Tiempo Pascual – Ciclo B
Cristo resucitado nos resucita. Cristo resucitado es nuestra paz y nuestra alegría. Con él se alejan todos los miedos y todas las tristezas. Su libertad nos hace libres, su misericordia nos perdona, su amor nos une. Su presencia nos ilumina, su palabra nos guía. Su Espíritu nos unge, nos transforma y nos envía. Es la Pascua. Es el tiempo del misterio, del don, de la fe, del amor, de la comunidad nueva.
Del CALENDARIO LITÚRGICO PASTORAL 2009
Secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia.
– Domingo VII: La ascensión del Señor, los testimonios de la gloria de Jesús y su oración al Padre;
– Domingo VIII: Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia.
II Domingo
1.- CREER Y VER
«… en el grupo de los creyentes … lo ponían todo en común. » (Hch 4, 32-35)
«… y esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.» (I Jn 5, 1-6)
SÍMBOLOS
- Cirio Pascual.
- La Cruz Florida.
- La Fuente Bautismal.
2.- PALABRA (Jn 20, 19-31).
En la primera aparición Cristo les confía la misión de perdonar; en la segunda aparición, Tomás confiesa la resurrección viendo y creyendo. Los discípulos de después creemos sin haber visto.
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 20, 19-31)
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: – «Paz a vosotros». 20 Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 21 Jesús repitió: – «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». 22 Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: – «Recibid el Espíritu Santo, 23 a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». 24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25 Y los otros discípulos le decían: – «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: – «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». 26 A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: – «Paz a vosotros». 27 Luego dijo a Tomás: – «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». 28 Contestó Tomás: – «¡Señor mío y Dios mío!». 29 Jesús le dijo: – «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». 30 Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. 31 Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
COMENTARIO
El testimonio de los ángeles, los encuentros y apariciones y, en especial, las exigencias de comprobación por parte de Tomás, son de sumo interés. De ellas se deduce que el Resucitado y el Crucificado son el mismo, aunque su forma de vida sea diversa. Ambos aspectos son igualmente importantes. De ahí las exigencias de ver y palpar los agujeros de las manos y del costado: identidad. De ahí la dificultad en reconocer al Resucitado; creen ver un fantasma, un viandante, el jardinero: diversidad en su nueva forma de vida. La resurrección de Jesús no es la vuelta de un cadáver a la vida, sino la plena participación de la vida divina por un ser humano. El contacto físico con el Resucitado no pudo darse. Sería una antinomia. Como tampoco es posible que él realice otras acciones corporales que le son atribuidas, como comer, pasear, preparar la comida a la orilla del lago de Genesaret, ofrecer los agujeros de las manos y del costado para ser tocados … Este tipo de acciones o manifestaciones pertenece al terreno literario y es meramente funcional: se recurre a él para destacar la identidad del Resucitado, del Cristo de la fe, con el Crucificado, con el Jesús de la historia. También intenta poner de relieve la confesión adecuada de la fe cristiana al citar las palabras de Tomás: Señor mío y Dios mío. Tomás es presentado como representante de los que no quieren creer sin ver. Vencida su increeencia, el evangelista nos lo presenta como modelo de fe. Son sus palabras las que recogen la auténtica confesión de la fe cristiana. En sus palabras el evangelio de Juan alcanza su cota más elevada: el reconocimiento de Jesús como Señor y Dios. Con esta claridad sólo se había hablado en el prólogo: la Palabra era Dios (Jn 1,1). De esta forma todo el evangelio queda «incluido» entre estas dos afirmaciones o confesiones de fe. El protagonista es el Hijo de Dios, y la fe descubre esta realidad en un ser humano como nosostros. Él es la última y definitiva intervención de Dios en la historia.
Comentario al Nuevo Testamento
Casa de la Biblia
3.- RESUENA LA PALABRA
El Cristo resucitado «una nueva forma de vida», una existencia «entre nosotros», «con nosotros», «en nosotros». No es la vuelta de un cadáver, es la vida que surge de un encuentro, con el jardinero (Jn 20, 15), con el caminante (Lc 24, 15), con Tomás y un Tomás con los creyentes reunidos. Sigue saliéndonos al encuentro …, suscitando nueva vida entre nosotros: «Al anochecer de aquel día» (v.19); cuando nuestra existencia languidece y la cercanía de los hermanos reanima la esperanza; aunque tengamos en el cuerpo las marcas de la pasión … «Y en esto entró Jesús …» (v.19); cuando se hace la paz en nosotros y con los otros …, un don nuevo se establece entre nosotros abriéndose paso la esperanza, la seguridad y la alegría … «Y se puso en medio de ellos …» (v.19); cuando crece el vínculo, la alegría, la fe en quien nos sostiene … es una nueva vida que se está alumbrando. «Y les mostró las manos y el costado …» (v.20); cuando tan cerca reconocemos las heridas de tantos sufrientes, crucificados, lacerados … es Cristo que nos está indicando una nueva vida que nace del amor … «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo …» (v.21); cuando las relaciones humanas no las establecemos marcadas por la rivalidad, el resentimiento o la venganza … la vida está siendo alumbrada. Mucha misericordia, perdón y paz nos queda por delante … Cristo nos espera en los caminos de la vida.
MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
Repite sosegadamente
- «Paz a vosotros»
- «Recibid el Espíritu»
- «Señor mío y Dios mío»
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
- ¿Con qué acciones concretas plasmo el alumbramiento de la nueva vida? ¿Qué hago?;
- ¿qué actitudes mantengo?;
- ¿cómo motivo con mis palabras?
- ¿Transmito alegría, esperanza, cercanía?
- ¿Qué signos detecto en mi entorno?
- ¿Salgo al encuentro de la vida nueva?
- ¿Quién, quienes me la acercan a diario?
- ¿La reconozco y se lo expreso con palabras?
4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA
- Podemos dialogar comentando la siguiente frase: » Dichosos los que crean sin haber visto » (v.29)
- ¿Qué significa, hoy, creer?,
- ¿cómo creer en un mudo de verificaciones?;
- ¿creer en Cristo es más que creer en la vida que brota entre los hermanos?
- ¿Cómo afirmar la fe en un mundo de increencia?,
- ¿con qué signos?,
- ¿con qué hechos?,
- ¿con qué actitudes?
Podemos concluir alumbrando cada uno su cirio y expresando su fe en el hoy.
Andrés Huertas
III Domingo
1.- ¿ POR QUÉ OS ALARMÁIS ?
» … Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos. » (Hch 3, 13-15. 17-19)
» … Si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre. » (I Jn 2, 1-5)
SÍMBOLOS
- Cirio Pascual.
- Manos para amar.
- Pies para acercarnos a los hermanos.
2.- PALABRA (Lc 24, 35-48).
El resucitado suscita en los suyos una vida de conversión y de perdón desde el corazón. Nuestros miedos son un freno para la vida nueva.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 24, 35-48)
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. 36 Estaban hablando de estas cosas, cuando se presentó Jesús en medio de ellos y les dice: – «Paz a vosotros.» 37 Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. 38 Él les dijo: – «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? 39 Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». 40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies. 41 Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: – «¿Tenéis ahí algo que comer?» 42 Ellos le ofrecieron un trozo de pez salado. 43 Él lo tomó y comió delante de ellos. 44 Y les dijo: – «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros; que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse». 45 Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. 46 Y añadió: – «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, 47 y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. 48 Vosotros sois testigos de esto.»
COMENTARIO 24, 36-49.
Aparición a los discípulos. Ahora los doce entran en la plenitud del mensaje pascual, gracias al encuentro con el resucitado. Los discípulos habían recibido ya el testimonio de Pedro (Lc 24, 34), pero necesitaban la experiencia personal del encuentro con Jesús resucitado. Esta experiencia personal es el fundamento de la fe de los creyentes de todos los tiempos, aunque el testimonio de los otros, que han creído antes, sea indispensable. Jesús les descubre el sentido profundo de la Escritura. Esta no sólo encuentra en él su cumplimiento sino su intérprete (Lc 24, 44-45). Y les envía como testigos a predicar la conversión y el perdón de los pecados para todos los hombres y mujeres. Para esta ingente tarea los discípulos cuentan con la ayuda y la fuerza del Espíritu, cuya presencia implícita les prepara para pentecostés (Lc 24, 49). Tenemos también en este texto todos los elementos de lo que será la futura misión de la Iglesia. El testimonio apostólico tendrá como tema central la muerte y resurrección de Jesús como el Mesías, anunciado por el Antiguo Testamento (Lc 24, 44. 46). Y desde Jerusalén se aunciará a todos los pueblos la conversión y el perdón de los pecados. Es una breve síntesis que desarrollará ampliamente el libro de los Hechos (véase Hch 1, 8). Jesús resucitado no es un cadáver reanimado (como pudo serlo el hijo de la viuda de Naín, Lc 7, 11-17). Jesús, con su resurrección, ha sido plenamente asumido en la vida divina. Sin embargo, y esta insistencia está muy presente en el relato, a pesar de ser un hecho que trasciende la experiencia humana, se trata de un hecho real, aunque no equiparable a lo empírico y mensurable. Anunciando que el Señor resucitado tiene carne y huesos, Lucas va más allá de lo que el relato previo de Emaús y la misma aparición súbita en medio de sus discípulos sugieren. Parece querer evitar la creencia en un resucitado no real. El Señor resucitado es Jesús de Nazaret, y Lucas procura subrayar la continuidad existente entre el uno y el otro, como hace Juan en su evangelio (Jn 20, 19-29). Pero no debemos olvidar, para tener una experiencia total de este encuentro, la discontinuidad subrayada por Pablo en 1 Cor 15, 35-50. La plena comprensión de la resurrección de Jesús nace de la dialéctica entre identidad y alteridad.
Comentario al Nuevo Testamento
Casa de la Biblia
3.- RESUENA LA PALABRA
Lejos de nosotros «los fantasmas» (v.37), «los miedos», -«¿De qué os asustáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior?» (v.38). La vida nueva representa la derrota de todo temor, miedo, fantasma o duda pasados. La vida que brota en estos seres humanos y en nosotros, está en continuidad con la vida que motivó el Jesús histórico en sus discípulos: la amistad, el amor y la confidencia; «mirad mis manos y mis pies» (v.39). La resurrección no anula la pasión, la aurora luminosa de la nueva vida brota en medio y en continuidad con los signos del sufrimiento como fruto del amor que es quien da vida. El amor desbordante que nos deslumbró en la Cruz se presenta ahora en una forma nueva: aglutina, motiva, une, ilumina, «abre el entendimiento» y ayuda a «penetrar las Escrituras» (v.45). Toda esta fuerza del Resucitado impregna nuestra situación presente; es una luz que transfigura el gris de nuestras ocupaciones banales. Nos queda el reto de construir nuestra historia presente: leer los gestos y signos cotidianos como expresión del paso de Dios por nosotros. Haz de tus pasos, pasos del Dios de la vida. Haz de tus manos, signos del Dios de la bondad. Haz de tus afectos, gestos de alumbramiento del amor en los hermanos.
MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
Repite sosegadamente
- «Paz a vosotros»
- «Mi Dios y mi todo»
- «Cambia y perdona»
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
- «Mirad mis manos.»
- ¿Cómo son mis manos? Curativas, creadoras, salvadoras, servidoras, gratuitas …
- ¿Cómo son mis gestos con las manos? Serenos, pacificadores, generosos …
- ¿Para qué las utilizo? Oro, consuelo, vendo heridas, curo …
- «Mirad mis pies.»
- ¿Hacia donde encamino mis pasos?
- ¿Me oriento y encamino hacia el amor?
- ¿Son portadores de vida y de esperanza?
4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA
- Podemos comentar y desentrañar la siguiente frase: » Vosotros sois testigos de esto » (v.48)
- ¿Qué significa esta frase en este contexto?.
- Para que nuestro testimonio sea elocuente, ¿qué signos hemos de hacer?, ¿qué acciones acometer?, ¿qué cambios operar?
Podemos terminar haciendo una oración contemplativa observando nuestras manos.
Andrés Huertas
IV Domingo
1.- BUEN PASTOR
«… en nombre de Jesús Nazareno …, a quien Dios resucitó de entre los muertos: por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. » (Hch 4, 8-12)
«… Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es … » (I Jn 3, 1-2)
SÍMBOLOS
- Cirio Pascual.
- Cayado de pastor.
- Cruz, cayado cristiano.
2.- PALABRA (Jn 10, 11-18).
Jesús es la imagen mesiánica del pastor que reconoce a los suyos y les ofrece su vida; busca a la oveja perdida, cura sus heridas y anima a las enfermas. El buen pastor da la vida por las ovejas.
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 10, 11-18)
En aquel tiempo, dijo Jesús: 11 – «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; 12 el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; 13 y es que a un asalariado no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor, que conozco las mías y las mías me conocen, 15 igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. 16 Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a éstas las tengo que atraer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17 Por eso me ama el Padre porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. 18 Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».
COMENTARIO
Literariamente hablando este discurso simbólico está construido con materiales procedentes del Antiguo Testamento. En particular se halla presente y subyacente Ez 34 y 37,16 ss, donde se encuentra la llave para la comprensión de la metáfora del pastor y del rebaño. Su contenido esencial se centra en que los dirigentes de Israel son falsos pastores. Precisamente por eso son destituidos por el Señor mismo de su ministerio. En su lugar él mismo buscará y cuidará a su rebaño; y pondrá al frente del mismo a un pastor-Mesías de la línea de David. Él librará a su rebaño de todo mal. Así es como lo presenta Ezequiel en la gran visión profética que nos ofrece en Ez 34. La descripción que nos ofrece el evangelio de Juan sobre Jesús como buen pastor pretende afirmar que la promesa de Dios, anunciada por Ezequiel, se cumple en él. El buen pastor es Dios encarnado: Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y las reuniré (Ez 34,11); es él quien da su vida por las ovejas, para que éstas tengan la plenitud de la vida (Jn 10,10). El parabolista acentúa como característica del pastor «ideal», de «el bueno», el poner la vida. Así se expresa el texto griego. Una fórmula que nunca tiene el sentido de entregarla a la muerte. Si el pastor muriera las ovejas correrían la misma suerte. Quedarían expuestas al peligro mortal del lobo o de otros animales rapaces. Poner la vida significa exponerla, arriesgarla, para defender a aquellos que están sometidos a un peligro mortal. Es «jugarse la vida» para liberar de la muerte a aquellos que están amenazados por ella. Como hizo David que, como pastor «ideal» puso en peligro su vida para defender a las ovejas de su padre (1 Sm 17, 34-35). Aducimos el ejemplo de David porque es una figura mesiánica. Se convierte, en la pluma del evangelista, en el símbolo más claro de Jesús.
Comentario al Nuevo Testamento
Casa de la Biblia
3.- RESUENA LA PALABRA
«Yo soy» es el nombre de Yahveh, el nombre, el sonido con el que Dios se da a conocer a Moisés … Este nombre es usado por Jesús a lo largo de su vida, de su predicación y sobre todo de su hacer: «cuando hayáis levantado al Hijo del hombre entonces sabréis que yo soy» (Jn 8,28; 8,24). «Yo soy el buen pastor» (v.11), el que dá la vida por mi, por ti, por todos …; el que no abandona, el que no huye ante el peligro de cada uno de los suyos; el pastor al que le importan cada una de sus ovejas. «Yo soy …» el que conoce a cada una y se da a conocer a cada cual según sabe conocer … Entre el pastor bueno y yo existe el mismo conocimiento de intimidad que entre el Padre y el Hijo. «Yo doy mi vida por las ovejas» (v.15). «Por eso me ama el Padre porque yo entrego mi vida …» (v.17). No es fácil comprender, hoy, que el pastor sigue entregando la vida a ti, a mi y a ese que pasa y que le ignora … «Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente» (v.18); así nos trata el pastor, con esa libertad liberadora, que es donadora de vida: «tengo poder para entregarla y recuperarla» (v.18). Esta es la misión del Pastor: dar vida y vivir para que los suyos encuentren alimento abundante. Los suyos desbordan todo límite y todo redil … están entre nosotros y lejos de nosotros «tengo además a otras …, las tengo que atraer … y escucharán mi voz … y habrá un sólo rebaño y un sólo pastor» (v.16). Trabajemos por esta unidad tan deseada.
MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
Repite sosegadamente
- Yo doy mi vida.
- Yo soy la vida.
- Conozco a las mías.
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
- ¿Qué actitudes motivan la vida?
- ¿Qué hacer para defenderla en el interior y fuera de la Iglesia?
- ¿Cómo aumentar la vida en nosotros?
- ¿Cómo aumentarla en los otros?
- ¿Hemos de aprender a perderla, a entregarla?
- ¿Con qué acciones concretas?
- ¿Con qué actitudes personales?
- ¿Cómo motivar la entrega?
- ¿Existe una «pedagogía de la vida»?
4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA
Establecer un diálogo desde el versículo siguiente: «Yo soy el buen pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas» (v. 14-15). ¿En qué consiste el «conocimiento»? ¿Cómo crecer en el «conocimiento» del buen pastor? ¿Tiene algo que ver el «conocimiento» con la entrega de la vida?
Puede terminarse orando juntos el Salmo 23 (22).
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a aguas tranquilas
y repone mi fuerzas.
Me guía por la senda del bien,
haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré: porque tú estás conmigo;
tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete para envidia de mis adversarios,
perfumas con ungüento mi cabeza y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por días sin término.
Andrés Huertas
V Domingo
1.- INJERTADOS EN CRISTO
« … Entre tanto la Iglesia gozaba de paz … y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo … » (Hch 9, 26-31)
« … Dios es mejor que nuestra conciencia, y conoce todo … » (I Jn 3, 18-24)
SÍMBOLOS
- Cirio Pascual.
- Copa de vino.
2.- PALABRA (Jn 15, 1-8).
La viña es una imagen sugerente en el Antiguo Testamento. En el bautismo hemos sido injertados a la vida nueva de Cristo.
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 15, 1-8)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 1 – «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. 2 A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto. 3 Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; 4 permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. 6 Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará. 8 Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
COMENTARIO 15, 1-17
El verdadero discipulado. Este pasaje se ocupa de precisar cómo debe ser el auténtico discípulo de Jesús. Existen claros indicios para dividir esta sección en dos partes. En la primera (Jn 15, 1-8) se entremezcla el material alegórico, la vid y los sarmientos, con el lenguaje directo, que presenta a Jesús como el Yo soy. La segunda (Jn 15, 9-17) tiene como denominador común el pensamiento del amor. En conjunto, ambas partes, son una amonestación del Resucitado. El vocablo clave en la primera parte es permanecer. El verdadero discípulo debe permanecer en la palabra de Jesús o en Jesús en cuanto Palabra. Para expresar esta relación vital entre Jesús y sus discípulos se utiliza la metáfora-alegoría de la vid y los sarmientos. La metáfora tiene tras de sí una larga historia.
El punto de partida es el árbol, en general, símbolo de lo viviente. Sigue la utilización que hace el Antiguo Testamento de la metáfora (Jr 2,21-22; Is 5; 27,2-5; Sal 80,9-15). También el judaísmo utiliza el símbolo, incluso para designar a personas individuales (Ex 17,5; 19,10). Lo aplica al Mesías en el Apocalipsis de Baruc (Bar 36,40). Algo parecido tenemos con la Sabiduría (Eclo 24, 17-21). Junto a estos paralelos debe ser mencionada la semejanza singular con determinados textos de la gnosis mandea, en los que la vid es presentada como el árbol de la vida y las almas como sus ramas. Estas reciben el poder vivificador gracias a su unión con la vid. Así ocurre en esta alegoría. La diferencia está en que este árbol de la vida (la vid) es una persona histórica en el evangelio de Juan, y en la gnosis la vid es una idea vinculada a un revelador impersonal y atemporal. En lo que se refiere al contenido, la traducción de la metáfora al lenguaje directo implica los pasos siguientes: Israel es la plantación de Dios (Sal 80,15-18). Partiendo de ahí, el yo soy la vid se dice en referencia a Israel (Mt 15,13: toda planta que no haya plantado mi Padre del cielo será arrancada de raíz). Ya no basta aducir la filiación de Abrahán. En el espacio salvífico se encuentra únicamente aquel que ha aceptado a Jesús como el Enviado. El Mesías se convierte en Israel. Como consecuencia, el verdadero Israel se encuentra allí donde estén los hijos de Dios, generados por el Espíritu, unidos al Mesías. La Iglesia es Israel. Pero la salvación no se opera de modo mágico. De ahí la insistencia en la necesidad de permanecer, de «dar frutos», de «guardar los mandamientos». Se destaca la compenetración personal del Revelador y del creyente, del Redentor y del redimido. Se trata de un organismo «espiritual».
Comentario al Nuevo Testamento
Casa de la Biblia
3.- RESUENA LA PALABRA
Entre la vid, el sarmiento y el labrador existe una realidad escondida, fundamental, que es la savia. Vida que ha de circular, que ha de regenerar, fecundando con su virtualidad toda la vid. La unión entre la vid y los sarmientos ha de ser: Íntima, «permaneced en mí y yo en vosotros» (v.4) con un amor fuerte, real, alimentador, eucarístico; «no puede dar fruto el sarmiento si no permanece en la vid» (v.4). Permanente, no puede separarse, «el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante» (v.5). Sin la corriente de la savia languidecemos y morimos como miembros de la vid. Creciente, «a todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto» (v.2). Esto supone una atención, un trabajo del labrador con cada uno de los sarmientos, un amor a cada sarmiento. Fecunda, «el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante» (v.5). Los frutos de cada sarmiento son debido a la savia, a la unión, al amor que fecunda nuestra existencia cotidiana. Los frutos que el viñador espera de nosotros son los del Espíritu: caridad, paz, justicia, fraternidad y servicio a los hermanos.
MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
Repite sosegadamente
- «Permaneced en mí»
- «Dad fruto abundante»
- «Así seréis discípulos»
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
- El Padre es el agricultor, el viñador.
- ¿Qué realidades me está podando?
- ¿Qué cortes me sugiere su Espíritu?
- ¿Qué actitudes y hechos han de ser mejorados para que den más frutos?
- ¿Qué realidades de mi vida están secas, no sirven para nada?
- Frutos agrios, amargos, agrazones …
- Actividades sin creatividad, sin amor, sin vida …
- Relaciones frías, distantes, monótonas …
4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA
Podemos partir del comentario de la frase siguiente: «Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis mis discípulos» (v. 8). ¿Qué significa «gloria de Dios»? ¿Qué frutos estamos produciendo como comunidad? ¿Qué discipulado estamos viviendo y cómo lo alimentamos?
Podemos terminar recordando y leyendo (Is 5, 1-7).
Canción de la viña
Voy a cantar en nombre de mi amigo
un canto de amor dedicado a su viña:
Mi amigo tenía una viña en una fértil colina.
La cavó y despedregó,
plantó cepas selectas,
levantó en medio una torre
y excavó también un lagar.
Esperaba que diera uvas,
pero dio agrazones.
Ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá,
juzgad entre mí y mi viña.
¿Qué cabría hacer por mi viña
que yo no haya hecho?
¿Por qué esperando uvas dio agrazones?
Pues os voy a decir lo que haré con mi viña:
Le quitaré su cerca y servirá de pasto,
derribaré su tapia y será pisoteada.
La convertiré en un erial,
no la podarán ni la escardarán,
crecerán cardos y abrojos
y prohibiré a las nubes
que lluevan sobre ella.
La viña del Señor todopoderoso
es el pueblo de Israel,
y los hombres de Judá
su plantel escogido.
Esperaba de ellos derecho
y no hay más que asesinatos,
esperaba justicia
y sólo hay lamentos.
Andrés Huertas
VI Domingo
1.- YO OS HE ELEGIDO
« … Pedro lo levantó diciendo: levántate, que soy un hombre como tú … » (Hch 10, 25-26. 34-35. 44-48 )
« … en esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó.» (I Jn 4, 7-10)
SÍMBOLOS
- Cirio Pascual.
- Cesta con frutos.
- Un gran ramos de flores.
2.- PALABRA (Jn 15, 9-17).
Dios nos ama en Cristo, nos elige y nos destina a dar fruto: un puro don, un regalo y también una tarea.
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 15, 9-17)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 9 – «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. 10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 11 Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. 12 Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. 13 Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. 16 No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. 17 Esto os mando: que os améis unos a otros.»
COMENTARIO
Identificado con Jesús y su mensaje, el grupo tiene su plena solidaridad y apoyo. El amor del Padre se manifiesta en el fruto que produce la comunidad; la actividad de ésta no es más que la prolongación del amor de Dios que ofrece vida al hombre para que salga de la situación de muerte en que se encuentra. Jesús propone en otra clave la misión de la comunidad y la condición de su fecundidad. En la perícopa anterior las había expuesto bajo la imagen de los sarmientos (discípulos) que han de dar fruto (misión) por su unión con la vid (Jesús), plantada por el labrador (el Padre). Ahora cambia la imagen por la de los amigos elegidos por colaborar en su trabajo. Es condición mantenerse unidos a él con el vínculo del amor. Jesús realiza los mandamientos del Padre, expresando así su amor hacia él. Los discípulos realizan los de Jesús, recibidos del Padre: expresan así su amistad con él y quedan vinculados al Padre. Este nuevo modo de exponer la relación entre el Padre, él y los discípulos quita cualquier ambigüedad a la vinculación expresada anteriormente bajo la imagen de la vid. Se hace por un amor que es respuesta al suyo, pero Jesús excluye expresamente el amor y la adhesión propia de siervos: es amistad que llega hasta dar la vida por los amigos. La misión de la comunidad adquiere así una dimensión nueva: los discípulos no la ejercen como asalariados, contratados para realizar el trabajo de un señor y ejecutar sus órdenes, sino como amigos que comparten su alegría en la tarea común.
El Evangelio de Juan
J. Mateos – J. Barreto
Ed. Cristiandad
3.- RESUENA LA PALABRA
La misión de la comunidad es «permanecer en el amor» (v.9), en el amor del Padre, de Jesús y ahora en el amor de Cristo que es quien nos aglutina. En un tiempo «hiperactivo» buscamos la misión en el hacer, en el realizar …, cuando la misión está en el ser: Ser testimonio del amor aglutinador de Dios Padre «como el Padre me ha amado … » (v.9). Este amor y este testimonio experiencial es el que produce satisfacción y realización, «para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud» (v.11). En esto consiste la misión «en dar la vida por los amigos» (v.13), en pasar del servilismo de la obligación a la libertad del amor de amistad. La estrategia para incrementar la misión comunitaria, ser comunidad de amigos, consiste en «oir lo que Cristo nos revela de parte del Padre» (v.15). Esta es una tarea permanente de cada uno y de todos. Para esto fuimos llamados, no para una acción o para otra, fuimos llamados para ser «testimonio fruto del amor» (v.16). ¿Quién puede hacernos madurar en el amor?, sólo la alteridad permanente de los hermanos en Cristo: en la comunidad.
MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
Repite sosegadamente
- «Permaneced en mi amor «
- «Amaos unos a otros»
- «A vosotros os llamo amigos»
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
- ¿Tengo formulado un proyecto de amor afectivo concreto?
- ¿Quienes son mis interlocutores?
- ¿Qué actitudes tengo ante ellos y con ellos?
- ¿Cómo se lleva a término en la vida cotidiana?
- ¿Nos vincula haciéndonos crecer en la alegría y en la resurrección?
- El proyecto comunitario que estás viviendo,
- ¿te ayuda a compartir la fe y la alegría?
- ¿te hace crecer en libertad?
4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA
- Podemos comentar el significado de la siguiente frase: «… soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure … » (v.16).
- ¿Qué me dice esta frase de Jesús sobre mi vocación?
- ¿En qué consiste mi tarea y mi elección?
- ¿Qué frutos espera Dios de nuestra vocación?
- ¿Tiene algo que ver con nuestra llamada a la vida comunitaria?
Podemos terminar haciéndonos un regalo con el juego del «amigo invisible».
Andrés Huertas
Ascensión del Señor
1.- MISIÓN DE LA IGLESIA
« … ¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? » (Hch 1, 1-11)
« … Esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.» (Ef 4, 1-13)
SÍMBOLOS
- La Biblia Cirio Pascual.
- Una silla vacía.
- Libro de la Palabra.
2.- PALABRA (Mc 16, 15-20).
La ascensión de Jesús no es el fin de su presencia, es el comienzo de su nueva presencia entre nosotros. Ofrecemos el texto desde el versículo anterior (v.14).
Lectura del santo evangelio según san Marcos (Mc 16, 15-20)
Ascensión y misión
Lc 24 50-53; Hch 1 9-14 1 Tim 3 16; Sal 110 1; Heb 2 3-4 14
Por último, se apareció a los once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y su terquedad, por no haber creído a los que le habían visto resucitado. 15 Y les dijo: – Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura. 16 El que crea y se bautice, se salvará, pero el que no crea, se condenará. 17 A los que crean, les acompañarán estas señales: expulsarán demonios en mi nombre, hablarán en lenguas nuevas, 18 agarrarán serpientes con sus manos y, aunque beban veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y éstos se pondrán bien. 19 Después de hablarles, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Ellos salieron a predicar por todas partes y el Señor cooperaba con ellos, confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
COMENTARIO
Tres son las apariciones que se refieren en este párrafo [anterior]: a María Magdalena, a los dos de Emaús y a los once. La situación previa de los discípulos es de abatimiento. La actitud posterior es la de una incredulidad obstinada. De las lágrimas fáciles pasan, pues, a la dureza de corazón. No puede hablarse, ciertamente, de progreso. Incapaces de seguir a Jesús hasta el Calvario, se refugian en el llanto. Incapaces de respetar su cita con el resucitado, se cierran en la incredulidad. En un caso y en otro se niegan a moverse. Es el antiseguimiento. Parece como si el rechazo de la cruz llevara también al rechazo de los compromisos derivados de la resurrección. Sólo el reproche de Cristo y la misión que les encomienda les hará salir de su letargo. Esta misión es la de proclamar el evangelio a toda criatura, un evangelio que obliga a tomar postura, que se convierte ineludiblemente en juicio de salvación o de condenación y que ya desde ahora manifiesta su eficacia en quien lo acoge con fe. La exaltación del resucitado indica su entronización junto a Dios como Señor y la consecuencia inmediata para los suyos es el lanzamiento a la misión recibida. En esta misión nada tienen que temer. Cuentan con la asistencia, eternamente presente, de Cristo resucitado. Él no puede fallar. Su eterno presente asegura que la proclamación del evangelio no se interrumpirá a pesar de las continuas interrupciones y defecciones de los hombres.
El Evangelio según San Marcos
Francisco Pérez Herrero
Casa de la Biblia.
3.- RESUENA LA PALABRA
Después de hablarles, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios» (v.19). Ya nos lo había dicho: «el que quiera ser grande tiene que hacerse pequeño, el último … (Mc 9,35; 10,43-44). El camino de la «ascensión», ascendente, pasa por bajar, por servir, por la humilde vida de cada momento. El mismo descenso es elevación. Quien eleva, nos hace ascender, es el Espíritu que hace posible la victoria de nuestras energías creadoras, liberadoras, amorosas y servidoras en la misión cotidiana. «Fue elevado al cielo» (v.19). ¡Soñamos con él tanto!, ¿Dónde está?, ¿cómo será?, ¿qué es? ¿Es posible nuestra vida en él? ¡Cuantas preguntas! Existen páginas, historias de cielo en nosotros. Ya lo decía Jesús hablando del Reino: «no está aquí o allá … ya está entre vosotros» (Lc 17,21) , o como desglosan esa cita algunos especialistas, «entre vosotros, dentro de vosotros, en vosotros». Con la Encarnación el cielo ha aterrizado, se ha hecho encarnación en nosotros; ¿no te has encontrado alguna vez en él? Cuando sientes una paz profunda … Cuando te encuentras querido y aceptado … Cuanto tu trabajo es creativo, estimulador, realizante … Cuando la solidaridad recíproca se hace presente en la vida … Cuando la amistad es gratuita, cercana y alegre … Cuando la oración es presencia habitadora de Dios en nosotros … Nosotros tenemos la capacidad de reencarnar permanentemente «el cielo nuevo y la tierra nueva» entre nosotros.
MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
Repite sosegadamente
- «Venga a nosotros tu Reino»
- «Señor, que vea»
- «Tu palabra es vida»
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
- ¿Con qué criterios tengo planteada en mi vida la ascensión, la elevación?
- ¿Tengo puestos los ojos en el cielo y el compromiso en la tierra?
- ¿Asciendo sirviendo?
- ¿Es posible un cielo sin Dios?, ¿los no creyentes participan de ese cielo nuevo, encarnado?
- ¿Puede consistir en esto la misión?
- ¿Hemos de hacer posible ese cielo en sus vidas?
- ¿Qué señales hacemos de que el cielo es posible?
4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA
- Comentamos: «Después de hablarles, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios» (v.19).
- No mezclar niveles: «Después de hablarles»; esto supone escuchar-le, escucharle en común.
- «El Señor Jesús fue elevado» (no se elevó), fue elevado porque … «se abajó, se humilló, sirvió».
- «Al cielo a la diestra de Dios»; ¿cómo hemos de entenderlo, dentro de la economía de la encarnación?
Podemos concluir recitando juntos la SECUENCIA del domingo de Pascua.
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua».
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Amén. Aleluya.
Andrés Huertas
Pentecostés
1.- CREO EN EL ESPÍRITU
« … Cada uno les oía hablar en su propio idioma … » (Hch 2, 1-11)
« … el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. » (Gal 5, 16-25 )
SÍMBOLOS
- Lazos de colores.
- Velas encendidas … muchas velas …
- Tarjetas con mensajes …
2.- PALABRA (Jn 15,26-27; 16,12-15).
Recibir el Espíritu, acoger la acción del Espíritu, dejarse guiar por él con humildad, abrirnos en él al misterio de Dios…, es la raíz del testimonio cristiano.
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 15,26-27; 16,12-15)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 26 Cuando venga el Paráclito, el Espíritu de la verdad que yo os enviaré y que procede del Padre, él dará testimonio sobre mí. 27 Vosotros mismos seréis mis testigos, porque habéis estado conmigo desde el principio. 12 Tendría que deciros muchas más cosas, pero no podríais entenderlas ahora. 13 Cuando venga el Espíritu de la verdad, os iluminará para que podáis entender la verdad completa. Él no hablará por su cuenta, sino que dirá únicamente lo que ha oído, y os anunciará las cosas venideras. 14 Él me glorificará, porque todo lo que os dé a conocer, lo recibirá de mí. 15 Todo lo que tiene el Padre, es mío también; por eso os he dicho que todo lo que el Espíritu os dé a conocer, lo recibirá de mí.
COMENTARIO
El Evangelio recoge el tercero y quinto anuncios del Paráclito. 15, 26-27. Tercer anuncio del Paráclito. El Paráclito es presentado como testigo de Jesús. Cuando hablamos de testigos presuponemos un proceso. Aplicado al Paráclito, dicho proceso se desarrolla en dos frentes: el proceso interno, el de la propia fe, en el que ha habido y puede haber dudas, titubeos, tentación de exigir pruebas que justifiquen las pretensiones de Jesús: ha habido deserciones y abandonos por parte de muchos discípulos (Jn 6,60 ss; 1 Jn 2,19). El Paráclito es enviado a los discípulos para afianzarlos en la fe. Su testimonio es un testimonio de iluminación interior. En cuanto al proceso externo, al que ha sido y es sometida la comunidad cristiana por parte de los dirigentes del pueblo (Jn 9,22; 12,42; 16,1 s.) el Paráclito actuará a través de los discípulos. El testimonio de los discípulos es como la manifestación externa y la prolongación visible del testimonio del Paráclito. En este sentido, el testimonio del Paráclito está en la misma línea en que es presentado por los sinópticos y en el libro de los Hechos. La peculiaridad del evangelio de Juan es que dicho testimonio se amplía al gran escenario del mundo. La confrontación tiene lugar entre los creyentes y los increyentes, entre la fe y el mundo, como expresión de dos realidades antagónicas. Así resulta que el Paráclito, según nuestro texto, es llamado a declarar como testigo, tanto en el proceso interno de la fe como en el proceso externo contra la fe. Cuando se afirma que el Paráclito procede del Padre se quiere decir que es enviado por él. El envío y la procedencia son sinónimos en Jn 15, 25-26. 16, 12-15. Quinto anuncio del Paráclito.
El contenido de este último proverbio sobre el Paráclito, pone de relieve los aspectos siguientes: Jesús es el Revelador. Ha manifestado el Nombre, la realidad divina, a los hombres. La tarea del Paráclito ¿añadirá algo a lo revelado por Jesús? La aportación del Espíritu no es cuantitativa, sino cualitativa. Su acción consistirá en que, bajo el impulso de su presencia y de su iluminación, quedará desvelado el misterio de Jesús y de su revelación. Por tanto, la aportación del Espíritu está en la línea de la verdad y del conocimiento de la palabra de Jesús. La verdad completa o plena se refiere a la revelación de Cristo entendida como una totalidad, como una magnitud única de sentido que ya ha sido dada y que es universal y trascendente. El «plus» del Paráclito o lo que él debe añadir a lo dicho y hecho por Jesús debe verse desde la perspectiva de la continuación y pervivencia de la revelación en el futuro. Se trata, ni más ni menos, de la existencia cristiana en el mundo.
El futuro de la existencia cristiana estará condicionado por la palabra de Jesús captada desde la fe. Ahora bien, ¿cómo será esto posible sin la acción del Espíritu? Se pone en labios de Jesús que el Espíritu todo lo recibirá de mí (Jn 16,14). Todo el contexto nos obliga a concluir que lo que recibe el Espíritu es la verdad completa, es toda la obra de Jesús y su misma persona; es su misión de revelación; todo su mensaje; es toda su obra de salvación que culmina en su «hora»; es Jesús mismo en el misterio de sus relaciones con el Padre, Jesús en cuanto Hijo de Dios; es todo aquello que la fe nos hace reconocer en Jesús. Lo de Jesús es también lo del Padre (Jn 16,15). La unidad existente entre el Padre y el Hijo es la que fundamenta la continuidad de la palabra de Dios o de la palabra de Jesús en la Iglesia bajo la acción del Espíritu. El Paráclito os dará a conocer «las cosas venideras». No se promete la acción del Paráclito en orden a desvelar los acontecimientos que tengan lugar en el decurso de la historia, en una especie de adivinación del futuro. La expresión griega designa todo el conjunto del orden escatológico o el nuevo orden de cosas que comienza con la muerte-resurrección de Jesús. El Paráclito desvelará que Jesús no fue un vulgar milagrero, sino el camino abierto hacia el Padre.
Comentario al Nuevo Testamento
Casa de la Biblia.
3.- RESUENA LA PALABRA
Hoy es el día de la FUERZA de Dios volcada sobre la debilidad humana; el Espíritu es energía derramada sobre nuestra pequeñez. María, «el Espíritu vendrá sobre ti y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1,35). Jesús inaugura su ministerio con esta fuerza: «Volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu» (Lc 4,14), después de «haber sido empujado al desierto» (Lc 4,1); con esa misma fuerza realiza signos, cura, limpia … y «con el dedo de Dios» salva y recrea (Lc 11,20; Mt 12,28). Los apóstoles serán «revestidos con la fuerza de lo alto» (Lc 24,49); por eso «llenos de Espíritu testimonian la Palabra con valentía» (Hch 4, 7-8 ss.) Otros textos insisten en esta «fuerza exuberante del Espíritu» (I Tes 1,5; I Cor 2,4); que se «expande en todos los creyentes» (I Cor 12,3) y que rebosan de esperanza «por la Fuerza de este Espíritu Santo», «crecemos interiormente» (Ef 3,16). Esta fuerza del Espíritu no es para destruir, es para crear y conservar; para servir y levantar a todos. Es la fuerza que levantó a Jesús del sepulcro, que vence al infierno y que sigue venciendo en nosotros a la muerte. Esta «fuerza divina» nos acompaña, nos anima y nos sostiene … ¡Ven, Señor!
MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
Repite sosegadamente
- Ven, Espíritu Santo
- «Seréis mis testigos»
- «Espíritu de la verdad»
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
- ¿Cómo se manifiesta hoy en ti esa fuerza de Dios?
- ¿Qué acciones te suscita?
- ¿A qué testimonios concretos te fuerza?
- ¿Qué esperanza te hace albergar?
- ¿Tienes energía creativa en tu vida cotidiana?
- ¿Cómo la canalizas y la plasmas?
- ¿Te hace libre y liberadora?
- ¿La expresas con facilidad?
4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA
- Podemos comentar la frase siguiente: «Vosotros mismos seréis mis testigos» (Jn 15, 27).
- ¿Actuamos como testigos desde el Espíritu?
- ¿Qué esperanza aportamos como Iglesia a los hombres de hoy?
Podemos terminar recitando juntos la SECUENCIA del día de Pentecostés.
Ven, Espíritu divino Ven,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
Andrés Huertas