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Adviento – Ciclo B

El Adviento, nos despierta. No estéis atados a vuestros recuerdos ni anestesiados por vuestras preocupaciones cotidianas. No viváis alienados con vuestro consumo y vuestras diversiones. Mirad que algo nuevo va a suceder. Mirad que alguien está por llegar. Mirad que hay señales que anuncian cambio. ¿En qué sentido? Necesitamos profetas que nos orienten y nos ayuden a leer los signos. Pero lo que importa es que estéis despiertos. Despiertos, pero soñando. Atreveos a soñar. No seáis conformistas y rutinarios. ¡Ay el peligro de la rutina y la costumbre! Sed positivos y creadores. Sed confiados y alegres.

De la CARTA ENCÍCLICA SPE SALVI DE S.S. BENEDICTO XVI.

1. SPE SALVI facti sumus, en esperanza fuimos salvados, dice san Pablo a los Romanos y también a nosotros (Rom 8,24). Según la fe cristiana, la «redención», la salvación, no es simplemente un dato de hecho. Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino. Ahora bien, se nos plantea inmediatamente la siguiente pregunta: pero, ¿de qué género ha de ser esta esperanza para poder justificar la afirmación de que a partir de ella, y simplemente porque hay esperanza, somos redimidos por ella? Y, ¿de qué tipo de certeza se trata?.

(…)

3. Pero ahora se plantea la pregunta: ¿en qué consiste esta esperanza que, en cuanto esperanza, es «redención»? Pues bien, el núcleo de la respuesta se da en el pasaje antes citado [Ef 2,12] de la Carta a los Efesios: antes del encuentro con Cristo, los Efesios estaban sin esperanza, porque estaban en el mundo «sin Dios». Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza. Para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que proviene del encuentro real con este Dios, resulta ya casi imperceptible.

I Domingo

1.- ESPERA VIGILANTE

«¡Ojalá rasgases el cielo y bajases…!» (Is. 63, 16-17)
«Por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber…» (I Cor.1, 3-9)

SÍMBOLOS

  • Corona de Adviento,
  • Leccionario de San Marcos

2.- PALABRA (Mc. 13, 33-37)

La vigilancia es una consecuencia del deseo y la espera. Un deseo grande, nos mantiene despiertos y en el corazón se enciende la lámpara del que llega.

Ofrecemos el texto con los versículos inmediatamente anteriores.

El tiempo cercano, pero incierto: anuncio y exhortación (Mc 13 28-37)

Mt 24 32-44; Lc 21 29-33; Mt 5 18; Lc 16 17; Hch 1 7; Mt 25 13-14; Lc 12 36-38

Fijaos en lo que sucede con la higuera: cuando sus ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, conocéis que se acerca el verano. 29 Pues lo mismo vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que ya está cerca, a las puertas. 30 Os aseguro que no pasará esta generación sin que todo esto suceda. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 En cuanto al día aquel o a la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre. 33 ¡Cuidado! Estad alerta, porque no sabéis cuándo llegará el momento. 34 Sucederá lo mismo que con aquel hombre que se ausentó. Dejó su casa, la puso en manos de sus siervos y señaló a cada cual su tarea, ordenando al portero que velase. 35 Así que velad, porque no sabéis cuándo llegará el dueño de la casa, si al atardecer, a media noche, al canto del gallo o al amanecer. 36 No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. 37 Lo que a vosotros os digo, lo digo a todos: ¡Velad!

COMENTARIO

A la pregunta inicial de los discípulos sobre el cuándo responde la parte conclusiva del discurso, aunque no de la forma que ellos y nosotros hubiéramos deseado. La respuesta comienza y termina, en evidente paralelismo, recurriendo a unas comparaciones o parábolas con sus aplicaciones respectivas: la de la higuera (Mc. 13, 28-29) y la del hombre que se ausenta (Mc. 13, 33-36). Entre este lenguaje parabólico se encuentran tres sentencias solemnes y apodícticas (Mc.13, 30,31,32). Ellas constituyen el núcleo de la respuesta. La primera habla de inmediatez y viene a ser la conclusión lógica de la parábola de la higuera, que ilustra el cuándo de los signos premonitorios (Mc. 13, 5-23). La tercera habla de ignorancia sobre el momento concreto y puede considerarse como la introducción idónea a la parábola que la sigue, ilustrativa de la venida del Hijo del hombre (Mc.13, 24-27). Entre ambas sentencias no hay contradicción, pero sí una tensión, cuyo origen y explicación está en una nueva fusión del horizonte histórico con el horizonte escatológico: destrucción del templo y parusía.

La sentencia central posee por su situación un relieve especial. En ella se afirma la certeza del hecho en base a la palabra infalible de Jesús. Esta certeza de algo sobre lo que no cabe hacer previsiones y cálculos, pero que para el cristiano debe estar siempre cercano, origina la actitud de una vigilancia constante y responsable. Es una vigilancia que excluye tanto la impaciencia como el sueño, tanto el temor como el relajamiento. Implica lucha, esfuerzo y renuncia para evitar, por una parte, la fuga hacia la utopía y, por otra, el estancamiento en la situación presente.

Evangelio según San Marcos

Francisco Pérez Herrero

Casa de la Biblia.

3.- RESUENA LA PALABRA

Acogerte, Señor, no significa preparar un espectáculo, un recibimiento grandioso; te esperamos con y desde nuestra pobreza, que esencialmente se concreta en disponibilidad para recibir.

  • Respecto de tu venida, nosotros como los apóstoles, tenemos curiosidad por saber “cuando”, o con que “señal” (Mc. 13, 4).
  • La espera se transforma en esperanza que se expresa en compromiso, cada uno en su puesto, “a cada cual su tarea” (v.34).
  • No podemos delegar en el “portero” que vele, el encargo es para todos (v.37).

La verdadera vigilancia esperanzada es capaz de mantenernos despiertos, despierta la conciencia, la libertad, la mente y la creatividad. Para saber por donde llegas, en quien llegas, como llegas a nuestras vidas, necesitamos tener abiertos los ojos leyendo los signos, las “señales”, pero también el corazón, las manos, la vida siempre abierta a la acogida.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • ¡Estad alerta!
  • ¡Velad!
  • ¡Ven, Señor!

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

¿Cultivas la esperanza?

– ¿Qué acciones concretas realizas cada día?
– ¿Qué actitudes motivas en tu interior?
– Con que palabras o expresiones la trasmites?

¿Siembras con ilusión creciente?

– ¿Qué puede cambiar en tu entorno?
– ¿Quién puede ayudarte a crecer?
– ¿Cómo crear expectativas nuevas?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • Podríamos comentar la siguiente frase:

“La gracia tiene el poder de devolver a quien seriamente lo quiere, en cada momento de su vida, la lozanía, el frescor del primer amor”. (La oración contemplativa. pág.67) H.V. von Baltasar

  • Podría comentarse:

– ¿Qué es la esperanza?, ¿cuáles son sus propiedades?.
– Apuntemos razones para la esperanza, a nivel humano.

Terminamos cantando “Santa María de la Esperanza”.

Andrés Huertas

II Domingo

1.- PREPARA TU CAMINO

«… Hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio y está pagado su crimen …» (Is. 40, 1-5. 9-11)
«El Señor … tiene mucha paciencia con nosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan …» (II Pe. 3, 8-14)

SÍMBOLOS

  • Diseña un camino con acciones concretas.
  • Signos bautismales.

2.- PALABRA (Mc. 1, 1-8).

Comienza el Evangelio de Jesucristo, que es Buena Noticia, que ya estaba en los profetas, que recoge Juan y que después señalará como ungido de Dios.

Predicación de Juan el bautista (Mc 1 1-8)

Mt 3 1-12; Lc 3 1-9.15-17; Jn 1 19-28; Mal 3 1; Is 40 3; Hch 13 24; 19 4

Comienzo de la buena noticia de Jesús Mesías, Hijo de Dios.
2 Según está escrito en el profeta Isaías:
Mira, envío a mi mensajero delante de ti,
el que ha de preparar tu camino.
3 Voz del que grita en el desierto:
¡Preparad el camino al Señor;
allanad los senderos para él!
4 Apareció Juan bautista en el desierto, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. 5 Toda la región de Judea y todos los de Jerusalén acudían a él y, después de reconocer sus pecados, Juan los bautizaba en el río Jordán.

6 Llevaba Juan un vestido de piel de camello con una correa de cuero a su cintura, y se alimentaba de saltamontes y de miel silvestre. 7 En su predicación decía:

– Viene detrás de mí el que es más fuerte que yo. Yo no soy digno ni de postrarme ante él para desatar la correa de sus sandalias. 8 Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.

COMENTARIO

El Evangelio de Marcos, al igual que una sinfonía, comienza con una «obertura». Es el prólogo. En él anuncia el evangelista la perspectiva que regirá toda su obra, los temas esenciales y sus tensiones dramáticas. Se trata –nos advierte– de presentar al creyente el origen y fundamento de la predicación eclesial, una «alegre noticia» cuyo contenido central lo constituye la persona de Jesús, Mesías e Hijo de Dios. Son los dos títulos recogidos en la primera frase, de carácter netamente programático. En estos títulos queda indicada la verdadera identidad de Jesús. Tal identidad, que se irá desvelando y comprendiendo progresivamente a la luz de sus palabras y sus obras, es la insinuada también en la predicación de Juan (Mc 1 2-8) y en los dos acontecimientos que preceden y preparan la actividad pública del mismo Jesús: bautismo (Mc 1 9-11) y tentación (Mc 1 12-13).

Tras referir muy sumariamente la misión de Juan (Mc 1 2-3), su predicación (Mc 1 4), su éxito (Mc 1 5) y su género de vida (Mc 1 6), el relato culmina en el anuncio del Bautista sobre Jesús (Mc 1 7-8).

La misión de Juan es la del profeta o mensajero divino que, llevando a cumplimiento toda una serie de promesas antiguas, señala y prepara el inicio de una nueva era, la era mesiánica. La cita bíblica atribuida a Isaías, pero que en realidad es un conjunto de textos extraídos del Éxodo (Ex 23 20), de Isaías (Is 40 3) y de Malaquías (Mal 3 1), proclama con claridad este papel de Juan que, como precursor del Mesías, aparece para desaparecer de inmediato. Actúa en referencia a otro y en función de otro.

Su predicación se lleva a cabo en el desierto, es decir, allí donde el pueblo de Israel había sido puesto a prueba y purificado. Allí hace una nueva llamada a la purificación y a la conversión, dirigiéndose a un auditorio que representa la totalidad de los pueblos. La acogida masiva de su llamada habla del carácter decisivo y determinante de la misma. No es una simple réplica de otras llamadas precedentes. Es la última y definitiva. Lo corrobora su estilo de vida y su modo de vestir. Además de reflejar la austeridad y renuncia exigidas, ese modo de presentarse hace recordar al profeta Elías (véase 2 Re 1 8), el mayor profeta de Israel, aquél que debía volver en los albores de la era mesiánica (véase Mal 3 22-24; Mc 9 11-13). Juan es, pues, el Elías de los últimos tiempos, el heraldo y precursor del Mesías.

Efectivamente, al Mesías anuncia de manera inequívoca cuando, refiriéndose a Jesús, subraya su «fuerza» y su «bautizar con Espíritu Santo». Tanto la fortaleza como el don del Espíritu son prerrogativas características del Mesías esperado. Así lo habían descrito desde antaño los profetas (véase Is. 9 6; 11 2).

El mensaje del Nuevo Testamento

Francisco Pérez Herrero

3.- RESUENA LA PALABRA

  • Prepara tu camino” pero “preparando el camino al Señor” (Mc 1, 2-3). Son dos caminos que se han de transitar juntos; cuando el tuyo esté preparado, allanado sin baches ni altibajos, entonces el Señor podrá transitar, pasar hacia los que le buscan, hacia todos por medio de ti, por medio de mí, por todos los que esperamos “allanando senderos para él” (v. 3).
  • “En el desierto” (v. 3) es donde se nos ofrece la gran posibilidad. Ni en la sinagoga, ni en el templo, ni en las plazas, no quiere lecciones, teologías o argumentos, quiere encuentro: “hablar al corazón” (Is 40, 1).

– Encuentro renovador y amoroso (Os. 2, 16-17).
– Encuentro interpersonal: “tienes que nacer de nuevo” (Jn. 3,7).
– Encuentro definitivo y fundante: “él os bautizará con Espíritu Santo (Mc. 1,8)

  • Cuando salimos al desierto o entramos, en él hay mucho trabajo: valles, abismos, colinas, estepas… mucho que arreglar. El camino de la improvisación y de la huída es rápido y fácil. El camino del encuentro y del renacimiento es paciente, “no quiere que nadie perezca” (II Pe. 3,9) , el Señor viene a hacer su camino con nosotros.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • Prepara tu camino.
  • ¡Ven, Señor!
  • ¡Ven, Hijo de Dios!

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

La existencia está llena de dificultades pero el Señor viene a nosotros.

  • Escucha su Palabra y harás su camino.
  • Ábrele tu puerta y sentirás su presencia.
  • Allana las dificultades y vivirás su paso.
  • Viene como pastor, déjate conducir.
  • Prepara una mesa contigo, déjate alimentar.
  • Déjate habitar por Él.

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

Juan como mensajero podría ser el tema:

  • ¿Cómo es Juan?, ¿dónde vive?, ¿de qué vive?
  • ¿Cómo se alimenta?, ¿cuál es su mensaje?

¿Qué semejanzas existen entre Juan y nosotros?

  • ¿Es posible plantear algunos cambios operativos?
  • ¿Cuáles, cómo y cuando se evalúan?

Terminamos cantando “Santa María de la Esperanza” o “La Virgen sueña caminos”.

Andrés Huertas

III Domingo

1.- LA LUZ PROFÉTICA

«Me ha enviado … para proclamar la amnistía a los cautivos …» (Is. 61, 1-2. 10-11)
«No apagueis el espíritu, no desprecieis el don de profecía» (I Tes. 5, 16-24)

SÍMBOLOS

  • Flores – símbolo de la alegría.
  • Cuadro con el Magnificat: «se alegra mi Espíritu en Dios mi Salvador».

2.- PALABRA (Jn. 1, 6-8. 19-28).

Juan fue un testigo, un signo, una voz poderosa que despertó las conciencias. Juan interrogó, porque estaba iluminado por la verdadera luz.

Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 1 6-8. 19-28 )

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
7 Éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
8
 No era él la luz, sino testigo de la luz.
19 Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: – «¿Tú quién eres?»
20 Él confesó sin reservas: – «Yo no soy el Mesías».
21 Le preguntaron: – «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: – «No lo soy».
– «¿Eres tú el Profeta?».
Respondió: ; – «No».
22 Y le dijeron: – «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?».
23 El contestó: – «Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino al Señor», como dijo el profeta Isaías».
24 Entre los enviados había fariseos 25 y le preguntaron:
– «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
26 Juan le respondió: – «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, 27 el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
28 Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

COMENTARIO

1,19-34 – Juan el Bautista

El Bautista es un testigo eminente de Jesús. Él mismo se reconoce como testigo excepcional al presentarse realizando en su persona la predicción de Isaías: voz del que clama en el desierto… Así reconoce el papel preparatorio del Señor. Es el precursor o heraldo. No es ni el Cristo, ni Elías, ni el Profeta. Los tres títulos tienen significado mesiánico. El primero no necesita demostración. En cuanto a Elías, el judaísmo anterior y posterior al Nuevo Testamento le considera como una figura mesiánica, no como el precursor del Mesías sino como el precursor de Dios. Es el Mesías sacerdotal, el Mesías de Aarón, al estilo del que era esperado en Qumrán. En relación con el Profeta, también es figura mesiánica. De ahí que Jesús sea considerado así (Jn 6,14; 7,40) y este título nunca sea dado al Bautista en nuestro evangelio. El profeta es el portador de la salud en el tiempo último. Rey, sacerdote y profeta. Tres títulos mesiánicos. Esto explica el triple ministerio y oficio concentrado en Jesús: rey, sacerdote y profeta.

En este evangelio Juan no bautiza a Jesús. No se dice expresamente; puede deducirse del texto y la tradición sinóptica no lo puede decir más claro. Este silencio intencionado del evangelio de Juan se explica desde la mencionada tendencia anti-bautista. Desde la discusión entre los discípulos de Jesús y los del Bautista, el hecho de que Juan bautizara a Jesús indicaría una cierta superioridad de éste sobre aquel.

El Bautista presenta a Jesús como el cordero de Dios y el Hijo de Dios (Jn. 1,29-34). ¿Es verosímil que el Bautista haya presentado así a Jesús? No lo creemos. ¿No puede pensarse en una revelación especial que el Bautista hubiese recibido? Dicha posibilidad debe demostrarse, no se debe suponer. Desde el punto de vista histórico es más que probable el encuentro entre el Bautista y Jesús. El Bautista pudo considerar y presentar a Jesús como el enviado de Dios, pero los títulos para presentarle que utiliza sólo son pensables después del acontecimiento cristiano totalmente terminado, a la luz de la pascua. Una vez desvelado el misterio de Jesús, se ponen los títulos en boca de su presentador oficial, el Bautista.

Comentario al Nuevo Testamento

Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

Juan fue el profeta y puso en evidencia que la institución jamás quiso a los profetas auténticos; era un irregular, no había recibido permiso, ni investidura oficial; la institución, los “hombres del libro” siempre fueron alérgicos a los “hombres de la Palabra” (I Re. 22, 6-55).

  • ¿Se ha terminado, hoy, entre nosotros el profetismo?
  • ¿Existe miedo a la profecía?

El profeta me somete a «crisis», sus palabras son piedras y no perlas ornamentales… su actitud amenaza el equilibrio de mis seguridades y de mi instalación…, no nos deja soñar.

  • Pero tengo más miedo a su ausencia, a su silencio acusador…
  • Temo que falte esa voz en la Iglesia, que nos veamos condenados a dormir…
  • Temo que nos falte la voz vigorosa, la cual nos conduzca a la fiesta, al reconocimiento, a la identidad, al encuentro con la Palabra que nos haga nacer de lo alto.
  • ¿Estamos decididos a acoger, en este Adviento, la voz inoportuna del profeta que continúa advirtiendo: Cristo, ese desconocido?.

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • ¡Ven, Señor, no tardes!
  • ¡Tú eres la Luz!
  • Señor, nuestra esperanza.

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

¿Dejo que la dimensión profética cristiana viva en mí, junto a mí y frente a mí?

  • ¿Cómo reconozco el profetismo en mi vida?
  • ¿Con qué criterios lo discierno?
  • ¿Escucho la voz disidente, discordante, estimulante?

Juan supo leer los signos de los tiempos. ¿Qué signos de vida se expresan en tu entorno?

  • ¿Cómo aparece la luz junto a ti en lo cotidiano?
  • ¿Quién despierta el interés por la vida?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

Esbocemos el perfil del profeta para nuestro tiempo y para nuestras situaciones eclesiales.

  • ¿Hacia dónde debería dirigir su denuncia y su anuncio?
  • ¿Qué contenidos hemos de denunciar?
  • ¿Qué bienes necesitamos anunciar?

Terminamos orando juntos la oración de San Francisco

Oh Señor, haz de mi un instrumento de tu paz:
Donde hay odio, que yo lleve el amor.
Donde hay ofensa, que yo lleve el perdón.
Donde hay discordia, que yo lleve la unión.
Donde hay duda, que yo lleve la fe.
Donde hay error, que yo lleve la verdad.
Donde hay desesperación, que yo lleve la esperanza.
Donde hay tristeza, que yo lleve la alegría.
Donde están las tinieblas, que yo lleve la luz.
Oh Maestro, haced que yo no busque tanto:
A ser consolado, sino a consolar.
A ser comprendido, sino a comprender.
A ser amado, sino a amar.
Porque: Es dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.

Andrés Huertas

IV Domingo

1.- ¡ QUE SE HAGA EN MÍ … !

«Recibió Natán la siguiente palabra del Señor: ¿Eres quien me va a construir una casa para que habite en ella?» (II Sam. 7, 1-5. 8-11. 16 )
«Predicando a Cristo Jesús – revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora …» (Rom. 16, 25-27)

SÍMBOLOS

  • Una cuna vacía.
  • Un cuadro de María Virgen.
  • Una gran flor.

2.- PALABRA (Lc. 1, 26-38).

El anuncio del ángel es el cumplimiento de las promesas de Dios. El diálogo entre María y el ángel recuerda el cumplimiento profético que una virgen dará a luz un hijo a quien Dios dará el trono de David.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 1 26-38)

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David, la virgen se llamaba María.
28 El ángel entrando a su presencia, dijo:
– «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
29 Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
30 El ángel le dijo: – «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. 31 Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. 32 Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 33 reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
34 Y María dijo al ángel:
– «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
35 El ángel le contestó:
– «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
36 Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, 37 porque para Dios nada hay imposible».
38 María contestó:
– «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el ángel.

COMENTARIO

1,26-38. Anuncio del nacimiento de Jesús.

En este anuncio, paralelo al anterior, abandonamos el marco solemne del templo y nos trasladamos a un pequeño lugar de Galilea. La salvación de Dios llega desde un lugar humilde, fuera de las grandes instituciones religiosas de Israel. Jesús es descrito, sin embargo, con los rasgos del Mesías del Antiguo Testamento (Is 7,14; 9,6; 2 Sm 7,14-16)y como Hijo de Dios, o su equivalente Hijo del Altísimo, un título con el que Lucas quiere describir la relación misteriosa que le une al Padre. Relación que, según Lucas, existe desde su nacimiento por obra del Espíritu. Lucas estructura su evangelio de la infancia en torno a la figura de María, mientras que Mateo lo centra en José. María es presentada por Lucas como prometida de José. Pero esta promesa, o esponsales, era considerada por la ley de Israel como un contrato solemne. Sin embargo la pareja no vivía bajo el mismo techo hasta que se realizaba la boda, según la costumbre, un año después de los esponsales, lo cual explica la pregunta de María en Lc 1,34. A pesar de la importancia de María en el evangelio de la infancia de Lucas, es José el que entronca a Jesús con la familia de David (Lc 1,27), cumpliéndose así el propósito general de la esperanza mesiánica: un descendiente de David sería el Mesías de Israel. Y aunque María no pide ningún signo, como hizo Zacarías (Lc 1,18), se le da una garantía de la autenticidad del mensaje: su parienta Isabel, que era estéril, va a dar a luz un hijo. Las palabras del ángel concluyen con el mismo mensaje que recibieron Abrahán y Sara cuando dudaron de la noticia del nacimiento de su hijo (Lc 1,37; ver Gn 18,14).

Todo es obra del Espíritu a quien Lucas mismo describe, mediante la ley del paralelismo, como el poder o la fuerza de Dios (Lc 1,35). Nos encontramos aquí con un tema que se remonta al Antiguo Testamento. El Espíritu de Dios ya estaba presente con su fuerza en Gn 1,2 para realizar la gran obra de la creación. Aquí, ese mismo poder, se hace de nuevo presente en el momento en que se inicia la nueva creación en la que María, con su obediencia a la palabra de Dios, se nos presenta como prototipo ideal del creyente.

Comentario al Nuevo Testamento

Casa de la Biblia

3.- RESUENA LA PALABRA

Todo se engalana, se ornamenta, se prepara; la gente llega a decir: «¡menos mal que la navidad sólo se celebra una vez al año!».

  • Pero la Navidad es otra cosa, otro acontecimiento, otro alumbramiento: alumbrate como don.
  • Por suerte está María, la Madre para enseñarnos a alumbrar, para llevarnos a lo esencial, para conducirnos a la sencillez.
    • Con su silencio luminoso más eficaz que cualquier palabra.
    • Con su actitud de escucha.
    • Con su extraordinaria capacidad de recibir.
    • Con su sublime pasividad.
  • Dios tiene necesidades, deseos y ella se hace respuesta:
    • Criatura para Dios, de Dios y con Dios.
    • Criatura disponible, sin resistencias ni prejuicios, pura acción pasiva para Dios.
    • Criatura sin obstáculos, sin objetos dentro, sin otro corazón que el de Dios.
    • Criatura sin otro proyecto que el de Dios.
  • De María nunca supimos: «He aquí lo que he pensado»; «he ahí lo que he decidido»; «he ahí lo que he preparado»; simplemente dijo: «Heme aquí» (v. 38).

MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD

Repite sosegadamente

  • Heme aquí.
  • Hágase en mí.
  • Aquí estoy, Señor.

PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA

  • María nos enseña a construir un templo vivo para Dios y con Dios.
    • ¿Con qué actitudes has preparado tu templo?
    • ¿Cómo has preparado tu morada?
    • ¿Estás haciendo en tí un espacio para Dios?
  • ¿A qué prestas atención en estos últimos días?
    • ¿Cuidas el silencio?
    • ¿Cuidas el interior?
    • ¿Cuidas el rostro y lo que él transmite?
  • ¿Alumbras algo, alguien para los de tu entorno?

4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA EXPERIENCIA

  • Dialogamos sobre la actitud que deberíamos cultivar entre nosotros para preparar la Navidad.
    • ¿Qué actitud personal con los otros?
    • ¿Qué acción concreta que redunde en favor de los otros?
    • ¿Cómo motivar la alegría para los otros?
  • Un alumbramiento trae alegría y sorpresa: es un don de vida.
    • ¿Cómo alumbrar la alegría en el exterior?

Terminamos componiendo juntos el Belén para la comunidad.

Andrés Huertas