Seleccionar página

Oraciones vocacionales

Sentido de mi vida (Pablo González, sj)

Mi vida tiene sentido si Tú la tomas y haces con ella lo que mejor te parezca.
Mi vida tiene sentido cuando te miro a los ojos y me doy cuenta de que Tú me miraste primero.
Mi vida tiene sentido cuando me despierto y reconozco que fuiste Tú quien me acompañó el día anterior.
Mi vida tiene sentido cuando te miro en el pobre, en el otro.
Mi vida tiene sentido cuando al mirar mi fragilidad reconozco que Tú me tomas con toda ella y me invitas a seguir caminando.
Soy frágil Señor, y me cuesta no serlo. Quiero enmendar, pero todo se queda en un bonito deseo.
¿Por dónde Señor? ¿Por dónde tengo que seguir para encontrar el sentido de mi vida?
No me sueltes la mano Señor, que sin tu mano, mi vida pierde sentido…

Para ser tu mensajero (Marcos Alemán, sj)

Para ser tu mensajero
Ilumina mi sombra para llevar tu luz.
Ilumina mi sonrisa para abrazar tus resurrecciones.
Ilumina mi impotencia para fortalecerme en tu amor.
Ilumina mi andar para crecer en la entrega.
Ilumina mis palabras para no tener miedo a tus silencios.
Ilumina mis lágrimas para seguir sembrando.
Ilumina mis errores para aprender de vos.
Ilumina mi oración para no ser sordo a tu llamado.
Ilumina mi latir para no perder el ritmo del Reino.
Ilumina mis necesidades para animarme a vivir más allá de ellas.
Ilumina mi amor para que sea incondicional y hasta el extremo como el tuyo.
Ilumina mi soñar para despertar contigo.
Ilumina mi música para cantar con los demás.
Ilumina mis heridas para regarlas desde el manantial.
Ilumina mi carisma para que sea plenitud de vida.
Ilumina mi cercanía para construir a la vez distancias y puentes.
Ilumina mi Eucaristía para hacerlo en memoria tuya.
Ilumina mi paz para ser tu mensajero.

Estar contigo (Seve Lázaro, sj)

Estar contigo, Señor,
con las cosas y los hechos del diario trajín,
con los que parten sin saber a dónde van,
con la vida de todo lo que a mi lado se mueve,
con la confianza ciega en un porvenir.

Estar contigo, Señor,
porque eres el que siempre está conmigo,
porque siento que me esperas y me buscas,
porque todo puede ser de otra manera,
porque en tu palabra se dibujan mis caminos.

Estar contigo, Señor,
aunque el entorno solo hable de tu ausencia,
aunque la calma nunca llegue tras el golpe,
aunque la fatiga se infiltre en mis músculos,
aunque viva lejos de lo que sueño y espero.

Estar contigo, Señor,
para escuchar más diáfano al corazón,
para serenarme y poder así serenar,
para aprender a hablar sin vaguedades,
para tomar el amor y llevarlo por el mundo.

Siempre en camino (José María R. Olaizola, sj)

Eterno Señor,
y Creador de todas las cosas:
seguiremos buscando fronteras,
para superarlas con tu Palabra
que tira muros,
que ofrece puentes, que
forja encuentros.
Nuestra casa, el mundo,
nuestro más, tu reino.
Pidiéndolo todo nos llamas de nuevo.
Prometes hacer de nosotros fuego.
Así que arderemos,
si Tú eres la lumbre
de hogueras que pongan
calor en el frío,
fulgor en las brumas,
de noche, sosiego.
Tras tu huella iremos,
dejando olvidados
los malos amores,
intereses grises
y quereres ciegos.
Por bandera, un todo,
por causa los pobres,
por fe, tu evangelio.
Con los pies de barro
y la vida en juego
nos basta tu gracia
para alzar el vuelo.

Ve con nosotros (Nathan Söderblom)

Oh, Señor, ve delante de nosotros para guiarnos.
Ve detrás de nosotros para impulsarnos.
Ve debajo de nosotros para levantarnos.
Ve sobre nosotros para bendecirnos.
Ve alrededor de nosotros para protegernos.
Ve dentro de nosotros, para que con cuerpo y alma,
te sirvamos para gloria de tu nombre. Amén.

Oración de Thomas Merton (traducción de F. Lansac)

Dios y Señor mío, no sé a dónde voy.
No vislumbro el camino delante de mí.
Ni siquiera me conozco realmente a mí mismo.
Y el hecho es que pienso que cumplo tu voluntad
pero no significa que realmente lo esté haciendo.
Pero creo que el deseo de agradarte
de hecho hace que te agrade.
Y espero que nunca haga nada aparte de ese deseo.
Y además estoy seguro que si hago eso,
me conducirás por el camino recto
aunque yo lo desconozca por completo.
Me atrevo a decirte que quiero confiar siempre en ti.
Aunque más de una vez pueda parecerme que estoy perdido y en sombra de muerte
no temeré porque tú estás siempre conmigo
y nunca permitirás que me sienta solo en mis luchas.

Adora y confía (P. Teilhard de Chardin)

No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado;
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica, ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado,
triste,
adora y confía…

Miedo al Sí (Michel Quoist)

TENGO MIEDO A DECIRTE QUE SÍ, Señor,
porque… ¿a dónde me vas a llevar?…
Tengo miedo a arriesgarme,
a firmarte en “barbecho”,
de darte un SÍ
que genere una reacción de “sies” en cadena;
y sin embargo…
¡no tengo paz!
Tú me persigues, Señor,
me acechas por todas partes.
Me aturdo con ruido
porque temo oír tu voz;
pero Tú te infiltras en el silencio.
Me desvío del camino al verte,
pero cuando llego al fondo del sendero,
¡ALLÍ ESTÁS TÚ!
¿Dónde podré esconderme
si te encuentro siempre?
No, no hay modo de esquivarte.
… Pero, es que tengo miedo de decirte que SÍ, Señor.
Tengo miedo de alargarte la mano,
porque la aferras en la tuya…
Tengo miedo de encontrarme con tu mirada,
porque me seducirás…
Tengo miedo de tus exigencias,
porque eres un Dios celoso…
Apuntas hacia mí, pero esquivo el blanco.
Me aprisionas, pero me resisto.
Y sigo combatiendo, sabiendo que estoy vencido.
Pero… es que, de veras, ¿se te puede resistir?…
Señor, para que llegue tu Reino y no el mío,
ayúdame a decir que SÍ.
Ayúdame a decir que SÍ,
para que se haga tu voluntad y no la mía.

Que sea servir (Fermín J. Negre)

Señor, que yo sea
el primero en servir…
el primero en perdonar…
el primero en acoger.

Señor, que yo sea
el último en cruzarme de brazos ante la necesidad…
el último en juzgar y crear envidias…
el último en rechazar y cerrarme al hermano. Dame un corazón servidor.
Que no olvide nunca que tú te inclinaste para lavar los pies a tus amigos.
Haz de mi vida una vida de entrega y servicio…
porque, quien no vive para servir no sirve para vivir.

Vocación (José María R. Olaizola, sj)

A veces hay que ser árbol
y dar sombra al caminante cansado.
Hay que ser agua, que alivie la sed de respuestas,
y fuego que arrase lo injusto, lo indigno, lo hueco.
Hay que ser roca que abrace los cimientos de lo duradero,
tierra que acoja las posibilidades de la semilla,
y océano, donde podamos zambullirnos,
para renacer llenos de libertad y de esperanza.
Hay que ser canción que alivie los vacíos,
y silencio habitado, que venza a la cháchara.
Unas veces hay que ser hogar al que regresar,
y otras veces, puerta que se abre a la tormenta.

Dios es el árbol y el agua, la roca, la tierra y el mar.
Dios es canto y silencio, hogar que acoge
y puerta que nos conduce a nuevas historias.

Pero hacen falta guías
que consagren sus días a buscar ese tesoro.
Hay quien se dedica a sembrar, encender,
forjar, regar, compartir y acompañar.
Hay trovadores que cantan con palabras prestadas,
cauces de agua ajena que trae vida verdadera.
Hay maestros con muchas preguntas y pocas respuestas,
que ayudan a otros a descubrir el Misterio.
Soñadores de un bien posible,
que convierten su amor en puente,
para acercar a hermano con hermano,
para unir al ser humano con Dios.

Apóstoles,
con pies de barro
y corazón de fuego.
Que nunca nos falten.

Oración por los Consagrados (Claudio Lizana Gangas)

Señor, te damos gracias
por llamar a hombres y mujeres
a consagrar su vida
en la extensión de tu Reino
en medio nuestro.
Que en la Iglesia
jamás falten cristianos valientes
capaces de entregarse,
en cuerpo y alma
al servicio de tu mies que tanto necesita.
Dales la fidelidad y la perseverancia
en su vida consagrada,
para cumplir tu encargo
con diligente generosidad,
y así, amando y sirviendo a tu Hijo,
te glorifiquen a Ti en el Espíritu
y nos muestren, con la palabra y la acción,
tu rostro misericordioso.
María, Reina y Madre de los consagrados,
protege e intercede por cada uno de ellos
para que a ejemplo tuyo
sean fieles a su vocación
hasta el final de sus vidas.
Amén.

Oración de P. Doncoeur

Elígenos, Señor, para servirte.
Concédenos que no temamos a nadie sino a ti;
que no sigamos a nadie, sino a ti.
Haznos atrevidos y rectos
y haz más limpios nuestros corazones.
Tómanos, Señor, a tu servicio.
Que nuestra fe sea valiente,
nuestro amor generoso y nuestra esperanza ilusionada. Amén.

A vosotros os llamo amigos (Joaquín Suárez Bautista)

A vosotros, que compartís mi proyecto
y lo lleváis a cabo;
y la ponéis en práctica;
a vosotros, que os reunís en mi nombre
y evocáis mi presencia
os llamo amigos.

A vosotros, que sois fuertes
en vuestra debilidad;
a vosotros, que os mantenéis firmes
en la opción evangélica;
a vosotros, que progresáis en la fe
puesta en acción,
os llamo amigos.

A vosotros, dispuestos a dar la cara,
a arrimar el hombro, a echar una mano;
a vosotros, con quienes se puede contar
de manera incondicional
para toda buena causa,
os llamo amigos.

A vosotros que afrontáis la realidad
e intentáis mejorarla;
a vosotros, que no renunciáis a la utopía
y camináis hacia ella;
a vosotros, que dais una oportunidad
a un futuro mejor,
os llamo amigos.

A vosotros, que celebráis lo que creéis
y compartís lo que tenéis;
a vosotros juntos en la fiesta y juntos en la lucha;
a vosotros, que tenéis mis sentimientos y mi Espíritu,
os llamo amigos.

Orar la vocación

Discernimiento y testimonio

¿Cómo es mi relación con los que me rodean? ¿Qué carácter tengo? ¿Soy dialogante, sociable, capaz de trabajar en equipo…?

Hora Santa Vocacional

Quédate con nosotros;
la noche está cayendo.
¿Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?

¿Tengo vocación?

La vocación no es algo que tú inventas, es un tesoro que encuentras. No es el plan que tú elaboras para tu vida, sino el proyecto que Dios-Trinidad te propone y te invita a realizar.