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Navidad – Ciclo B

… Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Jn 1,14

María va a ser la Madre de Dios, y su respuesta es: he aquí la esclava del Señor…
Ya había concebido en su ser por la humildad.
No hay santidad sin humildad.
Pedir a la Virgen la verdadera humildad, que soporte el viento de las contradicciones y desprecios.
No parecer humilde, sino serlo»
(Siervo de Dios Juan Sánchez Hernández)

Como María digamos ¡Sí al Amor que se encarna en nuestras vidas y da a luz la salvación del mundo desde abajo, desde lo humilde, desde lo pequeño! Feliz Navidad y un Nuevo Año lleno de bendiciones, os desea el Instituto Secular «Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote».

Natividad del Señor

1.- «UNA GRAN ALEGRÍA»

«Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado …» (Is. 9, 2-7)
«Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre …» (Tit. 3, 4-7)

SÍMBOLOS

  • Belén en sitio preferente.
  • Sagrada Escritura.
  • Una mayor iluminación en todo.

2.- PALABRA (Lc. 2, 1-14).

El nacimiento de Jesús se describe en un contexto histórico, poniendo de relieve, que Jesús es hijo de su pueblo y relacionado con personas y tradiciones de Israel.

Hoy os ha nacido un Salvador.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2, 1-4)

En aquel tiempo, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero.
2 Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. 3 Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
4 También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, 5 para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. 6 Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto 7 y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
8 En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.
9 Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.
10 El ángel les dijo:
– «No temáis, os traigo una buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: 11 hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. 12 Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
13 De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
 14 «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama».

COMENTARIO

2,1-21. Nacimiento de Jesús

Con motivo de un hecho de la historia del Imperio romano, el censo de Augusto, se lleva a cabo el propósito de Dios, que se inscribe en la historia del pueblo elegido. Es en Belén, la ciudad de David, donde ocurre el acontecimiento que desencadena la historia de la salvación. Este nacimiento se describe según el esquema de la paradoja. Jesús es el Salvador, el Mesías, el Señor (Lc 1,11), y sin embargo su nacimiento se produce en el despojamiento y la pobreza. Hay que destacar también el contraste existente entre el nacimiento de Juan y el de Jesús. Mientras que en Juan el ambiente es de alegría y fiesta, en medio de los parientes y vecinos que vienen a felicitar a los padres, en el nacimiento de Jesús reina la soledad. La sombra de la cruz se proyecta ya sobre estos primeros días de su vida.

Los primeros a los que se revela esta buena noticia son unos pastores, representantes de los pobres y sencillos, que serán también los primeros en recibir la palabra de Jesús (Lc 4,18). El anuncio del ángel a los pastores sigue el esquema habitual en las apariciones o epifanías celestes: una gloria luminosa, el miedo de los pastores, la expresión no temáis, el alegre mensaje sobre el niño y el signo que confirmará sus palabras. Quizá lo más nuevo es la confesión de la fe cristiana en Jesús, que concentra rasgos fundamentales de la cristología de Lucas. Este niño que nace va a ser el Mesías esperado de Israel, el Señor manifestado en su resurrección, el auténtico salvador de los hombres. Este último título tenía una enorme importancia en la época de Lucas, ya que no sólo al emperador romano sino también a los dioses paganos se los llamaba así. Lucas al utilizar este título para Jesús (Lc 2,11.30; Hch 5,31; 13,23) nos lo presenta como la única alternativa posible a todos los absolutos que se crea el hombre. El título Cristo o Mesías se aplicaba generalmente, en el judaismo palestinense del s. I d. C., a un rey de la familia davídica que vendría a restaurar el reino de Israel (Hch 1,6). El tono predominantemente político del título es minimizado por Lucas que insiste en la dimensión universal del mesianismo de Jesús (Lc 2,29-32). Señor es el título más utilizado para referirse a Jesús en Lucas y Hechos. Su contenido expresa el carácter trascendente de su persona y su dominio sobre la humanidad.

Este anuncio del ángel encuentra un eco en el cielo, es el canto del «Gloria» (Lc 1,14). La gloria de Dios se manifestaba en el Antiguo Testamento en los acontecimientos de la historia. Ahora, en el niño que nace, nos encontramos con el centro del tiempo salvífico. Por eso con él llega la paz que es una de las expresiones utilizadas para hablar de la salvación esperada en el tiempo del Mesías (Is 9,5-6). Y esta paz llega, no a los hombres de buena voluntad -como decían las antiguas traducciones- sino a los hombres que son amados por Dios. Pero su amor no tiene límites y alcanza a todos. Por último, la actitud meditativa de María, que interioriza y profundiza los acontecimientos, se complementa con la actitud «misionera» de los pastores que proclaman la gloria de Dios manifestada en el nacimiento de Jesús. Estas dos actitudes nos dan un buen retrato de la existencia creyente.

Comentario al Nuevo Testamento
Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

No existe una sola navidad. Está la navidad folklórica, mercantil; la emotiva y sentimental; la snobista ostentosamente inconformista; la de los intelectuales; la nuestra que se vive bajo el signo de lo religioso …. ¿cómo ha de ser nuestra navidad?.

  • Es inútil buscar signos grandiosos, espectaculares; «Un niño nos ha nacido …»(Is. 9,5).
  • Dios ha elegido la modestia, lo sencillo, lo pequeño … lo normal. «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre» (Tit. 3,4). Navidad quiere decir que Dios asume nuestras miserias y nos muestra su rostro sereno, sonriente, motivador de ternura … en un niño indefenso.
  • «En la tierra paz a los hombres que Dios ama» (Lc. 2,14). Dejémonos amar; con la Navidad se incia la búsqueda apasionante de Dios; Él nos busca y nos ama (Lc. 15,1-7); «a ti te llamarán ‘buscada’» (Is. 62,12).

En esta Navidad «Vamos derechos a Belén» (Lc. 2,15); vivamos con los pastores, los sencillos, la experiencia de:

  • Escuchar los signos de vida.
  • Verificar, viendo y adorando.
  • Alabar lo cotidiano y escondido.
  • Anunciar que la vida sigue naciendo en el amor vivido y manifestado.

La Navidad no está encerrada en una narración, es un proceso abierto para nuestra experiencia vital: una presencia nueva que provoca una vida diferente».

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «No temáis».
  • Tú eres nuestra alegría.
  • Dios salva. Gloria a Dios.

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Qué signos de vida existen en mí?
    • ¿Escucho las necesidades y alegría de mi entorno?, ¿me alegro con ellos, sufro y colaboro con los que me rodean?
    • ¿Miro con profundidad la realidad que sigue renovándose en mi entorno?
    • ¿Agradezco con palabras y con alegría los signos de vida que existen en mi vida?
  • ¿Mantengo un compromiso de anunciar la vida y el amor?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • ¿Dónde, en quienes, cómo observamos que sigue naciendo Dios hoy?
    • ¿Con qué signos nos reta?
    • ¿Quienes lo transparentan con mayor nitidez?
    • ¿En qué espacios se expresa con mayor elocuencia?
  • ¿Podemos cambiar la Navidad?, ¿cómo?

Terminamos la puesta en común orando la Admonición de San Francisco, nº. 27. B.A.C. 27.

27. LA VIRTUD AHUYENTA AL VICIO

1 Donde hay caridad y sabiduría,
no hay temor ni ignorancia.
2 Donde hay paciencia y humildad,
no hay ira ni desasosiego.
3 Donde hay pobreza con alegría,
no hay codicia ni avaricia.
4 Donde hay quietud y meditación,
no hay preocupación ni disipación.
5 Donde hay temor de Dios que guarda la entrada (cf. Lc 11,21),
no hay enemigo que tenga modo de entrar en la casa.
6 Donde hay misericordia y discreción,
no hay superficialidad ni endurecimiento.

Andrés Huertas

Sagrada Familia

1.- LA TRINIDAD DE NAZARET

«Te heredará uno salido de tus entrañas» (Gn. 15, 1-6;. 21 ,1-3)
«Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar muertos» (Heb. 11, 8.11-12.17-19)

SÍMBOLOS

  • Anillos de compromiso.
  • Icono de la Trinidad de Rublev.

2.- PALABRA (Lc. 2, 22-40).

La Sagrada Familia cumple la ley de Moisés, pero también escuchan los ecos proféticos (v. 25-26). La madre de Jesús aparece ya unida al destino y al dolor de su hijo (v. 34-35).

Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2 22-40)

Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor: 23 «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», 24 y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
25 Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. 26 Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. 27 Impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, 28 Siméon lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
 29 «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. 30 Porque mis ojos han visto a tu Salvador, 31 a quien has presentado ante todos los pueblos: 32 luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel».
33 Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
34 Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
– «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: 35 así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma».
36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana: de jovencita había vivido siete años casada, 37 y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. 38 Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
39 Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40 El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

COMENTARIO

2.22-40. Presentación de Jesús.

Los padres de Jesús cumplen todo lo que ordenaba la ley de Moisés con motivo del nacimiento de un niño. Según Lv 12,28, cuarenta días después del nacimiento, la madre ofrecía un ritual de purificación en el templo. Según Ex 13,2.12-13, el primogénito pertenecía a Dios y tenía que ser rescatado por una ofrenda del padre. En el marco institucional del judaísmo (purificación, presentación, templo) el pueblo judío, representado por Simeón y Ana, encuentra al que será la gloria de Israel y la luz de los paganos. Hacia él converge la esperanza del Antiguo Testamento. Pero la sombra de la cruz y el rechazo de su pueblo se insinúa en las palabras de Simeón. La confesión de la comunidad lucana, puesta en boca de Simeón, no olvida que todo eso se cumplirá a través del camino difícil de la vida de Jesús. Una vida que asume todos los condicionantes de la humanidad (v. 40).

De Simeón se nos dice que esperaba el consuelo de Israel. Tanto él como Ana (Lc 2,38) son descritos como representantes de los fieles judios que esperaban la restauración del reinado de Dios sobre Israel. El nacimiento de Jesús colma estas esperanzas pero les abre a nuevas perspectivas más universales. Las palabras de Siméon, inspiradas por el Espíritu, son el último canto insertado en el evangelio de la infancia de Lucas. La liturgia de la Iglesia lo llama «Nunc dimittis», según sus primeras palabras en latín. Simeón toma conciencia de que la realización de las promesas anuncia la proximidad de su muerte, pero ahora puede morir en paz, como Abrahán (Gn. 15,15), puesto que ha visto la salvación de Dios. Jesús es el Mesías a quien Dios ha enviado a salvar no sólo a su pueblo sino a todos los hombres (Is 42,6; 49,6; 52,10). Aquí despunta un tema muy querido por Lucas: el universalismo de la salvación de Dios que ya no tiene un pueblo elegido, sino que se dirige a toda la humanidad. Por primera vez se manifiesta explícitamente -aunque la idea estaba latente en el canto del «Gloria»- que el horizonte en el que tenemos que comprender estos acontecimientos no es el del pueblo de Israel sino el de toda la humanidad. Las palabras de Simeón a María (Lc 2,34-35) son un tanto enigmáticas. Jesús apareció ante los hombres y mujeres de su tiempo como un signo que no se imponía, sino que se acogía libremente por la fe. De hecho, una parte importante de Israel lo rechazó (Hch 28,26-28). De ahí la amenaza que gravita sobre María, cuyo corazón quedará desgarrado por un drama que va a culminar en la cruz.

Después de Simeón interviene Ana, una profetisa viuda que pasaba su vida orando en el templo. Una «santa» del Antiguo Testamento que encarna la figura de los pobres de Yahvé, los cuales esperaban en la oración y la pobreza la llegada de la salvación definitiva. Ahora puede proclamar que la liberación del pueblo de Dios, representado por la ciudad santa de Jerusalén, empieza a realizarse. El término utilizado para hablar de la liberación es «rescate» y esto nos lleva al gran acontecimiento salvífico de la historia de Israel, el rescate de la esclavitud de Egipto (Ex 13,13-15; 34,20; Nm 18,15-16). Este hecho es el que celebraba precisamente la ceremonia de la presentación en el templo del primogénito de cada familia.

Comentario al Nuevo Testamento

Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

A pesar de la distancia, hemos de aproximar nuestras familias a la familia de Nazaret.

  • La familia se encamina al templo a presentar a su primogénito; el templo de amor que es la trinidad familiar va a cumplir el rito con que se consagraban los pobres: «un par de tórtolas o dos pichones» (v. 24).
  • Un rescoldo de esperanza quedaba en el pueblo y en Simeón se acerca al amor para expresar la vida que reverdece y que ve cumplidas todas sus esperanzas, en esta trinidad sencilla y temerosa que llega al templo:
    • Sus ojos ven una luz nueva, una luz escondida en la mirada de un niño.
    • Sus ojos ven una aurora de luz para todos los pueblos en esta trinidad silenciosa.
    • Sus ojos no sólo ven la luz del amor en esta trinidad, ven también un amor doloroso que se abre camino hacia la cruz: «será un signo de contradicción» (v. 34).
    • Sus ojos contemplan en esta trinidad sencilla el cumplimiento de todas las promesas «así quedarán al descubierto las intenciones de todos» (v. 35).
  • La familia es un templo donde se viven, se vislumbran y se educan todas las promesas de Dios a su pueblo a través del amor:
    • Un amor que «crece …, que se fortalece …, que llena de sabiduría y de gozo a Dios» (v. 40) a toda familia humana.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «Señor, eres mi luz».
  • Tú eres mi salvación.
  • Tú eres mi fortaleza.

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Cómo vivimos nosotros el amor familiar?
    • ¿Fomentamos el crecimiento natural del otro?
    • ¿Fomentamos y propiciamos las diferencias que nos enriquecen?
    • ¿Favorecemos el encuentro interpersonal en un amor sencillo y generoso?
  • ¿Establecemos vínculos de comunión en la fe?
    • ¿Hacemos de la familia un espacio para compartir lo que creemos?
    • ¿Compartimos las esperanzas que nos habitan?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • Podemos comenzar trazando un perfil de nuestras familias.
    • ¿Qué valores son los más practicados?
    • ¿Qué realidades son las que nos aglutinan?
    • ¿Qué rituales nos unen y nos hacen gozar?
  • ¿Podríamos proponernos un objetivo sencillo a conseguir a corto plazo?
    • ¿Cual?

Podemos terminar cantando «Santa María de la Esperanza».

Andrés Huertas

Santa María, Madre de Dios

1.- LA BENDICIÓN DEL SEÑOR

«…El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor…» (Num 6, 22-27).
«Ya no eres esclavo sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero …» (Gal 4, 4-7).

SÍMBOLOS

  • Icono de María.
  • Maternidad.

2.- PALABRA (Lc 2, 16-21).

Mientras todos se maravillan de lo que los pastores cuentan, María, la Madre en silencio medita en su corazón. Esta maternidad se prolongará en silencio hasta la cruz.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2, 16-21)

Los pastores] fueron de prisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. 17 Al verle, contaron lo que el ángel les había dicho de este niño. 18 Y cuantos escuchaban lo que decían los pastores, se quedaron admirados. 19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 20 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios porque todo lo que habían visto y oído correspondía a cuanto les habían dicho.
21 A los ocho días, cuando le circuncidaron, le pusieron el nombre de Jesús, como lo había llamado el ángel ya antes de la concepción.

COMENTARIO

La primera reacción, la de los oyentes, fue tan sólo de sorpresa. «María, por su parte, conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior» (2, 19). La reacción de María, figura del Israel fiel, es distinta. Aun cuando no lo comprenda, «conserva el recuerdo», es decir, lo ha grabado en su memoria. El hecho de conservar la memoria de estos hechos «en su corazón» (lit.: cf. 1, 66) y de «ponderarlos» posibilitará un día su comprensión. «Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído; tal y como les habían dicho» (2, 20). La tercera reacción, la de los marginados y asociales, es pareja a la de los ángeles («glorificando / gloria» y «alabando a Dios»). Han podido comprobar personalmente la veracidad del anuncio del ángel: les ha nacido un salvador que los va a sacar de su marginación, el Mesías de Israel y Señor de todas las naciones. Sólo ellos estaban capacitados para comprender aquel lenguaje tan crudo.

El éxodo del hombre libre, catequesis sobre el evangelio de Lucas
Josep Rius-Camps
Ediciones El Almendro

3.- RESUENA LA PALABRA

El Concilio de Éfeso proclamó a María Theotokos, madre de Dios; esta fiesta llegó a nuestra liturgia después de la reforma del Concilio Vaticano II.
El texto litúrgico que la fiesta nos aporta dice: «María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (v.19).

  • Los pastores son los misioneros, los que divulgan, los que comunican, «se volvieron glorificando y alabando a Dios porque todo lo que habían visto y oído correspondía a cuanto les habían dicho» (v.20). Los pastores «cuentan», «glorifican», «testimonian…»
  • María «conserva en su corazón», «guarda», «medita»; antes de contar hemos de asimilar, discernir, ahondar el mensaje sentido.
    • Ella envuelve en silencio meditativo el mensaje recibido.
    • Acoge el misterio de ese niño y lo que se dice de Él con fe.
    • Se abre a la revelación y a la comprensión de lo que significa cuanto se dice y acontece en ese niño.
    • Valora y custodia en profundidad lo que «cuentan que el ángel les había dicho de este niño» (v.17).
    • Recogida en su interioridad se prepara para la inmediata comunicación: «le pusieron el nombre de Jesús, como lo había llamado el ángel» (v.21).
  • Tanto el «contar» de los pastores como el «guardar y meditar en el corazón» forman parte de una misma exigencia misionera.
    María se nos presenta haciendo camino, expresando un «don» recibido en su hijo, que es Hijo de Dios.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «Ruega por nosotros»
  • «Alaba alma mía al Señor»
  • «Guarda y medita»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • Los marginados y pobres sociales de aquel tiempo «glorifican y alaban a Dios» (v.20).
    • ¿Tenemos nosotros contacto con ellos?
    • ¿Cómo los valoramos, los escuchamos y meditamos sus expresiones?
    • ¿Quiénes son los pobres y marginados más cercanos a nuestra vida?
    • ¿Nos encuentran «como encontraron a María y a José y al niño» (v.16)?
    • ¿Nos ven, cuentan con nosotros, saben que existimos y que estamos abiertos a ellos?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

Podemos partir del siguiente texto:

«- Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios porque todo lo que habían visto y oído correspondía a cuanto les habían dicho» (Lc 2, 20).

  • Confrontemos la crudeza de lo que ven y oyen en la cueva y el pesebre con el lenguaje celestial del ángel y su anuncio (Lc 2, 9-15).
  • Encuentran sencillez, silencio y pobreza. Se les anuncia gloria, alegría y salvación para todos….

¿Es posible que hoy la gloria de Dios se nos revele de nuevo a través de los pobres, de los sencillos y humildes?

Terminamos orando juntos el Salmo 66 del Diurnal

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Andrés Huertas

Epifanía del Señor

1.- «HEMOS VISTO SU ESTRELLA»

«La gloria del Señor amanece sobre ti» (Is 60, 1-6)
«También los gentiles son herederos de la promesa …» (Ef 3, 2-3. 5-6)

SÍMBOLOS

  • Una gran estrella.
  • Tantas estrellas como miembros de la familia.

2.- PALABRA (Mt 2, 1-12).

Jesús se manifiesta a la gentilidad. Los magos en su búsqueda y en su fe contrastan con la increencia e indiferencia de los habitantes de la ciudad.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 2 1-12)

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén 2 preguntando:
– «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
3 Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; 4 convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. 5 Ellos le contestaron:
-« En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el Profeta: 6 «Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel» ».
7 Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, 8 y los mandó a Belén, diciéndoles:
– «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
10 Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. 11 Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
12 Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

COMENTARIO

2,1-12. Los magos de oriente.

Cuanto se dice en este pasaje y en el siguiente acerca de Herodes el Grande concuerda básicamente con el testimonio de las fuentes históricas de la época. Sin embargo, numerosos detalles del relato descubren en seguida que el propósito del evangelista no es de tipo histórico, sino que su principal intención es completar lo que ha dicho en los pasajes anteriores acerca de Jesús.

Notemos, en primer lugar, que Mateo insiste en el hecho de que Jesús nació en Belén de Judá (Mt 2,1.5.6.7). Para entender esta insistencia conviene saber que, en la cultura en la que vivían él y sus destinatarios, el lugar de origen definía en cierto modo a las personas. Los pueblos y ciudades, como las familias, eran los depositarios del honor acumulado por sus habitantes ilustres en el pasado, y esta herencia pasaba a los que nacían en ellos. Ahora bien, sobre el lugar de origen de Jesús había diversas opiniones. Algunos pensaban que había nacido en Nazaret y esto era un obstáculo para reconocerle como Mesías: ¿Acaso va a venir el Mesías de Galilea? ¿No afirma la Escritura que el Mesías tiene que ser de la familia de David y de su mismo pueblo, de Belén? (Jn 7,41-42. Véase también Jn 1,45-46). Mateo quiere aclarar que Jesús ha nacido en Belén, la patria de David. De este modo muestra que Jesús hereda el honor acumulado en la familia de David, no sólo porque es descendiente suyo, sino porque ha nacido en su mismo pueblo. Belén era, además, el lugar en el que, según las Escrituras, debía nacer el Mesías (Miq 5,1.3; 2 Sm 5,2).

En el relato aparecen también otros elementos que refuerzan esta presentación de Jesús. Según la creencia popular, el nacimiento de un personaje importante iba unido a la aparición de una nueva estrella. También la tradición judía anunciaba al Mesías como la estella que surge de Jacob (Nm 24,17). Además, según las profecías del Antiguo Testamento, los pueblos paganos habrían de rendir homenaje al Mesías (Is 49,23; 60,6; Sal 72,10-15). Todo contribuye a presentar a Jesús como el Mesías enviado a Israel. No olvidemos que Mateo se dirige a los cristianos de su comunidad y quiere darles argumentos para rebatir a quienes negaban que Jesús es el Mesías.

Además de completar la presentación de Jesús, este relato recoge de forma paradigmática dos actitudes que luego se repiten a lo largo de todo el evangelio: su pueblo rechaza a Jesús, pero los magos de oriente, que son paganos, le adoran. Mientras que Herodes y Jerusalén se turban ante la noticia del nacimiento de Jesús y planean su muerte, los paganos experimentan una gran alegría y le reconocen como el rey de los judíos.

El rechazo de Jesús por parte de Herodes y de Jerusalén anticipa la experiencia de Jesús, rechazado por su pueblo, y la que vivió la comunidad cristiana, rechazada por el judaísmo; por su parte, la acogida de los magos anuncia la apertura del evangelio a los paganos y su entrada en la comunidad cristiana. El itinerario que siguen los magos refleja el proceso que siguieron los paganos para encontrar a Jesús: al descubrir los signos (la estrella) se ponen decididamente en camino y preguntan a los judíos, que conocen las Escrituras y finalmente encuentran a Jesús y lo adoran. Es muy posible que muchos de los paganos que formaban parte de la comunidad a la que se dirige Mateo descubrieran en este relato la historia de su propio camino hacia Jesús.

Comentario al Nuevo Testamento
Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

El relato de San Mateo pone de manifiesto una verdad de fondo: «Dios hace guiños a todos los pueblos».

Dios toma la iniciativa de llamar desde lejos; Dios se ha movido, ha salido al encuentro del extraño.

Los tres personajes se ponen en camino, en búsqueda, en movimiento …
Dios se deja conocer, se manifiesta a conocidos y a desconocidos, Dios se manifiesta a todos. «La estrella … vino a pararse encima de donde estaba el niño» (Mt 2,9). En ese momento pasan del signo a la realidad significada; el signo ha sido espectacular, la realidad es modesta, sencilla … una casa cualquiera, una escena común, una persona sencilla …
«Entraron en la casa, vieron al niño con María su madre» (Mt 2,10). Pasaron del signo grandioso al significado de lo sencillo, lo profundo, lo misterioso de un amor cotidiano escondido en el hogar de Belén.

  • Adoramos no la trascendencia, adoramos la profunda inmanencia.
  • Adoraron la transparencia del amor de una madre, la debilidad de un niño, adoraron lo escondido de Dios en nuestra naturaleza.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • Tú eres nuestra alegría.
  • Paz a los hombres.
  • Gloria a Dios.

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Buscamos el significado de lo escondido en lo sencillo y cotidiano?
    • ¿Aprendemos a buscar más allá de lo aparente?
    • ¿Sabemos leer lo profundo?
  • ¿Estamos abiertos a «los guiños» que Dios nos hace?
    • ¿En los extraños y alejados?
    • ¿En los increyentes y extranjeros?
    • ¿En los que no piensan como nosotros?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

Ponemos en común: «los guiños que Dios nos hace en la actualidad».

  • ¿Dónde encontramos luces, estrellas relucientes?
  • ¿En quién o quienes nos indica caminos nuevos de amor?
  • ¿Cómo se nos manifiesta hoy en lo cotidiano?

Podría estar en nuestro hogar y no haberle descubierto …

Terminamos con la oración de San Francisco.

Oh Señor, haz de mi un instrumento de tu paz:
Donde hay odio, que yo lleve el amor.
Donde hay ofensa, que yo lleve el perdón.
Donde hay discordia, que yo lleve la unión.
Donde hay duda, que yo lleve la fe.
Donde hay error, que yo lleve la verdad.
Donde hay desesperación, que yo lleve la esperanza.
Donde hay tristeza, que yo lleve la alegría.
Donde están las tinieblas, que yo lleve la luz.
Oh Maestro, haced que yo no busque tanto:
A ser consolado, sino a consolar.
A ser comprendido, sino a comprender.
A ser amado, sino a amar.
Porque: es dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.

Andrés Huertas

Bautismo del Señor

1.- BAUTISMO DEL SEÑOR

«Yo soy el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano …» (Is 42, 1-4.6-7)
«Aceptas al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea …» (Hch 10, 34-38)

SÍMBOLOS

  • Santo Crisma.
  • Paloma, Signo del Espíritu.

2.- PALABRA (Mc 1, 6-11)

Juan bautiza a Jesús según el designio de Dios Padre. Desde entonces los que bajan a las aguas son constituidos por Dios hijos suyos en el Hijo.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (Mc 1 7-11)

En su predicación decía:
– Viene detrás de mí el que es más fuerte que yo. Yo no soy digno ni de postrarme ante él para desatar la correa de sus sandalias. 8 Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.
9 Por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En cuanto salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu descender sobre él como una paloma. 11 Se oyó entonces una voz desde los cielos:
– Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.

COMENTARIOS

El anuncio de Juan recibe su confirmación y su complemento necesario en el episodio del bautismo de Jesús, cuya narración evoca importantes pasajes del Antiguo Testamento (véase Gn 22 2; Ex 2 11; Is 11 2; 42 1; 63 11.19; Ez 1 1; Sal 2 7). Rasgándose los cielos, es decir, derribándose el muro de separación entre Dios y el hombre pecador, el Espíritu desciende sobre él. Queda así acreditado como Mesías. Pero hay más. Rompiéndose el muro de la enemistad se rompe a la vez el silencio entre Dios y el hombre. Dios toma la palabra y hace resonar su voz entre los hombres para indicar una presencia: su Hijo, Jesús, el Mesías esperado, es también el Hijo amado de Dios. El hecho de que esta revelación tenga lugar en el momento del bautismo, es decir, en el momento en que Jesús se hace solidario con la humanidad pecadora, significa que esta humanidad cuenta desde entonces, a través del Hijo, con la presencia salvadora de Dios.

Comentario al Nuevo Testamento
Casa de la Biblia

BAUTISMO DE JESÚS

Todavía pende el velo del misterio sobre la persona de aquel a quien Juan anuncia; se pronuncia el nombre de Jesús de Nazaret e inmediatamente desaparecen todas las dudas: es él. Dios mismo se declara en favor suyo. El sentido del sobrio relato no es describir la consagración de Jesús como Mesías o explicar la formación de su conciencia mesiánica sino el proclamarle como el Mesías prometido que ha de bautizar con Espíritu al tiempo que mostrar el comienzo de su actividad e impulsos del mismo Espíritu. Para ello no tiene importancia alguna saber quién escuchó la voz de Dios -por primera vez en el Evangelio de Juan aparece el Bautista como «testigo» frente al pueblo, Jn 1,32ss-; basta con que el lector sepa que Dios proclama a este Jesús como su ungido. Marcos refiere el suceso que tuvo lugar al concluir el bautismo de Jesús y como una experiencia de éste: fue él quien vio rasgarse los cielos y descender sobre él al Espíritu; Dios le habla a él. «Tú eres mi Hijo…» Mas esto no puede ser una «vivencia» de Jesús; es una revelación divina. Al igual que el relato sobre Juan Bautista, es un informe sobre la acción salvadora de Dios y se convierte en el anuncio de la Iglesia primitiva sobre el misterio de Jesús: él es el ungido por el Espíritu; el Hijo amado de Dios.

La primera frase sirve únicamente de introducción, y sólo lo que sigue, la escena después del bautismo de Jesús, constituye el núcleo de la proclamación de este relato. No se mencionan las circunstancias exactas por ser de interés secundario. Lo único importante es que Jesús desde Nazaret, en Galilea -desde lejos, pues antes sólo se había hablado de Judea y Jerusalén- «vino… y fue bautizado». Indicando su lugar de origen, Jesús viene presentado como un hombre concreto e histórico; no se trata de una figura mítica. Y es sobre este Jesús -«histórico»- sobre el que la voz de Dios pronuncia unas afirmaciones jamás oídas. Es la clara profesión de fe de la Iglesia primitiva: este Jesús histórico es el Hijo amado, el Hijo único de Dios. Todas las demás consideraciones de por qué se sometió al «bautismo de conversión para remisión de los pecados», quedan al margen, a diferencia de lo que ocurre en Mt 3, 14s. (…) Dios se dirige directamente a quien está marcado y repleto de su Espíritu. «Tú eres mi Hijo»: así habla Dios en el Sal 2,7 al rey de Israel tomándole por hijo. Pero la referencia a esta «fórmula adopcionista» resulta problemática cuando se compara con las palabras siguientes: «amado; en ti me he complacido», pues recuerdan las palabras que Dios dirige al «Siervo de Yahveh»: «He aquí mi Siervo… mi escogido, en quien se complace mi alma» (Is 42,1), sobre todo cuando al final se dice: «En él he puesto mi Espíritu». Y siendo esto así, ¿por qué «mi Hijo» en lugar de «mi siervo»? ¿Subyace aquí una traducción distinta de la palabra griega παϊς, que puede significar tanto «niño» como «siervo»? Pero difícilmente puede tratarse de un cambio causal; más bien tenemos aquí una interpretación cristiana consciente. Jesús es ambas cosas: el «siervo elegido» que cumple obediente el encargo de Dios desde el bautismo hasta su muerte expiatoria «por muchos» (cf. 10,45), y es al mismo tiempo el Hijo único y amado (cf. 12,6), en favor del cual Dios da también testimonio en la transfiguración sobre el monte (9,7). Así se dice intencionadamente «amado» en lugar de «elegido». Ni siquiera la figura admirable del «siervo de Yahveh» en lo cantos del libro de Isaías era suficiente para comprender la esencia profunda del Mesías del Nuevo Testamento. Ese Mesías está en una relación inmediata y única con Dios, siendo a la vez el «siervo» obediente y el «Hijo» querido. Dios confirma al hombre Jesús como Mesías lleno del Espíritu; pero lo hace de un modo que deja entrever su misterio profundo, la hondura metafísica de su persona (…).

La escena de la revelación propiamente dicha está presentada en el lenguaje simbólico del Antiguo Testamento. La apertura del cielo puede expresar la presencia de Dios trascendente en la acogida de la revelación por parte de los profetas (Ez 1,1); más aún, puede indicar la condescendencia misericordiosa de Dios para volver a anunciar a los hombres la paz y la salvación (cf. Lc 2,13ss). Pero la expresión «los cielos abiertos» alude más directamente a los suspiros y anhelos por la venida de Dios, consignados en Is 64,1: «¡Ah si rasgaras los cielos y descendieras…!» Este descenso de Dios se realiza ahora por cuanto el Espíritu desciende sobre Jesús. Al mismo tiempo es el signo del Ungido por excelencia, del Mesías, que poseerá en plenitud el Espíritu de Dios (Is 11,2; 61,1). También en el cántico del «Siervo de Yahveh» (Is 42,1) pone Dios su Espíritu sobre el Elegido, y esto tiene gran importancia para entender «la voz de los cielos». El símbolo de la paloma recuerda a Gén 1,2, en que el Espíritu de Dios «se cernía» sobre las aguas primitivas; pero recuerda también la shekhinah, la presencia divina gratificante, que se representaba en figura de paloma. De este modo se describe gráficamente el descenso del Espíritu a la par que la fuerza vivificante y salvadora de Dios, aunque también la protección divina. La voz de los cielos es la voz del mismo Dios (…).

Aquí no se dice ni sugiere todavía nada acerca del camino doloroso y de la muerte expiatoria del «siervo de Yahveh». El bautismo de Jesús en el Jordán no apunta todavía al «bautismo de muerte» con el que Jesús había de ser «bautizado» al final (10,38). Pero como Siervo obediente y como Hijo amado deberá recorrer el camino que le conduzca hasta Dios. En esta hora histórica sólo se dice que está preparado para la llamada de Dios, para dejarse llevar por el Espíritu (1,12) y obedecer a lo que Dios disponga (8,31).

En las palabras que dirige a su Hijo, Dios no habla directamente a la comunidad de salvación; será el ungido con el Espíritu y preparado para la obra mesiánica quien la reúna y forme por medio de la llamada a la fe y a su seguimiento. Mas por el hecho de que no recibió el Espíritu sólo para sí sino para bautizar consigo a los hombres (1,8), la comunidad queda ya incluida. La dotación del Espíritu de su Mesías se convierte en una llamada a prepararse para la acogida personal del Espíritu. La experiencia bautismal de Jesús continúa siendo algo especial y único; pero puede inducir a reflexionar acerca de lo que significa la recepción ulterior del bautismo en la Iglesia y la recepción del Espíritu que Cristo elevado al cielo ha hecho posible para los cristianos.

El Evangelio según San Marcos
Rudolf Schnackenburg
Editorial Herder, Barcelona, 1980.

3.- RESUENA LA PALABRA

Después de la EPIFANÍA, donde Dios se manifiesta en un niño, llega una nueva manifestación en el bautismo:

  • Jesús se pone en la fila de los pecadores y baja a las aguas del Jordán.
  • Jesús llega en silencio, se sumerge en la experiencia penitencial, para sacarnos a todos de la situación penitencial.
  • Entra en las aguas purificadoras y sale ungido por el Espíritu de Dios.
  • Baja en silencio penitente y asciende escuchando «la voz del cielo» (v. 11).
  • Desciende el judío bajo la ley y sube el «Hijo amado» del Padre (v. 11).

Recordemos, revivamos nuestro bautismo, hagamos con Jesús ese descendimiento a lo profundo de nuestra humanidad para ascender con Él a la filiación divina:

  • Pongamos nuestra vida en la fila de los pecadores.
  • Entremos en el profundo silencio de nuestra naturaleza y escuchemos el grito del Espíritu …
  • Bajemos a las aguas purificadoras para ser ungidos por el Espíritu de Dios.
  • Escuchemos desde el silencio interior la voz … que nos llama «hijos».
  • Descendamos la ley a lo más profundo de nuestro ser para crucificarla con Cristo y descubrir allí que somos hijos de la gratuidad y del amor del Padre.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • «Tú eres mi hijo»
  • «Padre nuestro»
  • «En ti me complazco»

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • ¿Cómo vives el bautismo en el hoy de tu existencia?
    • ¿Lo vivencias positivamente como liberación?
    • ¿Con qué acciones concretas te expresas?
    • ¿Vives el silencio hacia tu profundidad liberando partes de tu existencia oprimida?
    • ¿Escuchas la voz del Espíritu en ti?
  • ¿Te relacionas con la Iglesia menesterosa de liberación?
    • ¿Te acercas al mundo de otras confesiones?
    • ¿Qué actitud mantienes ante los pecadores?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

Comentar: «Por el bautismo nos incorporamos a Cristo» (Rom 6, 3-4).

  • ¿Qué significa para mi esta frase de Pablo?
  • ¿Qué implica a nivel práctico?
  • ¿A qué me compromete?

Esta frase tiene dimensiones comunitarias.

  • ¿Cómo proyectarla en un compromiso eclesial?

Podemos terminar orando juntos (Is 52, 7-10)

7 ¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero
que anuncia la paz,
que trae buenas nuevas,
que anuncia salvación,
que dice a Sión:
«Ya reina tu Dios»!
8 ¡Una voz! Tus vigías alzan la voz,
a una dan gritos de júbilo,
porque con sus propios ojos ven
el retorno de Yahvé a Sión.
9 Prorrumpid a una en gritos de júbilo,
soledades de Jerusalén,
porque ha consolado Yahvé a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
10 Ha desnudado Yahvé
su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y han visto todos los cabos de la tierra
la salvación de nuestro Dios.

Andrés Huertas