ante mí, todo será tuyo.
8 Jesús respondió:
– Está escrito: Adorarás al Señor tu Dios, y sólo a él le darás culto.
9 Entonces le llevó a Jerusalén, le puso en el alero del templo y le dijo:
– Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí; 10 porque está escrito: Dará órdenes a sus ángeles para que te guarden, 11 te lleven en brazos y no tropiece tu pie en piedra alguna.
12 Jesús le respondió:
– Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios.
13 Cuando terminó de poner a prueba a Jesús, el diablo se alejó de él hasta el momento señalado.

COMENTARIO

Lucas está de acuerdo con Mateo en dar una descripción de las tentaciones (Marcos sólo nos dice que fue tentado). Lucas, sin embargo, invierte el orden de la segunda y la tercera tentación. El orden de Mateo es más lógico y parece probable que Lucas lo ha cambiado para hacer que las tentaciones terminen en Jerusalén. Esta ciudad, y el camino que Jesús hace hacia ella (véase nota a Lc 9 51 – 19 48), son claves teológicas fundamentales para entender el evangelio de Lucas y el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 1 8).
Este relato muestra cómo Jesús no utiliza su filiación divina como un privilegio. Muchas imágenes mesiánicas de Israel son destruidas en este texto. Jesús, lleno del Espíritu, resiste al diablo que esperará otro momento oportuno (Lc 22 3.53). Los textos bíblicos citados relacionan la tentación con la pasión y la muerte de Jesús, donde toda tentación será vencida y Jesús se manifestará definitivamente como el Mesías sufriente. La cercanía de la referencia a Adán en la genealogía que precede a este texto nos recuerda la tentación primera (Gn 3). Pero aquí el Mesías supera la prueba y una nueva era comienza para la humanidad.
El relato se construye en torno a un diálogo en el que tanto el diablo como Jesús citan la Escritura en apoyo de su opinión. El diablo utiliza la palabra de Dios para justificar el milagro espectacular y sin motivo (primera y tercera tentación) o el dominio universal (segunda tentación). La propuesta de Jesús es radicalmente opuesta; su fidelidad al Padre, que aparece en los textos citados del Antiguo Testamento, le lleva por un camino diferente donde la obediencia y el servicio eliminan toda concepción del mesianismo como poder.

Comentario al Nuevo Testamento
Luis F. García-Viana
Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

El Espíritu empuja y conduce a Jesús al desierto: Primera estación cuaresmal. Ahí, encontramos la lucha de nuestra naturaleza humana y la filiación divina a la que aspiramos.
Para el triunfo humano, asegúrate el pan (v.3); asegurémonos el poder (v. 5-6); y aseguremos el éxito, la admiración (v. 10-11). Tentaciones radicales y tentaciones en permanente actualidad.
Jesús combate con la Palabra de Dios (v. 4, 8 y 12).

También para nosotros la cuaresma es una ocasión para verificar si nuestro proyecto corresponde al proyecto de Dios. Vayamos al desierto; entremos en el desierto personal; encontremos un espacio silencioso en nuestra jornada para:
Verificar en nosotros lo esencial de lo anecdótico.
Limpiar nuestra vida de supersticiones, apariencias y facilidades…
Rechazar las componendas y traiciones al mensaje evangélico.
Descubrir las exigencias radicales que nos ofrece Jesús
Adoptar compromisos y hábitos que nos conduzcan a un camino de coherencia y transparencia.

Esto, sólo es posible con el coraje que nos contagia la Palabra de Dios orada, confrontada con otras palabras humanas y vivida en una permanente actitud de conversión.

¡Ánimo!: un poco de desierto, un poco de silencio y un poco de coraje para frecuentar las profundidades personales; descubrirás el gusto por la interioridad.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «Tu eres el Pan de Vida»
  • «Mi Dios y mi todo»
  • «El Señor es mi fuerza»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Cuáles son las verdaderas pruebas de mi existencia?
  • ¿Las vivo en relación a las seguridades?
  • ¿Las experimento en el ansia de poder?
  • ¿Las dejo crecer en mis expresiones religiosas dando culto a manifestaciones idolátricas?
  • ¿En qué debo cambiar para vivir el programa de Jesús de Nazaret?
  • ¿Qué hábitos evangélicos he de establecer en mi vida?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • Podemos comenzar ahondando y actualizando el siguiente texto:
    « – Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.
    Jesús le respondió:
    – Está escrito: No sólo de pan vive el hombre.» (v. 3 y 4). (Dt 8, 3)
  • ¿Tiene materialidad este texto?, ¿en qué sentido?
  • ¿Qué seguridades buscamos hoy?, ¿por qué?
  • ¿Qué función tiene en nuestra vida la Palabra de Dios?, ¿qué función le damos nosotros?
  • ¿De qué nos alimentamos?, ¿con qué contenidos nutrimos nuestra existencia?

Terminamos recitando juntos el Salmo 90 del Diurnal

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti».

El te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Nada más mirar con tus ojos,
verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación».

II Domingo

1.- LA GRAN REVELACIÓN

« …Mira al cielo…, cuenta las estrellas….: Así será tu descendencia» (Gn 15, 5-12. 17-18 ).
« …Nosotros aguardamos un Salvador… Él transformará nuestra condición…» (Flp 3, 17 – 4, 1).

SÍMBOLOS

  • La Cruz.
  • Leccionario.
  • Luz, sobre la cruz

2.- PALABRA

(Lc 9, 28-36). El Tabor está entre el desierto y el Calvario. Éste evento ilumina el camino y crea esperanza en la Pascua.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 9, 28-36)

Mc 9 2-8; Mt 17 1-8
Dt 18 15.18; Mal 3 23; Ex 34 29-35; Jn 1 14; 2 Pe 1 16-18; Mc 1 9

Unos ocho días después, Jesús tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago y subió al monte a orar. 29 Mientras oraba, se transformó el aspecto de su rostro, y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente. 30 En esto aparecieron conversando con él dos hombres. Eran Moisés y Elías, 31 que, resplandecientes de gloria, hablaban del éxodo que Jesús había de consumar en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros, aunque estaban cargados de sueño, se mantuvieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos que estaban con él. 33 Cuando éstos se retiraban, Pedro dijo a Jesús:
– Maestro, estamos muy bien aquí; vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Pedro no sabía lo que decía. 34 Mientras estaba hablando vino una nube y los cubrió; y se asustaron al entrar en la nube. 35 De la nube salió una voz que decía:
– Este es mi Hijo elegido; escuchadle.
36 Mientras sonaba la voz, Jesús se quedó solo. Ellos guardaron silencio y no contaron a nadie por entonces nada de lo que habían visto.

COMENTARIO

Ya desde el comienzo se nos indica que el contexto de revelación es la clave de comprensión de este relato. La presencia del «monte» y de la «oración» es típica en el evangelio de Lucas para expresar la importancia de lo que se nos va a revelar. Este relato presenta un fuerte contraste con el anterior. En medio de una vida llena de contradicciones, y ante un horizonte cercano de sufrimiento, se revela sin embargo la verdadera gloria de Jesús, una gloria que le viene de Dios mismo (Lc 9 35 es el centro de la narración). Moisés y Elías, representantes de la ley y los profetas, hablan entre sí del éxodo de Jesús, es decir de su muerte liberadora, aunque quizá no esté ausente del horizonte de este concepto la misma resurrección, anunciada en la transfiguración.
Muchos otros rasgos del Antiguo Testamento nos ayudan a entender el lenguaje simbólico del relato: el resplandor de Jesús nos recuerda al de Moisés descendiendo del Sinaí (Ex 34 29), la nube nos lleva a la presencia de Dios en la tienda del desierto (Ex 40 35) y en el templo (1 Re 8 10), Moisés y Elías eran esperados en el tiempo de la salvación (Dt 18 15-18; Mal 3 22-23). Jesús se nos presenta así como el que viene a dar plenitud a todas las realidades personales e institucionales de Israel. Él es el nuevo templo, la nueva alianza, el profeta de la última hora. Por eso tenemos que escucharle, ya que su palabra es decisiva para la vida del hombre.

El Mensaje del Nuevo Testamento
Luis F. García-Viana
Casa de la Biblia

 

3.- RESUENA LA PALABRA

La Luz Taborica nos revela, en este segundo domingo, la llamada de Dios a la plenitud de hijos en el «Hijo elegido» (v. 35); esta plenitud la lograremos «escuchando» al Hijo (v.35).
«Escucharle» en el diálogo con Moisés y Elías (v.30), en el diálogo con la ley y con la búsqueda profética.
«Escucharle» cuando nos habla del «éxodo» que hemos de padecer para participar de su vida: el éxodo supone un cambio, una salida, un nuevo itinerario.
«Escucharle» más allá de la «luz taborica», más allá de la belleza del culto, más allá del significado o el sonido de las palabras; «escuchar» lo que supone, hoy, ser hijos, ser llamados al amor, ser destinados a dar vida.
«Escucharle» es dejar que «resuene en nosotros la voz de Jesús sólo» (v. 36), sólo y absolutamente con Jesús en diálogo permanente con el misterio del Padre.
«Escucharle» supone tener la valentía de «guardar silencio» (v.36) ante Dios, un silencio lleno de sentido y de esperanza…; esperanza en la Pascua que se ha de realizar en cada uno de nosotros y en todos nuestros éxodos.

Se trata de escuchar, de silenciar, de dejar que su voz resuene en nosotros, de vivenciar tanto en la luz del Tabor como en la oscuridad de la Pasión… No nos inventemos caminos… sigamos el suyo, el camino de la cruz, el itinerario del Maestro que conduce en fidelidad a Dios desde la luz esperanzada del Tabor por la pasión y la Cruz a la Pascua de la Resurrección.

La luz se hace en nosotros a través de la «prueba», de la pasión y de la cruz.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • « – Maestro, estoy bien aquí »
  • « – Este es mi Hijo »
  • « – Escuchadle »

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Te concibes «en camino» con Jesús hacia la VIDA?
  • ¿En qué consisten tus momentos de luz?
  • ¿Cómo traduces, hoy, el diálogo con la ley?
  • ¿Con qué acciones manifiestas la exigencia profética?
  • ¿Qué realidades tienen más peso en tu existencia, la luz del Tabor o la oscuridad de la pasión?
  • ¿Se traducen en actitudes y hábitos?
  • ¿Las expresas en la vida cotidiana?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • Partamos del comentario del versículo 36:
    «Mientras sonaba la voz, Jesús se quedó solo. Ellos guardaron silencio y no contaron a nadie por entonces nada de lo que habían visto.»
  • ¿Es esta la realidad cruda de la situación del discípulo?
  • Sólo Jesús…
    Sólo silencio…
    ¿Podemos, debemos «contar nuestra experiencia creyente»?
  • ¿Qué hemos de narrar, hoy, cuando hablamos los creyentes?
  • ¿Nuestras vivencias de la Palabra?
  • ¿Nuestras entregas a los hermanos?

Recitamos juntos el Salmo 26 del Diurnal

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio,
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

III Domingo

1.- FRUCTIFICA

« …He visto la opresión…, he oído sus quejas…, me he fijado en sus sufrimientos… » (Ex 3, 1-8. 13-15 ).
« …Por tanto el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga » (1 Cor 10, 1-6. 10-12).

SÍMBOLOS

  • Hojas secas
  • La Cruz.
  • La Palabra.
  • Hojas secas…, abono…

2.- PALABRA

(Lc 13, 1-9). Las desgracias narradas en el evangelio así como las adversidades actuales son signos que nos invitan a actualizar la salvación y a convertirnos para no perecer.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 13, 1-9)

Es urgente convertirse
Hch 5 37; Jn 9 2-3

13 1 En aquel momento llegaron unos a contarle lo que había pasado con unos galileos, a quienes Pilato había hecho matar mezclando su sangre con la de los sacrificios que ofrecían. 2 Jesús les dijo:
– ¿Creéis que estos galileos murieron así por ser más pecadores que los demás? 3 Os digo que no; más aún, si no os convertís, todos pereceréis igualmente. 4 Y aquellos dieciocho que murieron al desplomarse sobre ellos la torre de Siloé, ¿creéis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? 5 Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis igualmente.
6 Jesús les propuso esta parábola:
– Un hombre había plantado una higuera en su viña; vino a buscar fruto en la higuera y no lo encontró. 7 Y dijo al viñador: «Hace ya tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. ¡Córtala! ¿Por qué ha de ocupar terreno inútilmente?» 8 El viñador le respondió: «Señor, déjala todavía este año; yo la cavaré y le echaré abono, 9 a ver si da fruto en lo sucesivo; si no, la cortarás».

COMENTARIO

La idea del juicio que viene, une estos versículos y la parábola que se cuenta después (Lc 13 6-9) con el texto que le precede. Jesús cita dos ejemplos históricos que no conocemos con exactitud. Flavio Josefo, el gran historiador judío del siglo de Jesús, nos narra cómo Pilato mató a algunos galileos revoltosos en Jerusalén. ¿Se trata del ejemplo que cita Jesús? Tampoco sabemos nada de la caída de la torre de Siloé. Sin embargo la conclusión que saca Jesús de estos dos ejemplos es bastante clara. Aquellos que perecieron no eran peores que los que quedaron con vida. Refuta de esta manera la doctrina judía de la retribución, según la cual el que era castigado por algún acontecimiento era culpable de algún gran pecado. En lugar de ello Jesús piensa que ante Dios todos los hombres necesitamos convertirnos a sus caminos. Invita, pues, Jesús a sus contemporáneos a la transformación profunda de todos. Es la única manera de escapar a la destrucción que se aproxima (¿se trata quizá de la destrucción de Jerusalén en el año 70?).
Conectando con el texto anterior, esta parábola de la higuera, referida en la predicación de Jesús a Israel, ilustra las oportunidades que Dios concede para la conversión. Todavía es tiempo de arrepentimiento e Israel tiene una última oportunidad. A pesar de la urgencia de la invitación a la conversión y a dar frutos, vivimos todavía en el tiempo de la paciencia de Dios (Rom 3 25-26). Ya en el Antiguo Testamento había utilizado la higuera como símbolo de Israel (Os 9 10), e incluso de su falta de respuesta a la alianza (Jr 8 13). Una idea similar aparece en la alegoría de la viña de Is 5 1-7. Aunque en este último texto la amenaza sobre Israel no queda atenuada por la espera, como ocurre aquí. Hay en el trasfondo de esta parábola una nota de esperanza. Jesús confía todavía en que la respuesta final de Israel a su misión sea positiva.

El Mensaje del Nuevo Testamento
Luis F. García-Viana
Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

No siempre nuestras respuestas corresponden a la expectativa de quien nos ha confiado la tarea. Nuestros frutos no están a la altura de quien nos plantó.
La parábola de la «higuera plantada en la viña» (v.6) puede ser la ilustración de nuestra realidad.
En nuestro momento eclesial Dios «viene a pedir frutos y no los encuentra» (v.6).
Es lógica su decepción: «Tres años llevo viniendo a buscar fruto… y no lo encuentro» (v.7).
Estos árboles, que somos plantados por Dios, no estamos de adorno, es natural que demos frutos…, «¿por qué ha de ocupar terreno inútilmente?» (v.7).
La paciencia divina parece tener un límite: -¡córtala!-, dice al jardinero.
Tenemos un intercesor, Jesucristo. Pide paciencia, dilación…; se compromete «déjala todavía un año; yo la cavaré y le echaré abono, a ver si da fruto en lo sucesivo» (v. 8 y 9).

El amor, el abono y el trabajo del jardinero que pueden vencer la cerrazón, la aridez y la indiferencia de estas higueras frondosas y estériles que ocupan terreno hermoso.
Dios sigue creyendo en nosotros, sigue esperando nuestros frutos -algo bueno-.
Dios suspende su juicio, por ahora, nos ofrece una posibilidad.
Dios nos ofrece, se ofrece para trabajarnos, en su Hijo Jesucristo.

Señor, que esperas mi respuesta: acéptame en tu terreno y trabájame…, fecúndame con la savia de tu amor paciente y generoso.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «Conviérteme, Señor»
  • «– Yo cavaré»
  • «– Yo abonaré»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Cómo vivo el misterio fecundo del amor de Dios?
  • ¿Soy consciente de su paciencia conmigo?
  • ¿Me dejo abonar y trabajar por el Espíritu de su Hijo?
  • ¿Dejo que el Espíritu tome iniciativas renovadoras en mi vida?
  • ¿Qué medidas -hábitos nuevos- adopto para fructificar?
  • ¿En la vida cotidiana, en el trabajo, en las relaciones eclesiales y sociales?
  • ¿Estoy abierto a la poda, al abono, a la fructificación?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • Podemos partir del versículo 8 y 9 del texto evangélico:
    El viñador le respondió: «Señor, déjala todavía este año; yo la cavaré y le echaré abono, a ver si da fruto en lo sucesivo; si no, la cortarás». (v. 8 y 9).
  • ¿Qué significado encierra este texto para nosotros?
  • ¿Cómo lo aplicaríamos a nuestras comunidades?
  • ¿Con qué acciones concretas «cavar y echar abono»?
  • ¿Qué frutos se esperan de ti, de mí, de nosotros?

Terminamos orando juntos el Salmo 142 del Diurnal

Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.

IV Domingo

1.- ACOGE

« …El día siguiente a la Pascua … comieron del fruto de la tierra … » (Jos 5, 9-12).
« …El que es de Cristo es una criatura nueva … » ( 2 Cor 5, 17-21).

SÍMBOLOS

  • La Cruz.
  • La Palabra.
  • El camino.

2.- PALABRA

(Lc 15, 1-3. 11-32). El amor del Padre no tiene fronteras, ni tiempos, ni hace distinción entre personas: «este hermano tuyo…»

Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 15, 1-3. 11-32)

Parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32)
Jr 3 12-14; 31 20; Is 49 14-16

Entre tanto, todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para oírle. 2 Los fariseos y los escribas murmuraban:
– Este recibe a los pecadores y come con ellos.
3 Entonces Jesús les dijo esta parábola:
11 – Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor dijo a su padre: «Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde». Y el Padre les repartió el patrimonio. 13 A los pocos días, el menor recogió sus cosas, se marchó a un país lejano y allí despilfarró toda su fortuna viviendo disolutamente. 14 Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran carestía en aquella comarca, y el muchacho comenzó a padecer necesidad. 15 Entonces fue a servir a casa de un hombre de aquel país, quien le mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Habría deseado llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Entonces recapacitó y se dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras que yo aquí me muero de hambre! 18 Me levantaré, volveré a casa de mi padre y le diré: padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros». 20 Se levantó y se fue a casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, su padre le vio, y, profundamente conmovido, fue corriendo a echarse al cuello de su hijo y le cubrió de besos. 21 El hijo empezó a decirle: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de llamarme hijo tuyo». 22 Pero el padre dijo a sus criados: «¡Venga! Sacad el mejor vestido y ponédselo; ponedle también un anillo en la mano y sandalias en los pies. 23 Traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete de fiesta, 24 porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y le hemos encontrado». Y se pusieron a celebrar la fiesta.
25 Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino y se acercó a la casa, al oír la música y los cantos, 26 llamó a uno de los criados y le preguntó qué era aquello. 27 El criado le dijo: «Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado sano». 28 Él se enfadó y no quería entrar. Su padre salió a persuadirle, 29 pero el hijo le contestó: «Hace ya muchos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. 30 Pero llega este hijo tuyo que se ha gastado tu patrimonio con prostitutas, y le matas el ternero cebado». 31 Pero el padre le respondió: «Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Pero tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado».

COMENTARIO

La ley judía preveía que el hijo más joven recibiría un tercio de la fortuna de su padre (Dt 21 15-17). Y aunque la división de las propiedades del padre podía hacerse en vida, los hijos no accedían a la herencia hasta después de su muerte (Eclo 33, 20-24). Conociendo estos datos, la forma de actuar el padre de la parábola, que representa a Dios mismo, está ya insinuada desde el comienzo del relato. Esta parábola, en efecto, nos muestra la bondad del padre que olvida todo lo que hizo contra él el hijo. Una bondad que no es comprendida por el hijo mayor, que representa a los escribas y fariseos.
Se trata de una parábola propia de Lucas que tiene una lejana analogía con la de Mt 21 28-32. Aparece también el tema de la alegría, como en las dos parábolas anteriores (Lc 15 24. 32), pero se fija sobre todo en la figura del padre y su bondad que perdona. No debemos tampoco de olvidar, aunque no sea el centro de la parábola, el proceso de conversión del hijo menor que le hace dirigirse hacia el padre, aunque se sienta indigno de él (Lc 15 19-21). Pero el padre se adelanta, y sin saber nada del cambio de actitud de su hijo, lleno de emoción, lo abraza y lo perdona. El amor de Dios siempre precede a nuestra conversión.
La segunda parte (Lc 15 25-32) está dirigida más concretamente al problema que ha suscitado el que Jesús pronuncie esta parábola (Lc 15 1-2). Es una invitación a los fariseos para que sepan acercarse a los pecadores y necesitados, como Jesús lo hacía, y de esta manera participar de la bondad y alegría del Padre por la conversión de aquellos que estaban lejos del cumplimiento de la alianza de Israel.
El creyente y la Iglesia encuentran en esta parábola y en las dos anteriores un modelo para orientar su actuación de proximidad con respecto a los más necesitados y marginados si quieren ser fieles al seguimiento de Jesús.

El Mensaje del Nuevo Testamento
Luis F. García-Viana
Casa de la Biblia

 

3.- RESUENA LA PALABRA

Jesús en esta parábola nos ofrece una inolvidable definición de Dios-Padre: «Cuando aún estaba lejos, su padre le vio y profundamente conmovido, fue corriendo a echarse al cuello de su hijo y le cubrió de besos» (v.20)
«Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio». Sólo el amor esperanzado puede ver a tanta distancia; ese amor que confía y respeta la libertad.
«Profundamente conmovido»: CONMOCIÓN = un corazón emocionado que ha puesto en movimiento las entrañas, los pies y la generosidad gratuita: el perdón.
«Fue corriendo a echarse al cuello de su hijo». Esa conmoción acorta la distancia, hace aflorar los sentimientos y aligera los pasos… No es la razón la que explica el acontecimiento, es la «pasión» de un padre que recobra su más profunda paternidad.
«Le cubría de besos»: esta expresión se encuentra en algunas traducciones como «se lo comía a besos». Es la única forma de curar las dolencias que trae el caminante decepcionado, vacio, alienado, irresponsable… No necesita discursos, arengas ni moralinas, necesita ternura, expresiones concretas. Se fue buscando sentido, encanto, afectos, experiencias… En la vuelta al Padre le propicia la EXPERIENCIA de la gran ternura de Dios: en silencio «lo cubre de besos».

El Padre de Jesús nos invita en esta parábola a recrear la vida, a celebrar los encuentros, a llenar nuestras fiestas de signos de ternura y de emoción. Porque es haciendo, acortando, expresando con ternura como miramos y damos vida a los demás.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «– Padre»
  • «– Hijo, todo lo mío es tuyo»
  • «– Este hermano…»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Con qué ojos miramos a los hermanos?
  • ¿Los juzgamos, los distanciamos, los aislamos?
  • ¿Trabajamos para hacérnoslos hermanos?
  • ¿Cómo está nuestro corazón de hermano?
  • ¿Abierto, enfadado, exigente, indiferente?
  • ¿Quién o quienes necesitan hoy, en mi entorno, ser amado, besado, incorporado a la vida?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • Podemos comentar los siguientes versículos:
    «Me levantaré, volveré a casa de mi padre y le diré: padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros». (v. 18 y 19).
  • ¿Qué significados encontramos en este texto?
  • ¿De dónde brota el dinamismo en el sujeto?
  • ¿Por qué vuelve y no se encamina a otro lugar?
  • ¿Con qué imagen del Padre vuelve el hijo?

Podemos concluir orando juntos el Salmo 33 del Diurnal

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

Proclamad conmigo la misericordia del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

V Domingo

1.- PERDONA

«…Mirad que realizo algo nuevo … Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo … » (Is 43, 16-21).
« …Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante … » (Flp 3, 8-14).

SÍMBOLOS

  • Piedras.
  • Cruz
  • Palabra de Dios

2.- PALABRA

(Jn 8, 1-11). Jesús vino a salvar y salva suscitando el reconocimiento del pecado «Vete y no peques más». Él inaugura un tiempo de gracia y de perdón.

Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 8, 1-11)

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. 2 Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. 3 Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, 4 le dijeron:
– «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5 La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
6 Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose escribía con el dedo en el suelo. 7 Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
– «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». 8 E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
9 Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. 10 Jesús se incorporó y le preguntó:
– «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
11 Ella contestó:
– «Ninguno, Señor»
Jesús dijo:
– «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

COMENTARIO

7,53-8,11 La mujer adúltera.

Esta pequeña unidad literaria no pertenece al evangelio de Juan, pues rompe el contexto de Jn 7-8, y su contenido no encaja en este evangelio, que no tiene interés en esa clase de problemas. Además falta en la mayor parte de los manuscritos antiguos y las referencias de los Padres de la Iglesia a ella son muy escasas. Otros manuscritos la colocan, dentro del evangelio, en sitios diversos, por ejemplo al final del mismo, como hacen actualmente algunas versiones modernas de la Biblia. En una serie de manuscritos la encontramos en el evangelio de Lucas, que sería uno de los lugares más adecuados, dado su interés por destacar la misericordia de Jesús. Y lo mismo puede decirse de la clasificación de los hombres en malos y buenos. Es un tema frecuente en los sinópticos, aunque también nos recuerda Juan que no debemos guiarnos por las apariencias (Jn 7, 24; él se refiere a la valoración de su persona).
En cualquier caso, pertenece al evangelio, dentro de la tradición sinóptica, y su contenido es claro: prohibe emitir juicios severos sobre los demás en relación con su culpabilidad, ya que el que así juzga es también culpable (Rom 2,1). De hecho Jesús vino a salvar a los pecadores, no a perderlos (Lc 19,10). Jesús, rompiendo los moldes establecidos por el puritanismo de la época, deja libre a la mujer concediéndole la vida.

Comentario al Nuevo Testamento
Felipe Fernández Ramos
Casa de la Biblia

 

3.- RESUENA LA PALABRA

A Jesús lo encontramos este domingo en el Templo, ha vuelto del «monte de la oración», está enseñando. Los fariseos y los escribas lo convierten en juez de un caso que ya está tipificado en la ley. Jesús trata el caso con dos preguntas y un profundo silencio:
«El que esté sin pecado, que tire la primera piedra» (v.7). Jesús nos remite a la interioridad, a la conciencia, a la hondura, a nuestra historia. De ahí han de salir los impulsos para tirar, para condenar o para perdonar… ¿qué tenemos y qué sale de nuestras profundidades?
«Mujer ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?» (v.10). En cada juicio moral acusadores y acusados nos retratamos, nos expresamos, nos transparentamos….; es ahí donde Dios nos espera para el juicio del perdón y de la misericordia.
«Jesús se inclinó y escribía con el dedo en el suelo…., e inclinándose otra vez, siguió escribiendo» (vv. 6 y 8). Poco importa el contenido de la escritura…, Jesús trata nuestros pecados, nuestros juicios, nuestros «fracasos morales» con el silencio, un silencio profundo, prolongado, reiterado…, un silencio fermentativo que transforma el órgano endurecido: el corazón.

Jesús ha logrado enseñarnos la pedagogía de la misericordia y del perdón; ha puesto al descubierto la dureza de la ley; nos invita a un viaje hacia la interioridad, rumiando en cada paso, en cada respiración, la sentencia final de su silencio: «Tampoco yo te condeno» (v.11).
«No es fácil escribir la misericordia y el perdón en un corazón de piedra».
«Necesitamos mucho silencio».

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «Misericordia»
  • «Perdón»
  • «Gracias»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Qué concepto tenemos del perdón?
  • ¿Es una declaración legal, un sentimiento piadoso; una liberación; una creación nueva; o una efusión de santidad?
  • ¿Cómo pedimos y otorgamos el perdón?
  • ¿En secreto, en silencio, en público?
  • ¿Con palabras, con gestos, con hechos?
  • ¿Cómo tratamos al pecador?
  • ¿Quiénes son hoy pecadores y por qué?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • Podríamos ahondar en el significado de los versículos 6 y 8, donde Jesús nos confronta con el silencio:
    «Jesús se inclinó y se puso a escribir con el dedo en el suelo… Después se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en tierra». (v. 6 y 8).
  • ¿Qué significación otorgamos a esta acción de Jesús?
  • ¿Qué importancia tiene el silencio en el juicio del amor?
  • ¿Por qué inclinado a la altura de la mujer?
  • ¿El suelo tiene para nosotros alguna significación?

Terminamos orando con el Salmo 26 del Diurnal

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro».
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

DOMINGO DE RAMOS (Ciclo C) Andrés Huertas

Estamos en la Semana final de la Cuaresma. Acompañaremos a Jesús en su entrada a Jerusalén y también en su camino al Calvario.

1.- LA GRAN ENTRADA

« …Bendito el que viene en nombre del Señor… Cuando se fue acercando, al ver la ciudad, lloró por ella, y dijo: ¡Si en este día comprendieras los caminos de la paz! » (Lc 19, 29-44).
« …Ofrecí la espalda a los que me golpeaban … » (Is 50, 4-7).
« …Se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo… » (Flp 2, 6-11).
«…. Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros…. » (Lc 22, 14 – 23, 56).

SÍMBOLOS

  • Cruz y palmas
  • La Cruz.
  • Ramos de olivo.

2.- PALABRA

(Lc 19, 29-44; Lc 22, 14 – 23, 56) Con la entrada de Jesús en Jerusalén se inicia la Semana Santa. Nosotros nos detenemos con Jesús ante la ciudad santa y contemplamos el llanto -las lágrimas- del Maestro y los reproches que lanza sobre los habitantes, los creyentes, de esa ciudad.

Ante el texto de Lc 22,14 – 23,56, la Pasión, guardamos un silencio y una actitud reverente. Procuramos hacer nuestros los sentimientos de Jesús.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 19, 29-44)

Entrada en Jerusalén

Mc 11 1-11; Mt 21 1-11; Jn 12 12-19
Zac 9 9-10; 2 Re 9 13; Sal 118 26; Lc 21 6.20-24; 23 28-31

Al llegar cerca de Betfagé y de Betania, junto al monte llamado de los olivos, envió a dos de sus discípulos 30 diciendo:
– Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, sobre el que nadie ha montado aún; desatadlo y traedlo. 31 Y si alguien os pregunta por qué lo desatáis, le diréis que el Señor lo necesita.
32 Fueron los enviados y lo encontraron como Jesús les había dicho. 33 Cuando estaban desatando el borrico, sus dueños le dijeron:
– ¿Por qué lo desatáis?
34 Ellos respondieron:
– El Señor lo necesita.
35 Ellos se lo llevaron a Jesús. Pusieron sus mantos sobre el borrico e hicieron a Jesús que montara. 36 Según iba avanzando, extendían sus mantos en el camino. 37 Cuando ya se iba acercando a la bajada del monte de los olivos, los discípulos de Jesús, que eran muchos, llenos de alegría, estallaron en gritos de alabanza a Dios por todos los milagros que habían visto. 38 Decían:
– Bendito el rey que viene en nombre del Señor. ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
39 Algunos fariseos de entre la gente le dijeron:
– Maestro, reprende a tus discípulos.
40 Pero Jesús respondió:
– Os digo que si éstos callaran, empezarían a gritar las piedras.
41 Cuando se fue acercando, al ver la ciudad, lloró por ella, 42 y dijo:
– ¡Si en este día comprendieras tú también los caminos de la paz! Pero tus ojos siguen cerrados. 43 Pues llegará un día en que tus enemigos te rodearán con trincheras, te cercarán y te acosarán por todas partes; 44 te pisotearán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán piedra sobre piedra en tu recinto, por no haber reconocido el momento en que Dios ha venido a salvarte.

COMENTARIO

En este relato Jesús aparece como el Mesías pacífico y humilde de Zac 9 9-10, frente al Mesías triunfal que era esperado por la mayoría del pueblo (Lc 19 11). Algunos rasgos de la narración, como el clima de alegría o el extender el manto al paso de Jesús, revelan sin embargo su realeza, manifestada de un modo sorprendente (1 Re 1 38-40; 2 Re 9 13). Es un anuncio simbólico de lo que se producirá en su resurrección, en la que Dios le hará Señor y Mesías (Hch 2 36). Los discípulos entonan un canto, inspirado en su primera parte en el salmo 118 26, que se utilizaba en las grandes fiestas judías. Citado ya en Marcos, Lucas introduce algunos cambios (por ejemplo, sustituir el término reino por el de rey) que hace más clara la alusión a Jesús. Pero, además, Lucas añade una segunda parte, que se parece mucho al cántico de los ángeles de la infancia de Jesús (Lc 2 14). Ahora son sus discípulos los que lo entonan en este momento de manifestación de su gloria.
En medio de este momento triunfal de Jesús brotan, sin embargo, de su boca palabras de juicio contra Jerusalén, que no ha sabido reconocer la salvación de Dios. La lamentación sobre Jerusalén y la destrucción que vendrá sobre ella nos indican la fragilidad de este momento de gloria. Jesús se manifiesta aquí como el rey que sentencia a la ciudad que le va a rechazar. Este es el primero de los tres anuncios de Jesús sobre la destrucción de Jerusalén (Lc 19 43-44; 21 20-24; 23 28-31). El error de Jerusalén consiste en no haber sabido reconocer el momento de la salvación que llegaba con Jesús. Estas palabras nos ponen, pues, en guardia para que sepamos hacer una lectura profunda de los acontecimientos que estamos viviendo para poder descubrir en ellos el paso del Señor por la historia de nuestro tiempo.

Comentario al Nuevo Testamento
Luis F. García-Viana
Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

Las lágrimas de Jesús forman parte de su Pasión: «Cuando se fue acercando, al ver la ciudad, lloró por ella…» (v.41)
Rodeado de vítores y aplausos…. (v.37 y 38), Jesús se siente solo e incomprendido y llora.
Viendo una ciudad espléndida pero ciega, Jesús llora.
Ante un Templo profanado y de culto vacío, Jesús llora.
Frente a un culto cruento y sin espíritu, Jesús llora.
Al ver a unos jefes políticos y religiosos injustos e interesados, Jesús llora.
Con un pueblo desorientado, «como ovejas sin pastor», que se encamina a su desgracia, Jesús llora.
Ante un pueblo ciego y belicoso, Jesús llora.
Con unos creyentes que no «reconocen el momento en que Dios viene a salvar» (v.44), Jesús llora.

El buen olor de Cristo
Cuaresma – Pascua 2010
Editorial Cáritas

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «Bendito el que viene»
  • «Bendito el nombre del Señor»
  • «Dios viene a salvar»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Con qué sentimientos comienzo esta Semana Santa?
  • ¿Dejo que los afectos y las emociones de los textos lleguen a la hondura?
  • ¿Procuro hacer míos los sentimientos de Jesús?
  • ¿Me apropio el mensaje de los textos litúrgicos?
  • ¿Hago del silencio de la Pasión un medio para que Dios me enseñe lo que el texto contiene?
  • ¿Miro mi entorno actual con la mirada de Jesús en la pasión?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • Podemos compartir el sentido que encierra para los creyentes el siguiente versículo:
    «¡Si en este día comprendieras tu también los caminos de la paz! Pero tus ojos siguen cerrados» (v.42).
  • ¿Nos encontramos nosotros en una situación semejante a la de Jerusalén entonces?
  • ¿Cómo se nos ofrece la paz en nuestros días?
  • ¿Quién o quienes han de ser constructores de esa paz?
  • ¿Por qué caminos y con qué instrumentos para construir la paz?
  • ¿Dónde y en quién tenemos puestos los ojos?

Terminamos orando juntos el Salmo 21 del Diurnal

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?;
a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.

Dios mío, de día te grito, y no respondes;
de noche, y no me haces caso;
aunque tú habitas en el santuario,
esperanza de Israel.

En ti confiaban nuestros padres;
confiaban, y los ponías a salvo;
a ti gritaban, y quedaban libres;
en ti confiaban, y no los defraudaste.

Pero yo soy un gusano, no un hombre,
vergüenza de la gente, desprecio del pueblo;
al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere».

Tú eres quien me sacó del vientre,
me tenías confiado en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
No te quedes lejos, que el peligro está cerca
y nadie me socorre.

Me acorrala un tropel de novillos,
me cercan toros de Basán;
abren contra mí las fauces
leones que descuartizan y rugen.

Estoy como agua derramada,
tengo los huesos descoyuntados;
mi corazón, como cera,
se derrite en mis entrañas;

mi garganta está seca como una teja,
la lengua se me pega al paladar;
me aprietas contra el polvo de la muerte.

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.

Ellos me miran triunfantes, se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.

Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
Líbrame a mí de la espada,
y a mí única vida de la garra del mastín;
sálvame de las fauces del león;
a éste pobre, de los cuernos del búfalo.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.